¿PODRÁ OBAMA?

Yes. They could. Sí. Pudieron. Lo consiguieron. Ganaron los demócratas y, haciendo buenas a las encuestas y sondeos de opinión, los Estados Unidos de América tienen como Presidente a Barack Hussein Obama, un afroamericano, pero de los de verdad y, para más inri, con ascendencia islámica.

A lo largo de estos meses hemos recibido un sugestivo y alentador caudal de mensajes que, apoyando a Obama, apelaban a conceptos tan ilusionantes como hacer posibles los sueños, culminar un viaje histórico, cambiar el mundo, etcétera. “El triunfo del genio viajero de la palabra”, leíamos en IDEAL.

Y todo ello, bajo un lema tan sencillo como efectivo. “Sí. Podemos”. Una primera persona del plural amplia, generosa, integradora, que hace cómplices a quiénes la oyen, que invita a sumarse a la causa, a apoyarla y, en el momento de la victoria, a felicitarse y congratularse, juntos.


Por fin. Se ha conseguido. Lo logramos. Estamos ante un hito histórico que tiene proporciones simbólicas de una trascendencia que, posiblemente, van mucho más allá de lo que la sociedad española, bastante más homogénea e igualitaria que la estadounidense, es capaces de vislumbrar. “Obama abre la puerta a un nuevo mundo”, podemos leer en un aparatoso titular de prensa. Y fíjense qué dice Moisés Naím sobre las cualidades que se le atribuyen: “En ciertas culturas indígenas el chamán es un personaje muy importante. Es un ser espiritual dotado de energías especiales y que tiene visiones que le permiten anticiparse a los demás. Quizá lo más importante es que posee dones curativos: es un hombre medicinal.”


Ahora bien, ¿será capaz, Obama, de estar a la altura no sólo de la imagen que nos hemos forjado de su persona, sino, sobre todo, del reto que él mismo se ha impuesto? En su discurso de la victoria decía lo siguiente: “El camino por delante será largo. La cuesta será pronunciada. Pero os prometo que nosotros, como pueblo, llegaremos. Habrá percances y pasos en falso… pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos esperan.”

Dando por supuesto que todas las consignas que hemos reseñado anteriormente son algo más que meras proclamas publicitarias o añagazas electoralistas, la carga que Obama se ha echado sobre sus hombros parece desmesurada. Homérica. Titánica. Tanto que nos tenemos que preguntar si dará o no dará la talla. Porque en la celebración del triunfo, ese ya famoso “podemos” ha sonado con mucha fuerza, pero, cuando haya que arrimar el hombro y trabajar duramente, sacrificándose para transformar las consignas en hechos, ¿contará Obama con tantos apoyos y complicidades?

CONTINUARÁ.