Dejamos la columna del viernes de IDEAL. De las que suelen irritar y levantar ventisca…
En el caso del PP, la tesis se ha cumplido a pies juntillas: de lo que se trata, en la precampaña, es de espolear a los tuyos, de atizar sus más bajas pasiones para sacarlos del sosegado silencio de la normalidad diaria y se dediquen a animar las conversaciones en los bares y las charlas en las peluquerías.
Meditando, gravemente, sus propuestas electorales…
Así, un día es la rebaja en la edad penal para los menores y al día siguiente, el contrato del emigrante. Una semana toca recordar la infamia de que los gays puedan adoptar y la otra, vuelve a la carga con el terrorismo. Y, entre medias, la plantación del millón de árboles, lo que nos parecería fabuloso… si fuésemos capaces de tragárnoslo.
Estos planteamientos de Rajoy, salpimentados con la tradicional promesa de reducción de impuestos, entran a la perfección en el esquema de un partido netamente de derechas: más seguridad y menos libertad. Miedo, control, conservadurismo y, eso que no falte, un toque de verde. Lo que no está mal. Es, ni más ni menos, la derecha de toda la vida, siempre liada entre velos y crucifijos. Eso sí, el Contrato del Emigrante da tanta risa como esas inconcebibles preguntas que los norteamericanos obligan a contestar a los turistas que visitan los EE.UU. “¿Tiene usted intención de atentar contra el Presidente?” Y cosas así.
Exponiendo, alegrmente, las propuestas meditadas
El PP, por tanto, está mirando inequívocamente a la derecha. Busca sacar al conservador que todos llevamos dentro para que vaya haciendo campaña en los bares, las cafeterías, los blogs y los foros virtuales. El guiño al centro, de llegar, lo hará más cerca de marzo.
Sin embargo, el que me tiene desconcertado es ZP. Parece como si las turbulencias financieras le hubieran arrancado el guión de precampaña de las manos y no supiera qué proponer. Tenemos, obviamente, la cuestión fiscal. Pero ésa ya la damos por descontada. ¿Y qué más? Así de memoria y sin tirar de Google… poco. Más bien nada. Tras sacar a las tropas de Irak y poner en marcha los matrimonios homosexuales, la política de Zapatero se ha ido diluyendo en una preocupante indefinición. Fue tibio en su legislación antitabaco, no ha afrontado la ley del aborto y, en el tema del terrorismo, ni sabe ni contesta. Al menos, no lo hace de forma convincente.
Defendiendo, a capa y espada, sus programas
Será que no estoy receptivo a los mensajes socialistas pero, habiéndome gustando ese anuncio protagonizado por el pesimista recalcitrante, la verdad es que las propuestas del PP me están llegando más nítidas, más altas, más fuertes y más rápidas.
Cobrando conciencia, finalmente, de los disparates prometidos.
Ojo, eso no significa, ni mucho menos, que me gusten un pelo. La mayoría me parecen oportunistas y demagógicas. Pero el PP está transmitiendo la sensación de tenerlo muy claro. Y eso, en épocas tormentosas e inestables como las que estamos viviendo, da mucha seguridad. Debe ser por eso que a ZP se le haya escapado que, a partir de este fin de semana, va a empezar a dramatizar.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.