Buenas, soy Emilio Calatayud. Suelo contar aquí la alegría que da encontrarme con choricillos a los que conseguimos recuperar para la sociedad, padres y madres en muchos casos a los que la Justicia de Menores les dio una oportunidad, y hasta tres, y supieron aprovecharla.
Pero no todo son éxitos. Los milagros, en Lourdes. Un día estaba sacando dinero de un cajero y llegaron dos encapuchados para robar la sucursal. Uno de ellos se quedó conmigo y me trató de usted: «Don Emilio, tranquilo». Luego se fueron sin robarme. Y eso que tenía los billetes en la mano. Supongo que era uno de mis choricillos convertido en chorizo. Nadie es perfecto. Nadie.
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