Buenas, soy Emilio Calatayud. Según leo en IDEAL, sucedió este pasado fin de semana en un pueblo de Granada durante un partido de fútbol de benjamines, es decir, de niños de entre seis y siete años. Algunos padres, quiero suponer que no fueron todos, se dedicaron a animar a sus hijos «a partirle los dientes» a los rivales y llamaron «hijo puta» y otras lindezas al árbitro. Yo a esos padres les prohibiría entrar a ningún campo de fútbol durante un año como mínimo.