Dejamos una nueva entrada del Proyecto Florens, ahora de mucha actualidad…
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La noticia saltó a los titulares en el mes de junio, para alborozo de todos los aficionados: “Garbajosa, convocado para la selección española de baloncesto”. Aunque iba acompañada de una coletilla, entre paréntesis: “en caso de recuperarse.”
Efectivamente, el conocido como “P*rno player” fue uno de los doce seleccionados que, en Madrid, fueron finalistas del Eurobásket 2007, disputando todos los partidos del mismo, aunque durante la fase de preparación no disfrutara ni de un minuto de juego.
La culpa: de su tobillo. Y de la lesión que le apartó de las canchas de la NBA en el mes de marzo anterior, en mitad de la que estaba siendo una campaña esplendorosa. El tropiezo se dio en Boston, cuando intentó taponar una entrada a canasta de Al Jefferson y, al caer, apoyó mal el pie, yéndose al suelo con ostensibles muestras de dolor. La lesión era grave, aunque, desde el primer momento, Garbajosa intentó quitarle hierro al asunto: “La lesión es jodidilla, pero no tan grave como podría haber sido”, señalaba en una entrevista que le hicieron por esas fechas, aunque ya sabía que tendría que operarse del tobillo. La razón para ese optimismo: que quería participar con España en el Eurobásket de Madrid. Tanto en la lesión como en la posterior recuperación de Garbajosa, todo fue bastante confuso y extraño, mediatizado por los intereses de diversos sectores que coincidían en reivindicar la presencia del ala pívot español en la selección española: cuerpo técnico, prensa y aficionados presionaron por todos los medios para que el mismo equipo que consiguiera la medalla de oro en el Mundobásket de Japón fuera el que disputara el campeonato de Europa en Madrid, en una especie de supersticioso convencimiento de que es mejor no tocar lo que una vez funcionó a las mil maravillas.
Pero en esta especie de tácito y generalizado consenso surgió una voz discordante, un teórico enemigo, al que se demonizó hasta la extenuación: el equipo de Toronto, que no daba el placet a un Garbajosa que, pagando de su bolsillo una notable cantidad de dinero, entrenaba todos los días con la selección española, pero no podía jugar los partidos de preparación del Europeo. Y la campaña mediática se dirigió, entonces, contra los rectores del equipo canadiense de la NBA, a quienes se dedicaron epítetos de todos los colores, tonos y sonoridades. El que Garbajosa participara en el Europeo se había convertido, de golpe, en cuestión de Estado. Fue entonces cuando entró en escena la Mutua Madrileña, en plan campeón, ofreciendo una póliza que cubriera los riesgos que la participación de Garbajosa en el torneo pudiera suponer para Toronto. Teléfonos, faxes, idas y venidas, rumores, cláusulas, análisis médicos, informes, dimes y diretes… y, finalmente, la luz pareció abrirse paso entre las tinieblas y, por fin, el ala pívot español debutó en la victoria contra Portugal, aportando ocho puntos, con uno de esos fabulosos triples que tanto nos gustan a los aficionados españoles. Al final del partido señaló lo siguiente: “Estoy muy contento con los minutos que me ha dado Pepu Hernández, me he sentido cómodo, al principio un poco despistado, pero poco a poco iré encontrando el sitio.”
Efectivamente, Garbajosa disputó el Eurobásket completo, aunque el equipo español no pudo disfrutar de la mejor versión de un Jorge al que, aún dejando muestras de su clase y talento, se le notaba falto de ritmo competitivo. Al final, la medalla de plata que consiguió España, tras caer en la final contra Rusia, supo a amarga derrota, pero en ningún caso pudo imputarse la misma en el debe del jugador de Toronto.
El 21 de noviembre de 2007, justo el día en que Toronto se iba a enfrentar a Memphis en un duelo histórico que reuniría a cuatro jugadores españoles sobre el parqué de una cancha de la NBA, saltó la noticia: Jorge Garbajosa estaba en la lista de inactivos del equipo y, por lo tanto, ni se vestiría de corto. El motivo de la baja del alero internacional madrileño fue una leve «anormalidad» que los doctores de los Raptors descubrieron en el tobillo izquierdo de Jorge, en la última resonancia magnética que le hicieron. «Los doctores simplemente han dicho que han visto algo y que no están seguros de lo que es», declaró Garbajosa. «Hasta que no se sepa con exactitud, lo que debo hacer es evitar una posible lesión y tengo que descansar por cierto tiempo». Nuevas especulaciones señalaron que no era casual la fecha de la baja: el día 30 expiraba la póliza de un millón de dólares que la Mutua Madrileña había suscrito con Toronto y la Federación Española de Baloncesto. ¿Se trataría de un subterfugio, una triquiñuela legal para exprimir a una Mutua que, con el affaire Garbajosa, había hecho una impresionante campaña de imagen y marketing? Rápidamente, todos los sesudos analistas se lanzaron en apoyo de esta teoría economicista de la lesión de Garbo. Item más, de paso, Toronto intentaría no pagar los ocho millones de dólares del contrato suscrito con el pívot, buscando traspasarle a otro club. Sinceramente, la cosa estaba adquiriendo tintes kafkianos.
El día 11 de diciembre, Garbajosa era intervenido quirúrgicamente en la ciudad estadounidense de Baltimore de una necrosis en la tibia de su pierna izquierda. «Hoy, temprano, aquí en Baltimore, entro en el quirófano. Se trata de una operación muy sencilla. El tobillo izquierdo del que fui operado en marzo no se va a tocar, aunque aprovecharán la necesidad de tratar la nueva lesión, y que no tiene nada que ver con aquella, para implantarme una placa en el peroné», escribió Garbajosa en su columna semanal en el diario “El País”. Aunque la operación era sencilla, la temporada había terminado para el ala-pívot español. A lo largo de aquellas semanas, toda la presión mediática se encaminó a desvincular la recaída del jugador con su participación en el Eurobásket, pero, curiosamente, ni una sola noticia se filtró acerca de si la Mutua Madrileña tuvo que pagar algo a Toronto o no. Un tupido velo se corrió sobre dicho extremo. Así las cosas, y teniendo en cuenta que la Mutua Madrileña afrontó el aseguramiento del tobillo de Garbajosa más como una operación de marketing –que le salió a las mil maravillas- que como una operación comercial al uso; ¿no fue una mala decisión forzar la máquina, como se hizo, para que el jugador disputara, sí o sí, el Eurobásket? Y no es una pregunta baladí. Máxime cuando, una vez vuelto a operar con éxito de su pierna izquierda, los medios de comunicación españoles empezaron rápidamente a preguntarse si Garbajosa estaría a punto para los Juegos Olímpicos de Pekín.
Teniendo en cuenta que Garbajosa nació en 1977 y que, por tanto, ya pasa de la treintena, y que, además, va a completar dos campañas seguidas prácticamente en blanco, ¿no sería hora de que le dejasen recuperar sus facultades físicas en paz, en manos de los médicos de Toronto, planificando una pretemporada que, aunque nos duela, debería comenzar en el mes de octubre, en vez de presionar para que forme parte del equipo español que concurra a Pekín? Flash de última hora: “Toronto prohíbe a Garbajosa disputar los Juegos Olímpicos de Pekín”. ¿Alguien lo dudaba? Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
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