Como resumen podríamos decir que “10.000 a.c.” es una pollada cósmica, pero, a ratos, muy bien filmada.
Y así, el que tenga prisa, ya no tiene que seguir leyendo. ¿Por qué decimos que es una pollada? Pues porque el pastiche que ha organizado Roland Emmerich es equiparable a una popular Olla de San Antón cinematográfica: en “10.000 a.c.” cabe todo. Desde los hombres de las cavernas a los egipcios, de las gélidas montañas de miles de metros de altura a las ardientes arenas del desierto. De los mamuts y tigres de diente de sable a los caballos más dóciles y a unas asilvestradas y voraces avestruces.
Y, por tanto, “10.000 a.c.” bebe de películas como “Apocalypto”, “El planeta de los simios”, “Jurassic Park”, “Ice age” o “En busca del fuego”. Un totum revolutum que resulta ciertamente indigesto y, en según qué momentos, grotesco. Y, sin embargo, en pantalla gigante y en alta definición, la película se deja ver. Sobre todo, la primera secuencia, con los mamuts, bien lograda y bien resuelta, aunque no sea más que una conjunción de tópicos. La película, después, aburre un rato, sobre todo en su mitad. Y al final, pues eso, que como ya has confirmado que es un cachondeo, pues te la tomas como mascarada de carnaval, una humorada y poco más.
Contar de qué va “10.000 a.c.” es irrelevante. Hace unos días, leía que el director la había rodado en inglés, en vez de procurar a los protagonistas un idioma cavernario, porque una película de gran presupuesto como ésta no puede llevar subtítulos. ¡Cómo si los diálogos de la misma fueran algo parecido a interesantes! ¡Cómo si hubiera un atisbo de realidad histórica o científica en una película que es al cine histórico lo que Las Vegas a la arqueología internacional! Por favor.
“10.000 a.c.” es un compendio de tópicos, manidos y estirados hasta la saciedad que, sin embargo, proporcionan un espectáculo visual muy atractivo. En ciertos momentos. En otros, la película da risa. Y en otros, incluso, pena. Aunque siempre resulta tierno encontrar a los Dogón del Malí en un gran blockbuster americano.
Lo mejor: la espectacularidad de algunas secuencias.
Lo peor: además de la falta de cualquier rigor, la cantidad de tópicos y plagios que el director mete en las dos horas de metraje. De récord. Valoración: 3. Jesús Lens Espinosa de los Monteros. |