Buenas, soy Emilio Calatayud. El padre del hijo pródigo le perdonó todos sus pecados y volvió a admitirlo en casa. Pero los padres no somos personajes bíblicos, no somos santos. Y si un hijo regresa a casa y no colabora ni se adapta a las normas, pues puerta. Duele, es duro, pero más duro es aguantar a un nini retornado. Ya digo, los padres no somos santos y los hijos, tampoco.