Si tú eres celoso o celosa, lo mejor que puedes hacer este verano es animar a tu novio o tu novia a que se dedique al windsurf; sí, al rollo ese de la tabla con vela, que es como la de planchar que tienes en casa pero en movimiento y de colorines.
¿Y por qué al windsurf y no a las palas, por ejemplo?, pues porque desde que el mundo es mundo, en la náutica interplanetaria y cósmica todavía no se ha dado el caso de que un tipo, allá a lo lejos en el mar, por donde comenzó a flipar Colón, solo y sobre una tabla se haya engañado o puesto los cuernos a alguien.
Hombre, yo no sé si debajo de la tabla va una tía buceando con bombonas o en plan apnea y cuando están, pues como a un kilómetro o dos, pasa lo que pasa, pero lo dudo.
Y ya de hacer windsurf, pues para esto, Galicia o la zona sureste de Groenlandia es ideal porque en el sur, por ejemplo, si una surfista cae y pide auxilio para levantar la vela, pues oye, te echas al mar, le ayudas y a lo mejor entre que mueves la vela por aquí y que no se puede, que por allá, que te cojo que te ahogas, que si vienen los de la Cruz Roja del Mar que si… bueno, tú ya me entiendes, puede pasar algo; pero aquí en Galicia… vamos, aquí, que el agua está como la electrificada, que la tocas y rebotas, ya puede caer quien sea que tú no te echas al mar ni de broma. Imposible eso de un engaño o una mirada a lo «luego quedamos»
Y además que pasa otra cosa con esto del windsurf, que si realmente no lo quieres o estás harto del tipo ese que llaman «tu novio», malo será que un día no haya un vendaval, pero de esos del copón, coja una corriente marina y termine estrellándose contra unas rocas o se pierda por allá, por el Atlántico Norte; bueno, norte, sur, este u oeste, que tú con tal de perderlo de vista, ¿no?. Pues si neniña o neniño, este verano… él windsufr y tú…. Nivea