Buenas, soy Emilio Calatayud. La verdad es que es admirable la reacción del pueblo español ante la tragedia de Ucrania. Como todo el mundo que tenga corazón, Carlos Morán y yo hemos estado hablando esta mañana del drama y nos hemos acordado de San Miguel, un centro que ha acogido niños (tanto infractores como desprotegidos) desde tiempo inmemorial, pero que fue cerrado hace ahora un año al habilitarse otro centro nuevo en Granada. San Miguel está en la parte alta del Albaicín, tiene unas vistas maravillosas y podría reabrirse para acoger a algunos de esos refugiados ucranianos, madres y niños, que huyen de las bombas de Putin. En el barrio, que es mi barrio, estaríamos encantados de tener a estas personas como vecinos. No habría dinero público mejor empleado que ese. A ver si la Junta de Andalucía, que es de quien depende San Miguel,  toma nota.

Ya en los años 50 del siglo pasado, San Miguel estaba al servicio del Tribunal Tutelar de Menores, el embrión de la actual justicia de Menores y estuvo regentado por los Hermanos Obreros de María hasta que pasó a depender de la administración pública.