Buenas, soy Emilio Calatayud. Lo he contado muchas veces: nunca tuve vocación de juez, las vocaciones son para los frailes. Yo lo que quería era tener un sueldo fijo. Así que podría haber hecho cualquier otra oposición. De hecho, fue mi primera mujer, Azucena, la que firmó y echó la solicitud. Pero ahora, a mis 66 años, sigo de juez porque muchos de los niños a los que juzgo y condeno me dicen ‘gracias’. Eso no hay dinero que lo pague.