Buenas, soy Emilio Calatayud. Son mis historias de ‘abuelo Cebolleta’, pero me gusta recordarlas y cada vez más. Recién llegado a Menores, me llevaron un niño que era un lince robando aparatos de vídeo, sí, de esos que ya no existen. Los cacharros eran más grandes con él. Cuando hablé con él, me di cuenta de que no sabía leer ni escribir y le dije que si aprendía, lo dejaba en libertad. Al principio, me dijo que no… Pero unos días después quiso hablar otra vez conmigo y me dijo. «Don Emilio condéneme a aprender a leer y escribir o acabaré en la cárcel. Si aprendo a leer y escribir me abrirá una ventana a la libertad». Tardó un mes en aprender a leer y escribir. Y no acabó en la cárcel. Tiene un trabajo y le va bien. Así empezó todo.