¡¡¡ VAMOS GRANADA !!!

Dejamos la columna de hoy viernes en IDEAL. ¡En clave animosa!

¡Qué pena, qué angustia, ver la clasificación de la ACB, a estas alturas de temporada! Y qué injusto, también. Porque nuestro CB Granada está situado en una alarmante antepenúltima posición, sintiendo la llamada del abismo, sentados frente del precipicio, con los pies balanceándose en el aire.

Este año, parece que nos haya mirado un tuerto. Insisto, este año. Lo que va de 2008. Porque los resultados de la primera parte de la temporada habían sido consecuentes con una plantilla que era la más completa, más compensada y mejor cerrada en la historia del baloncesto granadino. Con un equipo confeccionado en torno a la todopoderosa figura central de Curtis Borchardt, las primeras jornadas de la liga, en que no se podía contar con su concurso, demostraron que los Pecile, Gianella, Juanpi y Martín eran capaces de resolver los partidos.


Esta temporada, con una buena combinación de jugadores que aunaban la experiencia y la veteranía con la impetuosidad y el empuje de la juventud, teníamos un equipo muy potente en todas sus líneas. ¡Hasta se había conseguido integrar a uno de esos balcánicos que ya venían de vuelta, tras una brillante carrera!


El momento culminante de la temporada llegó cuando el equipo estuvo en un tris de clasificarse para la Copa del Rey, acreditando una primera vuelta espectacular. Después, la debacle. Motivada por muchos factores y en los que ha influido la mala suerte, sin duda, pero también ha habido una inusual relajación en el ambiente, dándose por supuesto que ya estaba todo hecho. Y no. No estaba todo hecho.


Ahora hemos entrado en unas jornadas de tensión, reproches y acusaciones que tienen como principal objetivo a un Valdeolmillos que se ha puesto una coraza plañidera muy al estilo de la Granada más sufridora y devota de la Virgen de las Angustias, los Duelos y los Pesares. Pide el entrenador nazarí que le peguemos los palos a él, pero que se deje en paz a los jugadores. Y lo que Sergio no entiende es que los aficionados no queremos apalear a nadie, sobre todo, en una temporada en que nos habíamos hecho el cuerpo a ganar. Pero que no nos gusta estar ahí, asomados al abismo, a punto de saltar al vacío.

Sin embargo, no es momento de broncas y peleas. Es momento de estar, todos a una, con el equipo, de llenar el Palacio de los Deportes y, sin necesidad de hacer el chikilicuatre, convertir el partido contra Estudiantes en una batalla que sirva para ganar una guerra. Hay que apelar a la épica y a la mística y hacer de Granada un feudo inexpugnable. En vez de ponernos la piel de cordero y andar llorando por las esquinas, apelemos al espíritu de Mel Gibson en “Braveheart” o al de Russell Crowe en “Gladiator”, ganemos con rotundidad a Estudiantes y, una vez salvada la categoría, empecemos a preparar con optimismo, seriedad y profesionalidad la temporada 2008/2009. ¡Vamos Granada!

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA NOCHE ES NUESTRA

Hacía tiempo que no veía en una pantalla de cine una película tan redonda, extraordinaria y sensacional como “La noche es nuestra”. Es, sencillamente, impresionante, redonda, majestuosa, perfecta; desde que comienza hasta que termina.

De hecho, ahora mismo no sé qué voy a reseñar en ese autoimpuesto “Lo peor” con que voy terminando mis reseñas en los últimos tiempos. Porque, pasada cerca de una semana desde que la vimos, aún sigo sin encontrarle un pero a la película de James Gray.

Me gusta lo que cuenta (un duelo entre hermanos, uno policía y el otro gerente de una discoteca de moda; que andan enfrentados al tener una visión opuesta de la vida) y, sobre todo, cómo lo cuenta. El arranque, en la disco luminosa, con la transición al triste recinto en que los polis celebran una fiesta, es portentoso, situando a todos los personajes en escena, bien posicionados y definidos.


La música, con los Clash, Blondie o David Bowie, sirve para contextualizar el marco espacio temporal en que acontece la historia, marcando la evolución de los personajes. Sobre todo, desde que se precipitan los acontecimientos. De unas amenazas veladas, se pasa a una situación de violencia seca y áspera, muy en la línea de lo que David Cronenberg nos contara en “Promesas del Este”, igualmente protagonizada por mafias que vienen de la Europa Oriental.


Uno de los personajes sufre un choque tan brutal que, de repente, como le pasara a Michael Corleone en la primera parte de “El Padrino”, se ve obligado a tomar una decisión que cambiará su vida de forma radical. Y, a partir de ahí, James Gray nos sigue conduciendo por los meandros de una historia dura y violenta, descarnada, rasposa y compleja; en la que los personajes evolucionan, cambian y se van viendo transformados por mor de las circunstancias.


Sin estridencias, sin pirotecnia ni fuegos de artificio, solventemente interpretada por unos actores de lo más sobrio y contenido –majestuosos en sus papeles, tanto Joaquin Phoenix como Mark Wahlberg, Eva Mendes y el veterano Robert Duvall están soberbios- “La noche es nuestra” es uno de los mejores thrillers que hemos visto en los últimos años, lo que nos pone en la pista de su director y guionista, un James Grey que no me sonaba de nada y del que, googleando, vemos que también ha escrito y dirigido otras dos películas de títulos tan sugestivos como “El otro lado del crimen” y “Little Odessa” (“Cuestión de sangre” en su traducción española) y que ahora mismo apunto en mi Moleskine negra, en la sección DIL “De Imprescindibles Localización”.


Lo mejor: Todo. Los actores, la historia, la puesta en escena, la dirección, las secuencias de violencia,… ¡¡todo!!

Lo peor: No haber conocido hasta ahora a este James Gray, al que pongo en la lista TASCA: Tipos a Seguir con Asiduidad.

Valoración: 10. Y olé.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PD.- ¿Había un momento, tirando hacia el final, al que podían sobrar cinco minutos? Bah. Irrelevante. Lo dicho. Una película de 10. Sobresaliente. Imprescindible.

LECTURA PARA UN RATO

Dejamos el reportaje que publicamos hoy en las páginas de Vivir de IDEAL, con motivo de la celebración del Día del Libro. Un lujazo la edición en papel. A ver qué os parece on line…

Dedicado a mi amigo Jorge.
Muchas felicidades a un lector voraz.

CUANDO despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Este célebre y bien conocido minicuento de Augusto Monterroso pasa por ser una de las piezas narrativas más cortas de la historia de la literatura. Un ejemplo de ese género que se ha dado en llamar ‘ficción súbita’ y que, pese a su extrema brevedad, conserva toda la fuerza y la capacidad de sugestión de la más poderosa narrativa.


En estos tiempos que, más que correr, vuelan; la brevedad es un activo cada vez más importante y valorado en la literatura. Ya lo anticipó Baltasar Gracián, a través de su célebre máxima: «Lo bueno, si breve, dos veces bueno».

Por tanto, hoy, Día del libro, vamos a hablar precisamente de libros que se leen en un día. O en medio. O en un rato. Libros, cuentos y poesías que podemos disfrutar, de una sentada, en el tiempo que tarda un autobús urbano en cumplimentar su recorrido, en el intervalo de espera antes de entrar a la consulta del médico o en esos preciados y preciosos minutos que tenemos entre que nos acostamos y caemos vencidos por el sueño.

Cuando hablamos de novelas, tendemos a pensar en gruesos tochos de cientos de páginas que nos tendrán felizmente entretenidos durante semanas enteras. Pero ello no tiene porque ser necesariamente así. Por ejemplo, Ernest Hemingway es recordado por novelas como ‘Adiós a las armas’, ‘Por quién doblan las campanas’ y, sobre todo, por ‘El viejo y el mar’. Pero en realidad, a la historia de la literatura pasó por narraciones más cortas como ‘Las nieves del Kilimanjaro’ o ‘La vida breve y feliz de Francis Macomber’, en las que están todo el genio, la tensión y la fuerza de Hemingway, sus obsesiones, sus personajes y sus aventuras de cabecera.

Para que podamos disfrutar de la narrativa breve del Nóbel de Literatura, Lumen publicó el año pasado una reedición de sus cuentos, nuevamente traducidos y prologados por un Gabriel García Márquez que decía lo siguiente: «Lo mejor que tienen sus cuentos es la impresión que causan de que algo les quedó faltando, y es eso precisamente lo que les confiere su misterio y su belleza».
Precisamente el padre del realismo mágico tiene publicados unos extraordinarios ‘Doce cuentos peregrinos’, explosiva mezcla de diversos géneros que, partiendo de reportajes periodísticos, guiones de cine, seriales de televisión y hasta una entrevista; sirven a Gabriel García Márquez para tejer una imbricada sucesión de piezas que tienen como denominador común la melancolía y la tristeza; no en vano, en su génesis hay un sueño de lo más perturbador: «Soñé que asistía a mi propio entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne».


Los escritores sudamericanos han sido siempre grandes cuentistas, en un sentido no peyorativo del término. Maestros del relato han sido Julio Cortázar, Julio Ramón Ribeyro y, por supuesto, Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, autores que no sólo escribieron relatos y narraciones breves de apenas cien páginas, como ‘La invención de Morel’ o ‘La muerte y la brújula’, sino que también eran grandes lectores de este género breve, llegando a publicar distintas antologías, como sus famosos y atractivos dos volúmenes dedicados a ‘Los mejores cuentos policiales’.

En este sentido, tenemos que destacar la edición en bolsillo de todas las novelas breves de Paco Ignacio Taibo II protagonizadas por uno de sus personajes más carismáticos: el detective Héctor Belascoarán Shayne, un tipo de lo más peculiar que se pasa la vida desfaciendo entuertos por un México DF siempre desbordante, hiperbólico y electrizante.


El uruguayo Eduardo Galeano acaba de publicar ‘Espejos’, subtitulada como ‘Una historia casi universal’, y es fiel a un estilo muy personal, que lo hace muy atractivo al público. Sus libros están confeccionados con pequeños y cortísimos bocados de realidad que atraviesan el tiempo y el espacio para contar cientos de pequeñas y desconocidas anécdotas protagonizadas por todo tipo de personas. Unas son conocidas, de Mozart a María Antonieta. De Sandino a Julio César. Otras son anónimas. Pero en veinte o treinta líneas cada vez, Galeano evoca momentos de la historia en que el protagonista es, siempre, el ser humano.

Escritores humanistas

La narrativa breve ha sido muy utilizada por escritores humanistas que apelan a lo mejor de las personas. Antoine de Saint-Exupéry apenas necesitó de un centenar de páginas para contar lo que pensaba sobre temas como la amistad, el sentido de la vida o el amor. Revestido de la apariencia de un cuento infantil, ‘El principito’ ha cosechado un éxito universal, traducido a ciento ochenta lenguas y dialectos, ilustrado con los dibujos del propio aviador francés.

En la misma estela, Richard Bach escribió en 1970 ‘Juan Salvador Gaviota’, una narración breve en que, a través de una gaviota, su autor hablaba sobre procesos vitales tan básicos y necesarios como son la exigencia propia, el esfuerzo, el sacrificio y la voluntad, siempre, de llegar más allá. Con tiradas millonarias, hoy sigue siendo libro de cabecera para miles de personas de todo el mundo. Igualmente contando una historia de superación personal y en clave de ciencia ficción, el autor Orson Scott Card escribió una novela corta titulada ‘El juego de Ender’, muy bien acogida entre los aficionados al género. Por esta razón, el propio autor decidió rescribirla y alargarla, cosechando igualmente un notable éxito.

Igualmente exitoso ha sido ‘El niño con el pijama de rayas’ de John Boyne, que ha vendido cientos de miles de ejemplares de la historia de ese niño alemán que acompaña a su padre a Auschwitz. Allí conocerá a otro niño, que vive al otro lado de la alambrada. Y su relación le llevará a darse de bruces con una realidad que, todavía hoy, nos cuesta aceptar. Cuenta el autor que el primer esbozo de la novela lo escribió en dos días y medio, de un tirón, sin apenas dormir. Y esa intensidad, desde luego, se nota en la tensión que destila cada una de sus páginas.
Hay otros libros, como ‘El primer trago de cerveza y otros placeres de la vida’, de Philippe Delerm, o ‘El cerdo que quería ser jamón’, de Julian Baggini, que posibilitan el que, con sólo leer un par de páginas cada vez, la imaginación del lector se desate, poniendo sus neuronas en funcionamiento. En concreto, el libro del cerdo lleva como subtítulo ‘Noventa y nueve experimentos para filósofos de salón’. Situaciones curiosas que, de forma gráfica y amena, plantean al lector dilemas morales o filosóficos que le invitan a pensar en las posibles respuestas.

Y es que muchas veces tenemos el convencimiento de que, para expresar o transmitir ideas, es necesario recubrirlas de miles de palabras. Sin embargo, autores como Kafka, Rulfo, Salinger o Conrad están ahí para acreditar que no. Que no es necesario. Que la buena literatura también puede venir en frasco pequeño, como los mejores elixires. En ‘La metamorfosis’, Franz Kafka consigue transmitir toda la angustia existencial de una persona que, una mañana, se despierta convertido en un insecto. A partir de ese hecho, debe aprender a convivir consigo mismo, a pesar de las reacciones que su repulsivo aspecto provoca, incluso, entre los miembros de su familia. Por su parte, Juan Rulfo fue todo un precursor del realismo mágico con su ‘Pedro Páramo’, una novela tan corta como compleja en su estructura espacio temporal. ‘El guardián entre el centeno’ arrostra la desgracia de haber pasado a la historia popular como la novela que inspiró el asesinato de John Lennon. Una obra iniciática que habla en contra de la hipocresía y la falsedad y que, sin tapujos, describe situaciones tabú para la época en que fue escrita, como los devaneos con el sexo, el alcohol y las drogas. ‘El corazón de las tinieblas’ conradiano, por su parte, es una de las más duras y espeluznantes recreaciones de los efectos de la colonización en África. A través de una narración densa y espesa, la búsqueda de Kurtz se convierte en un descenso al fondo del horror, como después contaría Francis Ford Coppola en su magistral ‘Apocalypse now’, trasladando la acción del Congo a la guerra del Vietnam sin que la historia sufriera menoscabo alguno, lo que demuestra la universalidad de la misma.

Literatura en corto

Lo breve, interesa. Así lo ha entendido La Fábrica Editorial, al poner en marcha una interesantísima iniciativa de literatura en corto, que se presenta bajo esta premisa: «La colección BlowUp Novelas Cortas apuesta por este género breve (pero de largas resonancias), delicioso y codiciado por los lectores más exigentes. Entre el cuento y la novela hay un terreno inmenso y propicio a las grandes sorpresas. En él queremos estar».

Y están. Novelas intensas escritas por autores jóvenes y con mucho que contar. Novelas modernas y de actualidad en que las vidas cotidianas se ven sacudidas por acontecimientos inesperados, con reivindicaciones de huida y fuga de existencias banales y rutinarias, con mensajes recibidos por personajes tan peculiares como Mailer Daemon, ese ser enigmático que siempre se nos cuela en la bandeja de entrada de nuestro servidor de correo electrónico. Autores como Pablo Gutiérrez, José Eduardo Tornay o Doménico Chiappe dan sus primeros pasos en una editorial siempre atenta a las nuevas tendencias narrativas de alcance global.

Sorbos de poesía

Para disfrutar de la literatura cuando el tiempo escasea, haciendo un alto en el camino en la vertiginosa vida que las circunstancias nos impone, tenemos la posibilidad de leer poesía. Una dosis de versos, en el momento oportuno, puede ser la mejor solución para reducir las tasas de estrés y rebajar la tensión de un momento complicado. Igualmente, después de una intensa jornada de trabajo, nada mejor que dedicar un rato de lectura a la poesía. Leer, por ejemplo, alguno de los ‘Veinte poemas de amor y una canción desesperada’ de Pablo Neruda, siempre supone un enorme placer. O aprovechar una tarde para disfrutar de la prosa poética de ‘Platero y yo’, de Juan Ramón Jiménez.

Otra posibilidad, para aprovechar un único minuto, es paladear la enorme capacidad de sugestión y evocación de los Haiku, composiciones poéticas de origen japonés, compuestos de tres versos sin rima de cinco, siete y cinco sílabas, en los que siempre debe haber una palabra clave relacionada con la estación del año a que el Haiku se refiere.

La intención de este tipo de poesía, austera y sutil, muy influenciada por la filosofía zen, era describir fenómenos naturales, los cambios atmosféricos y de estaciones o, más sencillamente, la cotidianidad de la vida de las personas. Diecisiete sílabas para describir un momento o una situación, evitando que se pierdan en el tiempo al permitir al lector, después, volver a revivirlos. Una y otra vez.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.