Buenas, soy Emilio Calatayud. Se llama David y es ganadero en Aragón. También es la prueba de que las buenas personas existen. Y las buenas personas son las imprescindibles. David nos ha emocionado a todos, a mí desde luego, cuando lo hemos visto llorar de alegría porque las riadas que se están cebando con las tierras mañas no habían matado a sus mil ovejas.
Tu gesto nos ha alegrado a nosotros, David.