Buenas, soy Emilio Calatayud. Las comparaciones siempre suelen ser odiosas. Lo de estimular a un hijo comparándolo con un amigo suyo que lo hace todo bien puede ser contraproducente. Fijaos lo que les pasó a unos padres que lo hicieron: «No espabilas, hijo, fíjate en las notas que saca Juan». Y el chaval respondió: «Sois mis padres y no los de Juan».
¿Y ahora qué? Los niños son niños, pero no son tontos