Buenas, soy Emilio Calatayud. ETA asesinó a Enrique Cuesta en 1982. Su ‘pecado’: ser el delegado de Telefónica en Guipúzcoa. Su hija, Cristina Cuesta Gorostidi, ha dedicado y dedica su vida a que no se olvide la memoria de las víctimas del terrorismo. Ya sabemos que quien olvida su pasado está condenado a repetirlo.
Pero es que, además, Cristina y otras víctimas del terrorismos ayudan a rehabilitar a los niños y adolescentes que están encerrados en centros de reforma por haber delinquido. La propia Cristina nos lo ha contado a través del Facebook. «Soy víctima del terrorismo y el año pasado pude compartir mi testimonio con jóvenes infractores en centros de reeducación españoles y ha sido una experiencia inolvidable que este año, desde la Fundación Miguel Ángel Blanco, vamos a continuar. Los jóvenes necesitan escuchar comportamientos positivos, comprometidos resilientes», nos ha dicho Cristina. Solo podemos darle las gracias, muchas gracias, por esa maravillosa y emocionante labor.
Y una noticia más: «Este año -dice Cristina- presentamos en un centro de reeducación de Madrid el libro escrito por Joaquin Echeverría a su hijo Ignacio, el héroe del monopatín, víctima en Londres del yihadismo, os lo recomiendo. Los chicos lo agradecen, estoy aprendiendo mucho de ellos».
Nosotros sí que estamos aprendiendo de las víctimas del terrorismo.