Buena, soy Emilio Calatayud. Nunca he sido ambicioso ni he dado codazos para llegar a un sitio u otro. No lo digo para presumir. Es mi forma de ser y respeto a los que son ambiciosos. La ambición, bien llevada, es legítima. Pero yo fui juez por casualidad y porque quería tener un sueldo fijo. No lo hice para arreglar el mundo ni nada de eso. Luego me gustó y, hombre, hemos aportado algún granito de arena para arreglar a algunos niños, que es a lo máximo que podemos aspirar. El mundo que lo arreglen los que son más listos. Yo me conformo con que me dejen como estoy.