GRANADA ¿TIERRA DE MAGIA?

La columna del viernes de IDEAL, en clave mágico-reivindicativa.

Yo no sé a ustedes, pero a mí, la magia, siempre me había parecido un engañabobos, una diversión pueril para distraer la atención de los niños y un pasatiempo sin mayor trascendencia; hasta el punto de que jamás le había prestado la más mínima atención. Hasta que he tenido la oportunidad de conocer a MagoMigue, de verlo en acción y de compartir con él unos cuantos días de viaje, charla, proyectos, ideas, dudas, ilusiones y frustraciones.


Ver la cara radiante de los niños de un hospital de la isla de Goree o de un colegio de St. Louis mientras Miguel Puga les embromaba con sus trucos o contemplar la admirada expresión de un grupo de músicos y bailarines senegaleses, cuando el Mago convirtió una servilleta en un billete de 2.000 cefas, es ya suficientemente revelador de su arte, oficio y desparpajo. Cartas que aparecen y desaparecen, pañuelos que se anudan y desanudan, terrones de azúcar que surgen de los lugares más insospechados… cualquier objeto que pasa por las ágiles y locuaces manos de MagoMigue es susceptible de mutar en otra cosa.


Pero cuando el Mago se crece, convirtiendo la magia en auténtico arte, es a la hora de contar las historias que sirven para contextualizar sus brillantes trucos. Desde el robo de un Picasso de las paredes de un famoso museo francés a una persecución a punta de pistola, con intercambio de disparos de naipes incluido.


Porque la magia es pura fantasía e interpretación: los juegos de manos y la indudable habilidad del mago no serían apenas nada sin su capacidad para narrar un cuento, para contar una historia, para crear un ambiente. Un buen mago, por tanto, además de partir de un buen guión, ha de ser un extraordinario cuentacuentos, un gran humorista y un inmejorable actor.

Se preguntaba Sir Lawrence Olivier “¿Qué es en el fondo actuar, sino mentir? ¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo?” En el caso de MagoMigue podríamos ir un poco más lejos: ¿Qué es ser un ilusionista, sino mentir convenciendo de que uno está presenciando algo que, racionalmente, sabe imposible?


Tenemos suerte, en Granada, de contar con una persona como Miguel Puga, que ha puesto en marcha el HocusPocus y, a base de esfuerzo, tesón y empeño, lo ha convertido en una de las citas ineludibles del año cultural patrio. Pero le falta continuidad a ese proyecto. HocusPocus es una marca de fábrica que Granada y toda Andalucía deberían aprovechar al máximo ya que tiene un indudable potencial, al aunar lo lúdico con lo cultural, lo sensible y lo emocional.

Sacar partido de las potencialidades diferenciales que existen en una comunidad debería ser obligatorio para sus rectores. Nosotros contamos con MagoMigue, todo un campeón mundial de magia, y con un HocusPocus en el que, quién lo conoce, repite y repite y repite. No permitamos que, como tantas veces antes, se deje escapar la magia de Granada.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

SENEGAL. ÁFRICA: LA NIÑA DE LA MELLA

Siguiendo con las fotos que nos ayudan a ver porque nos gusta África, subimos éstas tres, que van encadenadas.

Están tomadas en la ciudad de San Louis, una de las más bonitas, atractivas y elegantes que he conocido en África.

Habíamos llegado al barrio de los pescadores, gente orgullosa a la que no gusta que fotografíen. Nos bajamos de la calesa y comenzamos a andurrear por la zona, intentando que la peste a pescado no nos marease en exceso, confraternizando con los lugareños.

Nos acercamos a un grupo de mujeres y, cuando les pedimos permiso para retratarlas, empezaron a señalar a una de las niñas, entre risas y cachondeo.

Resultó que la niña estaba mellada y le daba vergüenza mostrar sus piños. Así que posaba para las fotos, pero cuidándose muy mucho de abrir la boca. Se mostraba tímida, insegura y avergonzada.

Hasta que, bromas van y bromas vienen, risas y charla; la pequeñuela se relajó y sonrió como sólo los críos inocentes pueden sonreír.

Y por eso me gusta tanto esta breve secuencia de imágenes.

Jesús Lens.

JULIA, LA NIÑA TRANQUILA

Estaba cómoda y serena, plácidamente sumergida en su líquido amniótico, protegida de las inclemencias exteriores. Tanto, que se lo tomó con calma a la hora de salir de su placentera piscina materna.

Si a las ocho de la mañana comenzó a hacer algunos amagos, no fue hasta las cuatro de la tarde que empezó, en serio, a abrirse camino hacia el mundanal ruido. Pero le costaba dar el paso decisivo. Tranquila, sosegada y premiosa, no quería sacar la cabeza y remoloneaba, durmiéndose incluso, antes de emprender el primer viaje de su vida.

Cómo me gusta eso de que lo primero que hace un niño, a la hora de nacer, sea viajar. Y no es un viaje cualquiera. A pecho descubierto y de cabeza, los críos se lanzan a una aventura larga, compleja, complicada y duradera. Se lanzan a vivir. Y, de inmediato, a comer. Y a dormir.

Nervios, excitación, miedo, ilusión, recuerdos y rememoranzas… todas esas sensaciones se acumulan, juntas y revueltas, en las horas previas al nacimiento. Pero luego llegan la dicha, la alegría y la felicidad. Inmensas, sin mácula, absolutas.

Foto cortesía de José Antonio Guerra Expósito,

el fotógrafo más rápido a este lado del Genil

Cuando Julia aparece en escena, en los brazos de su padre, gordita, con esos carrillos, con esas mejillas, con ese pelo negro y esos ojillos diminutos, esos bracitos rellenos… ¡Ay! El torrente de emociones que nos embarga se ve reflejado en el torrente de lágrimas que pugnan por liberarse de unos ojos que, incrédulos, han presenciado un viaje que lleva haciéndose desde hace millones de años y que, sin embargo, es siempre único, siempre distinto, siempre milagroso.

Jesús Lens.

REMY, MISIÓN EN SENEGAL

Dedicado a los compañeros de viaje, elemento esencial en el buen fin de cualquier aventura.

¿Se acuerdan de Remy y del Clan de los Sicilianos?

Pues en Semana Santa ha estado de misión en Senegal… y trae historias jugosas de ese país africano.

Porque lo bueno de los viajes es combinar la cultura con la gente, el color con el calor, la fauna y los paisajes con unas buenas y frías cervezas, las charlas del camino con las charlas nocturnas, degustando un buen ron.

Volveremos sobre la acción solidaria, pero si este viaje con Antonio Lozano & Co. me ha enseñado algo, es que ser buena persona es muy sencillo. Sólo hace falta buena voluntad. Una lección de vida de las que no se olvidan. Porque los abanderados de la iniciativa altruista de repartir material escolar entre los chavales vino de Agüimes.

Volveremos sobre todo ello. Ahora, quédense con esta ficción de nuestro viaje por Senegal.