Me sonó la cara de una de las solicitudes de amistad que tenía pendientes de aceptar en el Facebook.
Me sonó… ¡y mucho!
Aún con la gorra calada hasta los ojos, creí reconocerle. Pero no daba con él.
Hasta que, al día siguiente, leyendo IDEAL, caí en la cuenta: era el asesino de un padre y su hijo quién quería ser mi amigo.
Jesús Lens