GERALD BRENAN VUELVE A SU CASA ALPUJARREÑA

¿Recuerdan que hace algunos meses escribimos un reportaje sobre Gerald Brenan en IDEAL?

Pues hoy nos podemos alegrar (y vanagloriar) con esta estupenda noticia: “La fonda en la que Brenan se hospedó en Yegen se convertirá en Casa-museo.”


Además, habrá jornadas dedicadas al autor, rutas para paseos literarios y más cosillas de lo más sugerente.

¿Qué les parece la noticia? Personalmente, dando botes de alegría estoy porque, honesta y egoístamente, pienso que algún grano de arena hemos aportado desde IDEAL para que esto salga adelante.

Enhorabuena al alcalde del municipio en cuestión y al resto de personas que van a hacer posible este logro para nuestras queridas Alpujarras.

Un diez.

Jesús Lens.
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WALL E

No es de extrañar que en los mentideros, foros y blogs dedicados al cine se esté impulsando una hipotética nominación de “Wall E” al Oscar a la mejor película… y punto, sin la coletilla de “animada” o “de animación”.

Porque, a ver, ¿qué cinco películas hemos visto a lo largo de lo que llevamos de 2008 que estén mejor que “Wall E”? ¿Tres? ¿Dos? ¿Tan siquiera una? ¿“El caballero oscuro”, quizá? ¿Pero alguien se imagina a Batman nominado al Oscar? O quizá sí. Quizá las cosas estén cambiando… más de lo que nos creemos.

El caso es que la última película de la factoría Pixar es una maravilla y una obra maestra que, además, arrasa en taquilla, tal y como ocurriera el año pasado con esa otra gloriosa “Ratatouille” que tanto alabamos, recomendamos y defendimos. ¡Qué sería de estos espantosos meses de agosto, sin el consuelo y el auxilio de la animación de Pixar!


Pero hablemos de “Wall E”, una película prácticamente muda que tiene uno de los arranques más prodigiosos de la historia del cine, con ese robot especialista en reciclaje, dando vueltas por un paisaje desolado, que una de las imágenes que mejor han sabido mostrar el paisaje después de una batalla… que no fue tal. Porque la desolación terrenal que muestra la película vino provocada por la fiebre consumista y acaparadora de una humanidad que, sencilla y literalmente, inundó el planeta de basura hasta que la vida se hizo imposible.

Seguir a “Wall E” en sus rutinas diarias de solitario empedernido, cuya única amistad es esa cucaracha con más vidas que un gato, sirve para dibujar a uno de los personajes más tiernos, especiales y memorables de la historia. Un Wall E que, mientras trabaja, recoge de la basura los objetos más insospechados que llaman su atención, de mecheros a sujetadores, y que colecciona en su refugio, una especie de Arca de Noé inanimada que guarda retazos de la historia de la humanidad. Un Wall E cuya ternura se pondrá especialmente de manifiesto cuando lo encontramos más adelante, entontecido perdido, enamorado hasta las tuercas de esa Eva mutante de armas tomar.

Sin utilizar palabras ni expresiones faciales al uso, la cantidad de matices que Wall E es capaz de transmitir al espectador deberían hacerle acreedor, sin duda, del Oscar al mejor actor, en lo que sería una memorable ceremonia de entrega de los Óscar. Heath Leadger ganaría el suyo a título póstumo por su gloriosa recreación del Joker en “El caballero oscuro” y un ser de dibujos animados se haría con un galardón que sacaría los colores a decenas de actores de carne y hueso.

Y luego, la parte cómica y divertida de las persecuciones. Y los homenajes cinematográficos a películas como “2001. Una odisea del espacio” de Stanley Kubrik o, como bien sostiene Rash, a “El hombre tranquilo”, en la secuencia de la tormenta.

Y, por supuesto, la feroz crítica hacia las nocivas costumbres de los humanos, su holgazanería, su glotonería, su acomodamiento, su abandono. Personalmente, me encanta esa analogía entre la flojera física y la mental. Cuanto menos haces, menos piensas. Y más trabajo te cuesta todo. Y así, los kilos van aplastando y sustituyendo a las neuronas.

Y el amor, claro. Una preciosa historia de amor fou, robótico y animado que te reconcilia con las historias más delicadamente románticas de la historia del cine.

“Wall E”, una película que rebosa sensibilidad y que hay que volver a ver, reposada y tranquilamente, para descubrirle todos los matices y las capas que envuelven a una historia de asombrosa sencillez que es capaz de emocionar a los espectadores de todas las edades, de los más pequeñitos a los mayores más serios y sesudos.

¡Wall E! ¡Eva! Os queremos.

Valoración: 10

Lo mejor: todo.

Lo peor: que se acabe tan pronto.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

¡VAMOS CON LOS GRANADAS!

Dejamos otra de las columnas publicadas en IDEAL a lo largo de las semanas pasadas. Anímense a apoyar a nuestros equipos. ¡Vamos Granadas!

Yo soy más baloncestista que futbolero y, para desesperación de mi amigo Jorge, granadinista hasta la médula, del Granada C.F. no me sé el nombre del entrenador ni, tan siquiera, de su más conocida estrella. Y ya, del Granada Atlético o del 74, ni les cuento.


En las cosas del Cebé, sin embargo, estoy bastante puesto, siguiendo de cerca el mercado de renovaciones y fichajes, en estos meses de parón deportivo. Meses en que los periódicos traen unos anuncios que me provocan un cierto desasosiego y cargo de conciencia: se trata de la publicidad que trata de captar nuevos socios para la próxima temporada. Y me provocan cargo de conciencia porque, excepción hecha del año en que Frankie King nos maravillara a mi hermano y a mí y nos llevara a sacarnos el abono, nunca he sido socio del Cebé.


Comprando las entradas sueltas unas veces, aprovechando los carnés de los amigos otras y, de vez en cuando, usando las promociones de las empresas; cada año veo unos cuantos partidos de baloncesto en el pabellón. Pero eso no ayuda realmente al club. Y, como no sabemos valorar lo que tenemos hasta que lo perdemos, este año, cuando estuvimos a punto de descender y marcharnos de la ACB, mi cuate Pepe y yo nos prometimos que, si salvábamos la categoría, nos haríamos socios del Cebé para la temporada 2008-2009. (*)

A partir de los socios, de su compromiso, de su permanencia y de su apoyo constante (no exento de crítica) es desde donde se hacen los equipos grandes. Porque la masa social que arrastra un club, su cantidad y su calidad, es el mejor termómetro para calibrar su salud. Por ejemplo, siempre me ha dado enorme envidia un club como Unicaja, con lista de espera de centenares de personas para asociarse al club.

Podría buscar innumerables razones y excusas para, este año, tampoco hacerme socio. Desde los muchos partidos a los que quizá no pueda ir, por cuestión de agenda o escasez de tiempo, a la falta de ambiciones de un equipo que parece condenado a luchar únicamente por la salvación, debido a las estrecheces presupuestarias y a la poca implicación de las empresas e instituciones locales. Pero, como también solemos decir, para criticar, quejarnos y protestar, para pedir, reclamar y exigir; el estar dentro y formar parte de la masa social del club nos da un plus de legitimidad.

Por todo ello, aunque la información deportiva esté ahora bajo mínimos y sólo los culebrones sobre fichajes amenicen el panorama antes de los Juegos Olímpicos de Beijing, recordemos que, en el horizonte, están esos meses de otoño, invierno y primavera que tantas pasiones, alegrías y emociones deportivas nos tienen que traer. ¿Queremos deporte de elite en Granada? Pues prediquemos con el ejemplo y acudamos en masa a las oficinas de nuestros clubes de referencia, de fútbol y baloncesto, para hacernos socios y, desde esa privilegiada posición, arropar a esos equipos que tanto necesitan de nuestra complicidad, ánimos y apoyo.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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(*) Hemos cumplido nuestra promesa y ya somos socios con asiento en el pabellón. ¡Y accionistas del Club!

EL CABALLERO OSCURO

Comenta Christian Bale en una entrevista reciente que el trabajo de Heath Leadger en su caracterización del Joker ha sido tan exigente y extraordinario que el actor que le toque en suerte interpretar al villano de la tercera entrega de la nueva serie de Batman lo va a tener realmente jodido.


Efectivamente. Muy, muy jodido. Porque, a pique de ser injustos con otras muchas bondades de la película, “El caballero oscuro” es el Joker, hasta el punto de que, una vez terminada de ver, todas las imágenes que nos vuelven a la cabeza están protagonizadas por uno de los malos más carismáticos, inquietantes y enigmáticos de la historia del cine.

Siempre he dicho que lo que menos me gusta de las películas de terror es cuando se descubren las razones del asesino de turno, el porqué es como es o actúa como actúa. Cuando comprendes la lógica de su maldad, el terror queda reducido a la nada. Por eso, películas como “Funny games” u alguna otra de Michael Haneke resultan tan impactantes: nunca te intentan explicar las razones del mal. Éste existe y actúa. Punto y seguido. Y si tienes la desgracia de cruzarte en su camino, mueres. Y punto final.

El gran acierto de “El caballero oscuro” es presentarnos a un Joker amoral, sadomasoquista, inteligente, preclaro, anárquico, manipulador, cruel, frío y sanguinario… sin una explicación. Nada de que se cayó a una marmita de ácido cuando era pequeño o que fue traicionado por sus compañeros de fechorías. Nada. De repente, entra en escena un ser grotesco y se adueña de la pantalla, reduciendo al resto de participantes en la historia a poco más que unas comparsas, Batman incluido.


Siempre he defendido que la calidad del villano es la que marca la maestría del guión de una película como ésta. Y, por eso, “El caballero oscuro” roza la perfección. Porque el segundo villano de la historia, Harvey “Dos caras” Dent, también está magníficamente conseguido, por más que su aspecto final no nos guste tanto como el del Joker. Así, la historia de “Dos caras” ejemplifica el conflicto latente entre el Joker y el propio Batman, convertido casi en un personaje secundario en esta historia rica y abigarrada, repleta de subtramas, la mayoría de ellas, bien negras y criminales, desde el brutal atraco con que arranca la historia a la traición de los agentes del teniente Gordon.


Y luego, claro, todo el trasfondo político y moral de una sociedad corroída por la corrupción, de una ciudad asolada por unos ataques terroristas sin sentido, de la disyuntiva ante la respuesta ciudadana a dichos ataques… y, por supuesto, el papel del Vigilante que actúa al margen de la ley. El poder omnímodo que se salta los tratados de extradición o que barre todos los teléfonos móviles de la ciudad. ¿Libertad? ¿Seguridad? ¿Buenos? ¿Malos?


Y no estamos hablando de una película discursiva de arte y ensayo, ojo. O de una de esas pelis setenteras, ladrillazos teóricos de directores comprometidos con ansias de cambiar el mundo. Ni mucho menos. Hablamos de todo un blockbuster como Batman y de una película de acción que va camino de romper los récords de la taquilla mundial en lo que va de siglo XXI.


La pena es que, para muchos espectadores, analfabetos funcionales, como la panda de tarados que teníamos en el cine el pasado jueves; todo este trasfondo pasa sin pena ni gloria y se quedan, únicamente, con la Batmoto que se desgaja del Batmóvil. Chavales que rondan los veinte años y cuya estulticia y falta de decoro y educación los asemeja a esas pobres acémilas de tiro que, con sus anteojeras, no saben más que tirar del carro de zafiedad, la grosería, la imbecilidad y la idiocia. Cretinos que no se enteran de qué va la película. Ni ésta ni ninguna. Y para ilustrarlo, lean el artículo de mi Alter Ego, José Antonio Flores, publicado en IDEAL hace unos días, sobre la zafiedad.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PD.- No dejen de visitar esta entrada de la Bitácora de mi querido Frankie, en que se especula con los villanos de la próxima entrega de Batman. ¿Y si hacemos una encuesta sobre el particular?

Valoración: 9

Lo mejor: ¡¡¡¡ El Joker!!!

Lo peor: Ni que decir tiene… lo de Heather Leadger. ¿O será su muerte lo que le confiera tanta fuerza al personaje del Joker?

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