Con esto de los móviles nuevos siempre pasa lo mismo, es como si estrenaras zapatos, una ilusión te da el aparato ese, oye, una alegría ese cacho trozo de plástico con chips… impresionante.
Es solo observar la caja y te entra una ansiedad por abrirla y ver como es… y una vez abierta, como si encontraras un tesoro, allí, perfectamente empaquetado, ves un montón de sobrecitos con cosas y en lo primero que te fijas es en las carcasas y en sus colores, y haces bien en fijarte porque es lo único que vas a hacer bien, elegir el color porque el resto…
Entonces siguiendo una tradición inmemorial desde que Nokia es Nokia llevas a cabo un ritual que lo mismo se hace en la zona suroeste de Macedonia, en Padórniga de Rioseco o en Getafe. Coges el móvil y empiezas a ver cómo le quitas la carcasa para poner la que te gusta: que si por aquí, que si por allá, que a ver si la voy a romper que veo que esta esquina se levanta mucho y se dobla ya como un arco… que así no es, que a lo mejor deslizándolo hacia arriba, hacia abajo, o quizás hacia la derecha…
Un cuarto de hora llevas con el asunto y cuando lo único que has hecho es elegir el color de la carcasa, entonces, misteriosamente, no me digas cómo, sale la tapa y empiezas a poner primero justo lo que tú no tienes: la memoria, que allá va ella en plan tarjetita; luego la de contactos, y después… la batería.
Esa, la batería, sí que la sabes poner, ahí sí que te creces, ahí sí que te las sabes todas y no se te resiste ningún móvil, ni el de última generación. Miras las rayitas doradas, las encajas con las otras doraditas del móvil, cierras y listo pero entonces… joé ¿dónde se enciende?
Le das a un botón… y no; a otro… tampoco, hasta que te das cuenta que a lo mejor es alguno de los que pulsaste, que eres tan bruto que crees que el móvil funciona como la clavija de la luz, que le das y ya está, y que no, que hay que esperar aunque seas unos segundos para que encienda.
Y una vez, encendido también de forma misteriosa, una pregunta que ha intrigado a miles de millones de usuarios de todas las nacionalidades países y colores ¿Cómo se desbloquea? Y como si estuvieras amasando pan, tocándolo el teléfono por todas partes, en lo que piensas es en cuando viene tu hijo del colegio o de la Universidad o de donde sea, y si no tienes hijos donde puedes adoptar o contratar a uno por horas para que lo ponga en marcha.
Y en efecto, llega el chaval, lo pone, y además de ponerlo te pone andar porque sin decirte nada te lo personaliza. ¿Y como te lo personaliza?, pues te lo personaliza como te ve, como cree que eres: con el volumen a tope porque ya se percata de que ni te enteras, con la letra en grande como si tuvieras una ceguera galopante y hasta piensas que tienes suerte que los móviles no tienen patas porque le pondría muletas porque como que nota que cojeas, que te ladeas. Un crack de hijo.
¿Y ya está?, pues no, no está, ¡¡¡¡qué va a estar hombre de Dios, qué va estar!!!!. ¿¡¡¡Cómo va estar si solo llevas 139 horas y el último que tuviste te llevó ponerlo cerca de 4 días?, ¡¡¡qué va a estar…!!!
Cada 5 minutos vas a preguntarle que para qué vale esto, que para qué vale aquello, que para qué vale lo otro, que para qué… y el chaval, mientras con los pies es capaz de chatear con sus colegas, con una mano enviar mensajes a su chica y con la otra solucionar tus dudas te mira como diciendo: «Papá, aquí vale todo, absolutamente todo, bueno todo… todo menos tú». Y acierta, y allí te quedas como un bobo, inmóvil con tu móvil.