Buenas, soy Emilio Calatayud. Seguro que no soy el único que recibe a diario un montón de llamadas que pretenden venderme algo (algunas ni eso: se limitan a colgar después de un rato de silencio)). Desde que empezó la pandemia, la presión telefónica comercial ha aumentado. ¿Quién vela por la intimidad y la privacidad? Me temo que nadie, la intimidad ya no existe. Nuestros datos se compran y se venden. Una tregua, por favor.