Mi gratitud y mi solidaridad con los trabajadores del centro de menores Tierras de Oria, que están siendo injustamente tratados

 

FOTO: PEPE MARÍN

Buenas, soy Emilio Calatayud. El sistema de justicia de Menores de Andalucía es el mejor de España y uno de los mejores de Europa. Su creación y puesta en marcha fue uno de los mayores aciertos de la administración socialista. Fue una apuesta arriesgada y costosa, pero necesaria. Teníamos la primera Ley del Menor, pero no había medios materiales ni humanos para aplicarla. Los niños infractores estaban encerrados en reformatorios y allí se quedaban sin que los jueces tuviéramos noticias de ellos. No se respetaban sus derechos constitucionales. Había que empezar de cero. Y eso fue lo que se hizo. Cientos de profesionales se implicaron en una labor que ha supuesto un éxito social innegable.

El centro de Internamiento de menores infractores Tierras de Oria, en Almería, ha tenido mucho que ver con ese éxito. A lo largo de dos décadas, han conseguido reinsertar en la sociedad a niños que han cometido toda clase de delitos, incluidos el asesinato o las agresiones sexuales. Últimamente, además, se han esforzado para reunificar familias rotas por la violencia de los hijos hacia los padres. Vieron venir esa pandemia y fueron los primeros en prepararse para afrontarla. Sus módulos de salud mental para chavales que cometen delitos porque sufren trastornos psiquiátricos son también modélicos. La historia de Tierras de Oria, insisto, es una historia de éxito.

Por eso me duele y me indigna que se esté tratando tan injustamente a los 200 trabajadores del centro por la desgraciada muerte de un interno, un asunto que fue archivado en enero de este año porque el juzgado que lo investigó no encontró indicios de delito.

Pese al archivo, dos medios de comunicación, El País y La Sexta, han recuperado ahora ese triste episodio. Coincide la revisión de ese asunto con el ‘caso George Floyd’, el ciudadano negro muerto a manos de la policía estadounidense y que ha desatado un protesta global contra el racismo. Pero seguro que solo es una casualidad.

Como soy juez, sé que no existe la verdad absoluta y por eso es necesario escuchar todas las verdades. En eso consiste la justicia. Pero esto no parece que se esté haciendo con los trabajadores de Tierras de Oria. Parece que sus verdades no interesan. Ni su trayectoria profesional. Ni sus éxitos. Nada de eso cuenta si hay alguien dispuesto a narrar una historia truculenta sin aportar ninguna prueba, como ha ocurrido con la Sexta.

Da la impresión que es mejor creerse que existe una conspiración para ocultar que Tierras de Oria es poco menos que un campo de concentración. Y los conspiradores serían los 200 trabajadores, los sindicatos USO, Comisiones Obreras y UGT -que representan a la plantilla- y los jueces de Menores, que tenemos el deber y la obligación de velar por la seguridad y la salud de los internos. Todos nosotros estaríamos compinchados para tapar torturas, malos tratos, etc. En fin, un disparate.

Total, que quiero expresar mi gratitud y mi solidaridad con todos los trabajadores de Tierras de Oria (y no creo que me equivoque si digo que el resto de los jueces de Menores de Andalucía están de acuerdo) y, en especial, con el que fue su director hasta hace unas semanas, don Manuel Madrid, probablemente el mayor experto en reinserción de menores que hay en España y, lo que es más importante, una buena persona.

 

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