He pasado esta tarde del sábado leyendo ora “El cisne negro. El impacto de lo altamente improbable” de Nassim Nicholas Taleb, ora “El Club de los faltos de cariño”, de Manu Leguineche.
De Leguineche, entresaco dos notas. La primera está dedicada a mis amigos de Las Verdes, y sirve de anticipo a una próxima entrada dedicada a la Familia. MARATÓN Un ejecutivo amigo corre la maratón, mientras su mujer, eso es amor, le sigue de estación en estación de metro. Le espera entre el público, le saluda, le anima y otra vez al subterráneo. PROPAGANDA A medida que suben el volumen de la propaganda política en los altavoces, más indiferente me resulta el mensaje. La democracia no puede entrar por el ruido. Hay una contradicción en los términos. El secreto de un candidato a las elecciones es parecer tan estúpido como quien le escucha. Así, los que asisten al mitin se sienten tan inteligentes como él. (Fred Barney). Joey parecía felizmente casado. Asesinó a su esposa. |
Día: 1 de marzo de 2008
Y PUNTO
Atentos. Momento curioso. Primera vez, creo, que escribimos una reseña antes siquiera de leer la primera página del libro reseñado.
Y es que tengo miedo. Así os lo digo. Y no es que se trate de leer el Necronomicón o cualquier otra obra esotérica, ni mucho menos. De hecho, si sois lectores habituales de prensa, habréis visto que “Y punto” aparece en todos los periódicos, bien en forma de anuncio, bien en forma de crítica, hasta ahora, francamente elogiosa.
¿Entonces? ¿Cuál es el miedo? Pues el miedo viene dado por dos palabras. Mercedes Castro. La autora. El miedo viene dado porque conozco a Mercedes Castro. – ¿Y? – podrá decir alguien. –No es la primera vez que vas a leer el libro de un amigo. ¿Por qué entonces estos recelos? Pues porque Mercedes Castro no es una conocida cualquiera. Mercedes Castro es una persona a la que empecé a tratar por su otro nombre, a través de un alias. Una persona con la que discutí de libros, fútbol, política… la vida. Una persona con la que reí, regañé, rabié y, sobre todo, lo pasé extraordinariamente bien.
Uno, que es lector voraz de género negro, ha tenido su más alta satisfacción literaria hasta la fecha con la selección de aquel cuento para la ronda final del concurso literario más negro del mundo. Y debo a Mercedes Castro el que lo revisara, me hiciera sugerencias y me animara con él. Me dijo qué cosas no le gustaban, dónde podía mejorar y qué aspectos debía trabajar más, pero siempre en clave amiga. Siempre positiva. Por eso, ¿qué pasaría si ahora leo su primera novela y no me gusta? No se trata tanto de hacer una buena o mala reseña cuanto de decirle a ella que su novela, a la que ha dedicado un buen puñado de años, no me ha satisfecho. O que se me ha hecho pesada. O que me ha aburrido… ¿sería capaz? Máxime cuando la dedicatoria que tiene mi ejemplar termina con las siguientes palabras: “Espero que te guste. Para mí sería un honor.” Joooooder, Cissy de mis entretelas. Eres la leche. Siempre lo fuiste, claro. Y no ibas a cambiar ahora, ¿verdad? Jesús Lens Espinosa de los Monteros. PD.- Justo cuando estaba armando esta pseudorreseña, me llega un mensaje de lo más curioso. Nuestro amigo, socio y compinche Ricardo ha leído la novela y le ha gustado sobremanera. Sobre todo, un personaje, aparte del principal. Ha hablado con la autora y, entre chanzas y bromas, han llegado a un acuerdo: si los lectores deciden que el personaje en cuestión es también su favorito (y, repetimos, no vale votar por la prota) la autora se compromete a escribir toda una novela basada en él/ella. O sea, que hay que leer la novela. Ya. Para terminar con las incertidumbres y, de paso, mandar un mail a la siguiente dirección personajesypunto@yahoo.es , antes del 30 de abril, poniendo Y PUNTO en el Asunto. Y hay que elegir entre Carlos, Reme, Bores y Esmeralda. ¿No es interesante?
Pues venga. Pongamos el punto y final y vayamos por “Y punto”. |
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