Buenas, soy Emilio Calatayud. Las apariencias engañan para bien y para mal. No todos los menores delincuentes parecen menores delincuentes. Ni mucho menos. No lo llevan escrito en la frente. No se diferencian en nada de nuestros hijos. De hecho, pueden ser nuestros hijos.
Si os dais cuenta, cuando se detiene a un terrorista, sus vecinos siempre dicen que no lo parecía, que era un buen vecino… Las apariencias engañan.
Conozco casos de niños y niñas que eran cariñosos y educados en sus casas y delincuentes por la noche. ¿Cómo puede ser? Las compañías, las ‘juntas’, que se dice en ‘Graná’; la genética también puede influir… Pero siempre digo que no tenemos que fiarnos del todo de nuestros hijos. Hay quien dice que eso es una barbaridad. Vale, pero yo nunca me fié del todo de mis hijos y a ellos les ha ido bien y a mí también.