Antes, cuando no había tanto procesador de textos y los periódicos se componían, letra a letra, en las imprentas; era usual que, ante una errata o falta de ortografía, los articulistas nos refiriéramos a esos misteriosos Duendes que cambiaban las letras de sitio, jugando con nuestra prosa.
Desde que Microsoft y Bill Gates pusieron a nuestra disposición el Word, el Outlook y otras herramientas por el estilo, ya no quedan Duendes en las rotativas. Hay falta de atención, prisas o desinterés a la hora de escribir un texto y enviarlo para su publicación, pero, con la moderna infografía, los Duendes se han quedado sin alimento para su voraz apetito, habiendo tenido que mudarse a otros lares.
A los Duendes gamberros, malotes y sinvergüenzas, me refiero. Porque en los periódicos sigue habiendo otros Duendes. Buenos, en este caso. Duendes dotados de una creatividad sin límites, de una imaginación sin igual y de una profesionalidad rayana en la perfección.
Para los colaboradores externos en prensa, sobre todo para los achantados tecnológicos de formación literaria y querencia por las letras, lo que hacen estos Duendes es un auténtico milagro.
Estamos en casa, trabajando con el portátil en un artículo sobre esas secuencias de cine que ya forman parte de nuestro acervo cultural, sentados en nuestra terraza, consultado nuestros libros, tirando de memoria y dándole duro al Youtube. Terminamos de juntar un puñado de miles de palabras, las repasamos, creemos que han quedado bien, pero siempre nos asaltan las dudas. ¿Habremos metido demasiados nombres? ¿Habrá mucha farfolla? ¿No se harán cansinas e indigestas para el lector? Abrimos el programa de mensajería electrónica, le adjuntamos el archivo a un mensaje que enviamos al periódico y nos tumbamos en el sofá a leer un libro, tan ricamente.
Entonces llega el día. Vas al quiosco bien de mañana, compras IDEAL, llegas a las páginas de Vivir y… ¡el milagro ha vuelto a ocurrir! Tus palabras se han convertido en un fastuoso reportaje de dos páginas en que Charlot, atrapado en un rollo cinematográfico, te mira mientras, por detrás, varias de las películas sobre las que tú has escrito, aparecen reflejadas en forma de fotograma.
¡Qué idea, convertir la máquina dentada de “Tiempos modernos” en un rollo de cine, provocando un juego visual de lo más atractivo e interesante! Como otra vez, cuando escribimos de libros cortos que se leen en un rato, mientras esperas el autobús o antes de dormir, y los Duendes jugaron con las cubiertas de un libro y las manecillas del reloj de una estación de tren.
Personalmente, me gustan los ordenadores y la nueva publicación a través de Internet, me encanta esto del Blog, poderle poner vídeos y música a las entradas, etcétera. Pero sigue siendo un placer inigualable eso de abrir las páginas de un periódico y descubrir que tus palabras, por arte de magia, se han convertido en una maravillosa doble página que invita a la lectura y a la contemplación.
Por eso, quiero dedicar estas palabras a los Duendes que, con su trabajo diario, obran ese milagro en las páginas de IDEAL. Son tres. José Santos, Carlos Valdemoros y María Ayllón. Tres Duendes buenos, profesionales, imaginativos y creativos que convierten un puñado de folios emborronados en una preciosa y obligatoria invitación a lectura.
Muchas gracias, amigos. De corazón.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
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