ENCUESTAS: EL NUDISMO ENTRA EN ESCENA

Ahora entiendo lo del tema de los sondeos de opinión, tan científicos ellos. En nuestra doble encuesta futbolera, tenemos un contraste de lo más elocuente.

Por un lado, un 32% de la peña piensa que España ganará la Eurocopa. Sigue, como favorita, Holanda, con el 22% de los sufragios. Y, ya muy lejos, las Portugal, Francia, Italia y Otras.

Sin embargo, el fatalismo hispano-cuartofinalista se impone en la siguiente pregunta: ¿Hasta dónde llegará España en la Eurocopa? El 55% de los sufragios piensan que, como siempre, caeremos en cuartos. ¡Y todavía había un 20% que pensaba que las huestes de Luis Aragonés no pasarían de la previa! Sin embargo, sólo el 15% piensa que sí, que podemos, que seremos campeones.

La duda me surge por la diferencia entre el 32% que ponen a España como ganadora en una consulta y este escueto 15% que, en la pregunta siguiente, responde que España ganará la Eurocopa.

Estos resultados demuestran que, los lectores de esta Bitácora:

A.- Son unos cachondos.
B.- Primero se muestran eufóricos y votan que gana España, pero luego se ven enfrentados al tema de los Cuartos del Final… y recapacitan. La Memoria Histórica aplicada al fútbol…

Y como ésta consulta ya aporta poco, teniendo en cuenta que hoy hemos alcanzado el número de 66.666 visitas, vamos a cambiar radicalmente de tercio, procediendo a hacer una consulta diabólica, sobre la carne y alrededores, en la que pueden participar votando en las dos encuestas de la Margen Derecha de esta Bitácora.

Porque ha querido la casualidad que, hablando con dos amigos, ambos se mostraran decididamente a favor del Nudismo, una práctica con la que no comulgo, al parecerme radicalmente incómoda, desagradable, antiestética y, en según qué casos, hasta antihigiénica.

Y justo en ese momento leo “Matar y guardar la ropa” y resulta que la trama se desarrolla en un camping nudista. Y como el verano ya está decididamente aquí… pues eso. Que hacemos una pregunta muy simple: ¿Te quitarías el bañador en la playa? (El top less no cuenta, of course)

Y, aprovecho para meter una consultilla sobre esos archivos sonoros y fílmicos que hemos incorporado a esta Bitácora, a ver qué les parecen.

Ya sé que la pregunta nudista, así a bocajarro, puede necesitar de matices. Para ello, utilicen los comentarios de esta Entrada. Pero a la hora de mojarse, la cosa es fácil: ¿Te despelotarías en plena playa, descubriendo al mundo tus partes pudendas?

Yo, desde luego, ¡no!

Jesús Lens.

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MATAR Y GUARDAR LA ROPA

Siempre se ha dicho que lo realmente difícil no es escribir una buena primera novela sino, una vez conseguido ese logro, escribir un segundo libro que no desmerezca al anterior. Y por eso, reconozco que tenía mis dudas a la hora de leer “Matar y guardar la ropa”, de Carlos Salem, publicada por el descubrimiento literario-editorial de este 2008: los inquietos, valientes y decididos chicos de Salto de Página. Un descubrimiento, dicho sea de paso, que tenemos que poner en el cada vez más generoso y abultado Haber de nuestra querida Cristina Macía, alter ego gijonés de un servidor… siempre que no estemos dentro de una cocina.

Y tenía mis dudas porque acababa de leer “Camino de ida”, entre las finalistas del Silverio Cañada de Semana Negra y, posiblemente, la novela con que más he disfrutado en lo que va de año. Y temía, tan cerca en el tiempo, leer la segunda obra del autor, recién publicada, y que se perdiera la magia, se rompiera el idilio o algo así. Me daba miedo que se repitiera, que fuera capaz de mantener el extraordinario nivel y que mi relación lectora con Carlos Salem tornase en un no deseado camino de vuelta.

Sin embargo, una vez devorada “Matar y guardar la ropa”, ya creo estar en condiciones de anunciar que esa relación ha entrado en lo que va a ser, sin lugar a dudas, un fructífero camino de no retorno: de ahora en adelante, todo lo que escriba Carlos Salem me tendrá como ferviente lector, admirador y seguidor.

Cuando me quedaban cien páginas de “Matar y guardar la ropa”, caí rendido por el sueño, el pasado lunes por la noche. A eso de las 5.30 am. Sacai me despertó. Un mosquito jodón de proporciones descomunales se estaba poniendo las botas a costa de nuestra sangre. Luces encendidas, busca y captura, juicio, sentencia y ejecución… e insomnio galopante.

En condiciones normales, ese insomnio me habría sentado como un derechazo en el hígado, ejecutado por el mejor Mike Tyson. En este caso, sin embargo, sonreí maliciosamente para mí mismo. “Mejor. Así puedo terminar el libro de Salem”, me dije, mientras me escabullía silenciosamente de la cama y me tumbaba en el sofá, siendo todavía noche cerrada.

Lo malo del asunto, lo peor de todo, fue que me llegó la hora de ir al trabajo y aún me quedaban treinta páginas por leer. Tentado estuve de llegar unos minutillos tarde… pero finalmente me pudo la responsabilidad y rematé su lectura esa misma tarde.

La de “Matar y guardar la ropa” es una lectura apasionante, protagonizada por unos personajes tan atractivos y singulares como los del “Camino de ida”, pero en una historia completamente diferente. En este caso, en vez de situarnos en mitad del Marruecos más exótico, el autor nos lleva a un camping nudista murciano, donde se dan cita un puñado de personajes muy diferentes entre sí, pero todos ellos relacionados con Juan Pérez Pérez, un teóricamente anodino ejecutivo de una multinacional, despreciado por su mujer que, sin embargo, tiene un trabajo muy especial: sicario.

A partir de unos personajes de raigambre marxista tan desaforados, caóticos y surrealistas como los Groucho, Chico y Harpo de las películas, Carlos Salem ha construido una novela en la que pasan muchas más cosas de lo que a simple vista parece, con unos diálogos ácidos y chispeantes como latigazos y unas relaciones entre los personajes en absoluto fáciles o maniqueas. Personajes de los que te gustaría ser amigo, con los que te gustaría compartir confidencias, secretos, un pasado común y, por supuesto, unas cuantas noches de farra en locales como, por ejemplo, ese Club Bukowski que tan buena pinta tiene.

“Matar y guardar la ropa” es una extraordinaria novela que se lee avariciosamente y que se disfruta desde la primera línea hasta la última, cuyos personajes se quedan guardados en la memoria del lector. Una novela que acredita a Carlos Salem como uno de los mejores narradores españoles de este comienzo de siglo XXI, un autor al que seguir la pista muy, pero que muy de cerca.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

LA ASOCIACIÓN NOVELPOL PREMIA A "EL IMÁN Y LA BRÚJULA"

La Asociación Cultural Novelpol (Amigos de la Literatura Policial), después de tres votaciones entre sus socios, ha resuelto conceder el Premio Novelpol 2008 a la mejor novela negra publicada durante el pasado año a la obra «El imán y la brújula», de Juan Ramón Biedma (Ediciones B).

¡Bien por el ganador!

PD.- La reseña, de forma inminente en esta su pantalla amiga.

MEDIA MARATÓN DE LA RAGUA: 2.17.44

No me he parado una sola vez a lo largo de la subida. ¡Y llegué hasta arriba! ¡Hasta tó lo alto! Al final, completé los 21 kilómetros de subida y superé los 800 metros de desnivel de una atacada.

Eso no tiene un mérito alguno, que a veces se avanzaba más rápido andando que al cochiquero trote que yo he llevado en algunas partes de la carrera. Pero es un dato indicativo de algunas cosillas.

La primera, que soy gilipollas.

Lo sé. Muchos lo estáis pensando, y más aún si habéis leído las entradas anteriores a ésta sobre el tema Ragua: “Correr por sensaciones” y “Media maratón de montaña”.

Pero este rapto de locura atlética, rayano a la soplapollez, también conlleva y se acompaña de algunas cosillas no del todo despreciables. Por un lado, estamos en forma. De verdad: no es fácil cubrir una media maratón… en cuesta casi permanente. Y eso que me la tomé con una calma y un relajo tremendos, disfrutando de los paisajes, los castaños, los pinos, las nubes blancas sobre el cielo azul, la escasa nieve que aún queda en las cumbres orientales de Sierra Nevada, el agua de los arroyos, etcétera. Apenas miraba el reloj, apenas forzaba la respiración, apenas se me aceleraba el pulso.

Y, aún así, era dura la carrera. Una carrera que comenzó muy temprano. A las 7 de la mañana, yendo para La Calahorra con los amigos de Las Verdes, donde conocimos a Gregorio Toribio y a Paco Montoro, atletas, blogueros y, sobre todo, dos tipazos de una talla humana directamente proporcional a esos descomunales gemelos que les permiten mover sus piernas a una velocidad de vértigo.

Y, el hecho de no pararse un segundo, ni para beber agua, es un buen indicativo del empecinamiento, la cabezonería y la cerrazón molleril de un servidor, que se propuso subir lento, pero seguro; y lo cumplió. Y que, a medida que caían los kilómetros, se empeñó en llegar antes de las dos horas y veinte minutos… y lo cumplió. Aunque, al final, este último empeño me costó entrar en meta medio mareado, tocado, con una desagradable sensación de encharcamiento en un oído, viendo chiribitas en el espacio, con la mirada más extraviada que perdida.


Así terminamos la Media Maratón de Motril y, poco más o menos, así acabamos en La Ragua

Y es que la altura se dejaba sentir. Y la hartura. De kilómetros. Apenas pude hablar, durante un rato, con todos los colegas que ya habían llegado a meta, antes que yo. Antonio, La Máquina. Víctor, el Fenómeno. Javi, la Clase. Jose Antonio, el Genio. Paco, el Volador. Gregorio, el Monstruo. Bebí, comí sandía y, poco a poco, me fui encontrando mejor. Pero me había exprimido demasiado en los últimos kilómetros, sin necesidad, razón, ni sentido.

En fin, que salimos airosos del reto, que me siento orgulloso y contento, que echamos de menos a algunos Verdes que no nos pudieron acompañar, como Abel, Mario, Paco o José Manuel, que me hubiera gustado que vinieran Álvaro y Javi y que comimos extraordinariamente bien, muy barato y maravillosamente atendidos en ese restaurante El Manjón que nos reservara JM Burgos, disfrutando después de las cerezas más buenas del mundo, en el frescor de la casa de unos amigos de Gregorio, dónde montamos una improvisada asamblea bloguera de muchos quilates. Una estupenda jornada compartida con Sacai, Nuria, Ana y Mati, como debe ser.

Antonio le cuenta a Javi cómo van a afrontar la subida al Veleta de este año

Yo, dando mi opinión.

De todas formas, esta narración no es sino una acumulación de sensaciones transmitidas en caliente, desordenadas y caóticas. Para disfrutar de la verdadera crónica de la Media Maratón de La Ragua deben leer al maestro José Antonio Flores y su entrada correspondiente, en su imprescindible Diario de un corredor. Y no dejen de disfrutar con la desternillante entrevista que le hicieron a Gregorio, nada más cruzar la línea de meta y la muy generosa reseña de Paco Montoro.

Jesús Lens.

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Fotos cortesía de José Antonio y Mati.