Buenas, soy Emilio Calatayud. En el anterior comentario decíamos que las apariencias engañan, que un hijo puede comportarse como un niño modelo en casa y ser un gamberro, o algo peor, cuando sale a la calle.
Pero lo de las apariencias engañan no tiene solo un lado inquietante. También existe la versión cómica. Estando en diferentes playas, a mí ya me han confundido tres veces con un hamaquero. Es que yo soy de los que lleva riñonera y ese detalle confunde. ¿Me molestó? Todo contrario: me hizo feliz.
Además, no voy a ir a la playa con la toga, ja, ja, ja.