Pasamos del síndrome del nido vacío al del nido lleno, con lo que cuesta alquilar, los niños no se van de casa ni a palos

Buenas, soy Emilio Calatayud. Lo primero es lo primero, muchas gracias a los vecinos de Gandía que tuvieron la gentileza de escucharme y verme vía internet y gracias a la Policía Local por invitarme a hablar.

Y ahora, al turrón. El síndrome del nido vacío, en mi humilde opinión, ya no existe. Ahora deberíamos hablar del síndrome del nido lleno porque, con lo que cuestan los alquileres, los niños no se van de casa ni a palos. Y los sueldos tampoco son para tirar cohetes. La sensación de vacío y tristeza que quedaba cuando los hijos se independizaban empieza a pasar a la historia.

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