Yo soy más baloncestista que futbolero y, para desesperación de mi amigo Jorge, granadinista hasta la médula, del Granada C.F. no me sé el nombre del entrenador ni, tan siquiera, de su más conocida estrella. Y ya, del Granada Atlético o del 74, ni les cuento.
En las cosas del Cebé, sin embargo, estoy bastante puesto, siguiendo de cerca el mercado de renovaciones y fichajes, en estos meses de parón deportivo. Meses en que los periódicos traen unos anuncios que me provocan un cierto desasosiego y cargo de conciencia: se trata de la publicidad que trata de captar nuevos socios para la próxima temporada. Y me provocan cargo de conciencia porque, excepción hecha del año en que Frankie King nos maravillara a mi hermano y a mí y nos llevara a sacarnos el abono, nunca he sido socio del Cebé.
Comprando las entradas sueltas unas veces, aprovechando los carnés de los amigos otras y, de vez en cuando, usando las promociones de las empresas; cada año veo unos cuantos partidos de baloncesto en el pabellón. Pero eso no ayuda realmente al club. Y, como no sabemos valorar lo que tenemos hasta que lo perdemos, este año, cuando estuvimos a punto de descender y marcharnos de la ACB, mi cuate Pepe y yo nos prometimos que, si salvábamos la categoría, nos haríamos socios del Cebé para la temporada 2008-2009. (*)
A partir de los socios, de su compromiso, de su permanencia y de su apoyo constante (no exento de crítica) es desde donde se hacen los equipos grandes. Porque la masa social que arrastra un club, su cantidad y su calidad, es el mejor termómetro para calibrar su salud. Por ejemplo, siempre me ha dado enorme envidia un club como Unicaja, con lista de espera de centenares de personas para asociarse al club.
Podría buscar innumerables razones y excusas para, este año, tampoco hacerme socio. Desde los muchos partidos a los que quizá no pueda ir, por cuestión de agenda o escasez de tiempo, a la falta de ambiciones de un equipo que parece condenado a luchar únicamente por la salvación, debido a las estrecheces presupuestarias y a la poca implicación de las empresas e instituciones locales. Pero, como también solemos decir, para criticar, quejarnos y protestar, para pedir, reclamar y exigir; el estar dentro y formar parte de la masa social del club nos da un plus de legitimidad.
Por todo ello, aunque la información deportiva esté ahora bajo mínimos y sólo los culebrones sobre fichajes amenicen el panorama antes de los Juegos Olímpicos de Beijing, recordemos que, en el horizonte, están esos meses de otoño, invierno y primavera que tantas pasiones, alegrías y emociones deportivas nos tienen que traer. ¿Queremos deporte de elite en Granada? Pues prediquemos con el ejemplo y acudamos en masa a las oficinas de nuestros clubes de referencia, de fútbol y baloncesto, para hacernos socios y, desde esa privilegiada posición, arropar a esos equipos que tanto necesitan de nuestra complicidad, ánimos y apoyo.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
(*) Hemos cumplido nuestra promesa y ya somos socios con asiento en el pabellón. ¡Y accionistas del Club!