Nosotros los gallegos nunca podríamos independizarnos. ¿Y sabes por qué? ¿sabes por qué nunca podríamos separarnos de España? pues porque somos bueniños, porque somos muy sentimentales, unos santiños, y si un día ocurriera eso, al cabo de un mes tendríamos ya una morriña y un arrepentimiento…
Si eso pasara, al cabo de 30 días ya estaríamos todos tristes: que si no podemos ir a Ponferrada a ver a Chuchi que es concuñado de Toñi, que tiene un primo en Sevilla; ni a Valencia a probar la paella, con Elisa, «a que estuvo no Gadis»; ni al País Vasco, porque en Pasajes de San Juan «o Lucho te ten….», imposible. Lo de separarse… imposible
Nosotros somos como somos, y si por lo que sea un día nos independizáramos del resto de España y a alguien se le ocurriera establecer una frontera, ya estaríamos como mínimo 500.000 gallegos allí preguntando… «y mire, como dijo que le llaman a esto… ¿frontera…?», «y mire, para qué la hacen…», «y mire… entonces…». Y luego ya vendrían los expertos: «E ista excavadora canto carga… », «e cantos pistóns ten… », «y é de catro tempos o… es que eu, cando estuve en Alemania… porque ¿sabe?, eu estive en Alemania e alí…».
Te lo juro que en este plan no hay país ni confederación de naciones que sea capaz de hacer una puta frontera, ni cavar una zanja ni poner un palo. Y si ya empezamos así… no te digo nada si una vez construida, a nosotros, acostumbrados a ir por todo el mundo a nuestro aire, un funcionario de Aduanas nos dijera que no podemos pasar si no es con pasaporte.
Para España lo del pasaporte sería la ruina porque en plan boicot llamaríamos a los cuatro o cinco millones de gallegos que hay por ahí por el mundo, le explicaríamos el problema, vendrían a Galicia, entrarían y saldrían por la frontera sin parar y no hay presupuesto en España ni en Bruselas para tampones y para tinta para sellar tanto documento, que un gasto del 50% del PIB para España lo ronda fijo.
Y si aún así no consiguiéramos la reunificación, entonces esto si que sería ya grave, pero muy grave; porque como a la frontera llegaran unos 4.000 gallegos, y uno, pero solo uno, dijera: «¡pero que carallo pasa!». Nin che conto. ¿Separarse?, imposible.