Novela a novela, el escritor Alejandro Gallo se está convirtiendo en el gran cronista de la Asturias más negra y criminal. Pero no en cualquier cronista, sino en el apasionado contador de unas historias que, por lo general y por desgracia, nos resultan injustamente desconocidas a buena parte de los ciudadanos de este país.
Tras las extraordinarias “Una mina llamada infierno” y “Caballeros de la muerte”, Gallo nos presenta su tercera novela, fielmente publicada en la editorial Laria: “La última fosa”. En ella volvemos a tener como protagonista al gran Ramalho da Costa, poli de Vallecas, pero de orígenes asturianos, conocido como El Trini, que sigue convaleciente tras su última aventura, pero al que el salvaje asesinato de una amiga de la infancia llevará de vuelta a sus raíces, a la casa de sus tíos en que se crió, a las calles de su niñez y juventud, a encontrarse con los rostros de un pasado que nunca queda lo suficientemente atrás.
Pero, además, desde Vallecas le acompañará un tipo singular llamado el Coronel, un antiguo maquis, mayor, viejo y loco. Pero libertario, lúcido, valiente y con las ideas muy claras. ¿Por que se lleva Ramalho consigo al viejo chiflado? Porque, en mitad de unas obras, las excavadoras han desenterrado un cadáver. Y otro. Y otro más. Una fosa. Y, dentro de ella, muchos recuerdos, sueños frustrados y esperanzas rotas.
Como los de Rosa, joven revolucionaria que tomó parte en los acontecimientos del 34 y que, en realidad, no debería estar en una fosa cuyos cadáveres se correspondían a las trágicas sacas y paseos que siguieron a la Guerra Civil. La hermana de Rosa le encarga al Coronel que intente averiguar quién, cómo y por qué mató a su hermana. ¿Será posible, pasados sesenta años, resolver dicho misterio?
Una muerte que, como si el tiempo no hubiera transcurrido, entronca con el brutal asesinato de Clarita. Dos chicas jóvenes, en la flor de la vida, asesinadas. El Trini y el Coronel, pues, están condenados a entenderse y a trabajar juntos, aunque su relación sea, por momentos, complicada. Porque el Coronel no calla ni en sueños y Ramalho necesita encontrar una cierta paz, no sólo para descubrir a los asesinos de Clara sino también para cerrar heridas del pasado, recomponer relaciones familiares y pasar algunas páginas del libro de la vida que quedaron con las esquinas dobladas, arrumbado en la mesilla de noche.
Alejandro Gallo con alguien que no
es Ernesto Mallo ni pa Dios
(pero que le da un cierto aire)
Un doble enigma en que Gallo, alguien que sabe muy bien cómo se lleva una investigación, hila muy, muy fino. Con unos diálogos afilados y cargados de acidez, consigue armar una trama en que se desentierra la memoria histórica de la Revolución del 34, pero en sus auténticos protagonistas: los mineros que tomaron Oviedo y que demostraron que la utopía era posible.
Y, como contrapunto, la España del siglo XXI. La España que sí es real y cierta. La de las mafias astrosas, la nobleza venida a menos, los locales de copas oscuros, los chigres y los escalopines al cabrales, la sidra, las reivindicaciones y los cortes de carretera en protesta por el cierre de empresas y la pérdida de puestos de trabajo.
“La última fosa” es una novela que cuenta dos Asturias, la revolucionaria del 34 y la supuestamente pacífica del arranque del siglo XXI, contando para todo ello con la prosa cada vez más asentada de un Alejandro Gallo que se confirma como uno de los grandes del género negro y criminal escrito en castellano.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.