Hace unos días dejábamos en esta Bitácora la primera parte de un reportaje sobre novela negra y vacaciones. Vamos con su continuación ya que, tras visitas Tailandia y Cuba…
Volvemos a Europa. George Simenon nos lleva de vacaciones a la costa, de la mano de su célebre inspector Maigret, al que observamos ir a comer, junto a su esposa, a un restaurante de pescado. Y como suele suceder en las zonas costeras y en temporada alta, les pusieron un plato de mejillones en mal estado que dieron con la señora Maigret en el hospital.
Su marido iba a visitarla con puntualidad prusiana, todos los días y una de las monjas que trabajaban en el hospital le deslizó una nota en el bolsillo, rogándole que ayudara a una de las pacientes… que morirá poco después, lo que llevará a Maigret a iniciar una investigación que le conducirá a descubrir a personas intrigantes y misteriosas. “Las vacaciones de Maigret”, por tanto, serán de lo más ajetreado, como hemos podido ver.
Lo mismo le pasará al detective griego Costas Jaritos, en “Defensa cerrada”, novela que arranca con el célebre personaje de Petros Markaris disfrutando de unas idílicas vacaciones en las islas Griegas, alojado en la casa de su cuñada. Un terremoto viene a sacudir el plácido discurrir de unos días de sol y playa que, por desgracia para Jaritos, se tornarán tormentosos y turbulentos cuando un conocido empresario aparezca muerto y todas las pistas apunten a su tan amada como detestada Atenas, en una trama de corrupción política y blanqueo de dinero que tiene al mundo del fútbol como escenario de fondo.
Y es que no tiene suerte la familia Jaritos con eso de las vacaciones. Porque “El accionista mayoritario” arranca con la hija del detective disfrutando de un crucero por la isla de Creta, en un caluroso mes de junio. De repente, el barco en que viaja es secuestrado por un comando terrorista del que no se sabe nada, obligando a Jaritos a mantener la sangre fría si quiere salvar a su hija.
La escritora italiana Donna Leon, por su parte, en “Un mar de problemas” hace que el personaje de la misteriosa signorina Elettra cobre todo el protagonismo en la resolución del asesinato de un padre y un hijo, ambos pescadores de almejas en la isla de Pellestrina, al sur de la laguna de Venecia. Aunque parecía ser un crimen de sencilla resolución para el comisario Brunetti, el tener que enfrentarse a un dialecto que no entiende y, sobre todo, el chocar con el hermetismo de la comunidad de pescadores de la isla hará que tenga que improvisar un plan: convencer a Elettra de que se vaya de vacaciones a la isla, a la casa de unos familiares, sirviéndole de llave maestra con la que abrir las herméticamente cerradas puertas de la singular cofradía de pescadores que la habita.
Por el origen de los autores y personajes tratados hasta ahora, pudiera parecer que los norteamericanos están reñidos con las vacaciones. Al menos, desde la perspectiva del crimen y el delito. Sin embargo, Rex Stout nos contará cómo Nero Wolf, el orondo, cervecero, tacaño y malhumorado detective, una vez se dejó convencer para abandonar el asfalto de la Gran Manzana, en “Muerte de un veraneante”.
Por su parte, la historia de “El crimen de Amagansett”, de Mark Mills se desarrolla en una de esas pequeñas comunidades costeras que, tras la II Guerra mundial, aún se debatían entre la recia tradición pesquera y la invasión de turistas y nuevos ricos que buscaban su paz y serenidad para huir del trajín del día a día.
Conrad Labarde, vasco, pescador, hombre de una pieza y ex soldado saca del océano el cadáver de una chica. Tom Hollis, policía, detective, destinado a Long Island con la importantísima misión de controlar el tráfico durante los festivales de verano, debe certificar que se trató de un accidente. Es lo que se espera de él. Sin embargo, todo apunta a que no fueron las traicioneras mareas del Atlántico las que se llevaron la vida de Lillian, joven rica y acaudalada, miembro de una importante familia de las que obtienen sus beneficios en Wall Street y se codean con senadores y congresistas. Una intensa historia que acaece en uno de esos pueblitos idílicos que pueden ser terroríficos. Y es que el sol es fuente de vida, pero, en verano, puede resultar abrasadoramente letal.
Las negras vacaciones de Hércules Poirot y Sherlock Holmes.
Si hablamos de novela enigma, viajes, vacaciones y crímenes, la referencia a la conocida como Reina del Crimen y a su detective Hércules Poirot es imprescindible y necesaria. En el imaginario colectivo de los lectores están impresos títulos esenciales de la literatura como “Asesinato en el Orient Express”, “Muerte en Mesopotamia” o “Muerte en el Nilo”, historias todas ellas que acontecen en países lejanos y paisajes exóticos, entre personas que viajan o disfrutan de largas estancias en los confines del mundo y que conforman pequeños microcosmos en los que las pasiones bullen con fuerza, lo que provoca crímenes y asesinatos ejecutados de forma ingeniosa y singular, poniendo a prueba el talento de Poirot, un pequeño investigador belga con cabeza de huevo, permanentemente ladeada hacia un lado, bigote siempre tieso y una vestimenta impoluta.
Otro clásico de la novela enigma, Sherlock Holmes, también se vio obligado a hacer horas extra, resolviendo endiablados y misteriosos casos que le saltaron al encuentro cuado estaba disfrutando de sus días de asueto. Estando en la campiña de Cornwall, de vacaciones por prescripción facultativa (con su inseparable Watson, por supuesto), el príncipe de los detectives se encontró con el cadáver de una joven que, aparentemente no tenía herida alguna. Y el hecho de que sus dos hermanos estuvieran junto al cadáver, riendo como posesos y víctimas de una súbita locura, no hacía presagiar nada bueno, como efectivamente podremos leer en “El pie del Diablo.”
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
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