Esto de escribir tiene su historia, y hay momentos que no sabes si empiezas a tener el síndrome cebolla: que te repites, que alguna idea que se te ocurre ya no sabes si la has escrito o no, un lío… un cacao mental…
Y es que esto es como tú en tu trabajo; que si haces una tarea, pues te acuerdas, pero si haces 5.000… si haces 5.000 que te vas a acordar de lo que hiciste hace tres o cuatro años el 7 de noviembre, por ejemplo… bo.
Pues esto es igual. Si escribes un artículo, pues no te repites; dos, tampoco; pero cuando ya vas casi por el 500… es que 500 artículos a una media de 4 ideas estúpidas en cada uno, pues te salen 2.000 chorradas, que si las divides entre 4 años (que es lo que lleva abierto este chiringuito de blog) pues son 500 bobadas al año, que si las repartes entre 360 días… te sale a 1,3 desquicie diario… vamos, como para acordarte y como para estar mentalmente equilibrado… imposible.
Y solo me refiero a la estupideces escritas, que si añado las que digo al día… vamos, que si hay curación avisa y que me internen, que yo a eso de las experiencias me apunto a la que sea, y si es tumbado en una camilla, ni lo dudo.
Y con estos datos, pues claro, es normal que me digan: «Es que tienes una facilidad para escribir…»; si hombre, lo que tengo es una tara, una especie de desarticulación intercraneal… Lo bueno de esto, aunque al día se te ocurran 1,3 gilipolleces, es que socialmente está admitido, aunque supongo que si pasas de 1,3 delirios y llegas a los 4,2, pues ya el Estado toma cartas en el asunto: llaman a tu seres más cercanos y les explica el problema que tienes; te dan una subvención por inútil para que no hagas nada, no la vayas a liar; tu familia llora ante la desgracia que le tocó en casa y la gente empieza a mirarte de una forma…
Yo no sé si llegaré a ese placer que debe ser tonto perdido y subvencionado, pero últimamente, que de 1,3 descontroles mentales al día he pasado al 2,5… no me lo quita nadie; y lo noto no porque haya recibido un aviso del Estado, una subvención por bobo o porque mi familia llore… tampoco, sino porque a veces me miran… pero me miran de una forma… a ver si es que en vez de estar en el 2,5 ya estoy en 3,7… rozando la felicidad…