Buenas, soy Emilio Calatayud. Siguen los botellones por toda España. Cuando ocurrió el de 20.000 universitarios en Madrid, lo critiqué aquí en el blog, y también he criticado los de Barcelona. Y lo mantengo. Son una auténtica vergüenza.
Un niño sin límites es un niño perdido. Si nunca nadie le dice ‘por ahí no’ o que saltarse las normas (o las leyes) tiene consecuencias, acabará extraviado y lo más probable es que se la acabe pegando.
Pues una sociedad sin límites también está extraviada. Y también se la acabará pegando.