¿HA VUELTO HERODES?

Esta nueva Imagen teóricamente imposible, como la de hace unos días de la oferta de oro de esos grandes almacenes, nos llegó vía mail de parte del Foces, al que añoramos y echamos de menos. Muchas veces estamos absolutamente en desacuerdo con las siempre apasionadas opiniones del Foces, y precisamente por eso son necesarias, imprescindibles.


La pregunta, en este caso, es: ¿ha vuelto Herodes?

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UN LIBRO PARA LOS CINCO SENTIDOS

Hace unos días presentábamos a Colin Bertholet. Hoy, de forma directa e ilustrada, presentamos esta maravilla:

Cuando el afortunado lector abra la caja en que se aloja el libro-objeto “El paisaje de la imaginación. Música para una despedida”, de Colin Bertholet, sus cinco sentidos entrarán en ebullición.


La vista, para ese momento, ya estará sobreexcitada, por supuesto. Pero, además, el oído se aprestará a escuchar la música de Rodrigo Leao, Vicente Amigo, Keith Jarret, Yann Tiersen o Miles Davis que se incluye en uno de los libros más originales, sorprendentes, hermosos y espectaculares que hemos tenido la suerte de contemplar.

Además, cuando se abre el libro, un intenso aroma a melaza asalta la pituitaria del lector desde un fastuoso estuche que, en su interior, alberga una deslumbrante colección de tesoros, cada uno más excitante que el anterior. De poemas visuales a estampaciones repletas de colorido, jugando con todo tipo de iconos y diseños, pasando por un excepcional cuaderno fotográfico. De los poemas manuscritos de personalidades como José Lupiáñez, Joaquín Pérez Prados o Mariano Navas al evocador Tango para una despedida de Milena J. Casanova.

Y todo ello con un leit motiv que ha inspirado una obra de arte única y singular: la zafra, la caña de azúcar y el cierre definitivo de la azucarera número 5 del Rosario, en La Caleta de Salobreña, lo que significó la desaparición de una actividad agrícola milenaria que fue introducida en nuestro territorio por los árabes, tan temprano como en el siglo X. Durante centenares de años, la caña y las azucareras fueron parte del devenir cotidiano de la vida en la Costa granadina y, por eso, a modo de íntimo y sentido homenaje, Colin Bertholet se ha enfrascado en este fastuoso Libro de Artista o “Caja de Sensaciones” que, en su definición básica “viene a ser una obra creativa que quiere cumplir una de las máximas del arte total: integrar todas las artes posibles en la búsqueda de un lenguaje universal, mágico y comprensible para cualquier lector de cualquier cultura y en cualquier lugar del mundo.”


Por eso, además de aroma, poesía, música y artes visuales, “El paisaje de la imaginación. Música para una despedida”, incluye material orgánico, resguardado en bolsitas translúcidas: azúcar moreno, melaza, miel de caña y bagazo.


El objetivo de Colin con este libro, además de homenajear a toda una cultura y una forma de vida, es provocar sensaciones, múltiples, distintas y complementarias, en el lector que tenga la fortuna de disfrutar de uno de los escasísimos ejemplares, numerados y certificados ante notario, de un libro que marcará un hito en la historia de la bibliofilia granadina, no en vano, para su confección se han utilizado técnicas tan variadas como la tipografía, serigrafía, linóleo, fotografía, hueco grabado, impresión digital, xilografía transferencias electrográficas por presión y técnica transfer con tratamiento digital.


Y si los contenidos de este libro objeto lo convertirán en codiciada pieza de coleccionista desde que se haga su presentación al público, allá por el mes de octubre; su continente está lógicamente a la altura. Los papeles y pergaminos de mejor calidad, elaborados artesanalmente y expuestos al sol para su secado, un lujo para el tacto, convivirán con las nobles maderas de abedul en que se alojará el CD Rom de esa música para la despedida.

La presentación pública de este trabajo se hará, por supuesto, en el edificio de la Azucarera, en Salobreña, con pública exposición, en tamaño XXL, de algunas de las piezas que forman parte del libro. Habrá actuaciones musicales en directo y, por supuesto, degustación del mítico ron de caña costero. Exposición que se quiere hacer itinerante por otras localidades del litoral granadino.

¿Por qué este libro? Tal y como señala Colin, “se trata de construir una Caja donde estén reunidas la música, la pintura, la literatura y la fotografía en torno a la azucarera, el “edificio más dulce de la costa granadina” que, junto al paisaje y el castillo árabe, conforman una misma perspectiva visual.” La finalidad de “El paisaje de la imaginación. Música para una despedida” es, por tanto, mostrar la belleza y provocar sentimientos y sorpresas a través del rigor en la selección de unas canciones que transmiten sonoridad poética y real y de fotografías que funcionan como destellos pictóricos. Poetas, pintores y artistas conformando un sincero, apasionado y original universo.

Colin Bertholet, autor e inspirador de esta idea, es un salobreñero de pro nacido en Bélgica, pero afincado en el litoral granadino desde que tenía doce años. Su trabajo como interiorista le ha llevado a dejar su impronta en decenas de locales. Actualmente divide su tiempo entre la decoración del Café Sirena de Almuñécar o La Fonda del Buda en Nerja con proyectos en Gerona, Ceuta o Lloret de Mar. Y, en perspectiva, el diseño de la plaza que Salobreña quiere dedicar al dramaturgo José Martín Recuerda.

Pero, además y sobre todo, Colin es un alma inquieta, agitador cultural de la costa granadina, enamorado de la música, viajero y creador infatigable que, en “El paisaje de la imaginación. Música para una despedida”, ha volcado toda su sensibilidad y amor al arte en una Caja Mágica repleta de exquisitos tesoros. Un cofre, un arca cuya riqueza fundamental es el cariño, el mimo y el cuidado con que ha sido diseñado hasta el más mínimo detalle. Una auténtica joya, sin duda alguna.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

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ETERNOS MALOS

Escribíamos en IDEAL hace unas semanas que los malos molan. El Joker nos ha demostrado que sí. Que lo malos, cuando son malos de verdad, son extraordinarios. El Fotogramas trae este mes una galería de malos de película sobre la que basamos nuestra nueva encuesta de la Margen Derecha, que ya sabemos que ustedes la siguen.


¿Cuáles son los mejores malos, los más aterradores, memorables y siniestros de la historia del cine?


Ponemos diez. Pero pueden ser más.


Tienen la palabra.

Durante diez días, seamos malos…

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MAGUEY

Este texto lo escribí en 2005. No sé si habrá aguantado el paso del tiempo. Creo que no lo publiqué nunca. A ver si les gusta.

Hace unos años, cuando acababa de terminar el rodaje de “Perdita Durango”, el director de cine Álex de la Iglesia decía que, entre las cosas más sorprendentes que había visto por la zona fronteriza entre México y los Estados Unidos, se encontraba el respeto reverencial por los cactus. De hecho, tras obtener el permiso para filmar dentro de un Parque Nacional, las autoridades indicaron al equipo de rodaje que dañar una de esas plantas estaba penado… con cárcel.

¿Qué tiene una planta que aquí, en España, tenemos reducida al nivel, prácticamente, de una mala hierba? De primeras, el cactus tiene su protagonismo en la mismísima bandera mexicana. De hecho, está en el propio origen fundacional del país ya que, cuenta la leyenda, cuando los mexicas andaban a la búsqueda de un lugar donde radicar su capital, una señal les indicó que habían de encontrar un águila que tuviese una serpiente entre sus garras y estuviese posada sobre un cactus.

Y si el cactus está en la bandera, eso es algo serio; que los mexicanos son muy mexicanos y llevan su enseña orgullo, haciéndola flamear siempre que se presenta ocasión. Como hacía Hugo camino del Kilimanjaro, por ejemplo.

Cualquiera que viaje a México se impregna, muy pronto, de la cultura del cactus. Camino de Teotihuacán, por ejemplo, paré en un chiringuito que ha hecho del maguey su particular piedra filosofal. “Es una planta extraordinaria. El maguey puede proporcionar al hombre casa, vestido, comida y salud, además de ser un extraordinario medio de conservación del conocimiento al funcionar como un resiste papel en que la tinta queda impresa de por vida.”

¿Estaba exagerando Efraín acerca de las cualidades de esta planta mágica? Ni mucho menos. Sobre el terreno nos hacen una demostración práctica, raspador artesanal de obsidiana en mano, de cómo obtener largos pergaminos de la planta, de cómo sacar aguja e hilo para coser y, sobre todo, de cómo sangrarla para obtener el aguamiel con que hacer el pulque primero y el mezcal y el tequila después.

Está rico el pulque. Dulzón, pero sin empalagar. Y tiene efectos afrodisíacos. Supuestamente. Pero vamos, que lo importante es que se trata de una deliciosa bebida refrescante de la que, dejándola fermentar, embotellándola y añadiéndole un gusano se obtiene el famoso mezcal que tantas veces hemos visto en el cine y hemos leído en los libros. O el tequila. Ese tequila que, reposado, es un placer de dioses.

Es fuerte el mezcal. Con un poderoso sabor a humo que te sube directamente al cerebro, casi sin pasar por el estómago. La Lupe, sabiendo que a palo seco es muy fuerte, lo vende mezclado con otras bebidas, para que su ingesta sea más placentera a las papilas gustativas poco amantes de las emociones explosivas: maracuyá, coco, café y otra amplia variedad de sabores hacen que el combinado de mezcal sepa bien sabroso a los paladares no mexicanos.

Las hojas del nopal, fritas o asadas, no están malas. Y los higos chumbos… ¿de dónde salen? Atentos a un comentario de Fray Juan Navarro: “El cocimiento de tres o cuatro hojas con otros tantos chiles purga bien por cámara y orina los humores gruesos y fríos. El vino que se saca de sus hojas medio asadas es útil al asma. Maguey divino o de Dios; su zumo bebido y aplicado por fuera sana las calenturas.”

¿Es extraño, pues, que del 11 al 15 de septiembre se haya celebrado en Oaxaca la Primera Semana Cultural del Maguey, “para resaltar los valores históricos y socioculturales ligadas a la producción del Maguey y del Mezcal” o que el artista oaxaqueño Rodolfo Nieto utilizara los grandes cactus y nopaleras como motivo de una muy especial inspiración artística?


Y eso sin hablar del cada vez más conocido, famoso, usado y reivindicado aloe vera. Hasta estrechas faldas, bien ajustadas y embutidas, con una capa interior de aloe, son utilizadas por las mujeres más “in” para ir recibiendo un continuo masaje de aloe mientras hacen vida normal; tal y como comentaba Miguel Ángel Rodríguez Pinto cuando glosábamos las maravillas de Oaxaca.

Y es que en México hay hasta 400 especies de maguey. Tantas que no es de extrañar que el hermoso y subyugante jardín del fastuoso Monasterio de Santo Domingo esté diseñado, exclusivamente, con cactus, magueyes, nopaleras y otras modalidades de esta prodigiosa planta que, en España, también conocemos como pita y que, como decíamos al principio, tratamos con un poco de desprecio. Cuando, a todo lo antedicho, se une el que sirve como extraordinario agente antierosionador del suelo.

Y que son muy agradecidos, a decir de los campesinos, que prenden en casi cualquier sitio y, sobre todo, que pocos cuidados requieren para criarse bien hermosos. Y poca agua, con lo que enlazamos con el título de estas notas.

Decir que en España cada vez llueve menos es una obviedad. Las zonas del sureste peninsular cada vez se van pareciendo más a un semidesierto, precisamente el tipo de clima perfecto para una planta que, tanto por rendimiento económico como por pura estética, va a terminar jugando un papel muy importante en nuestros paisajes… ¿y en nuestras industrias?

Los tequilas y mezcales más depurados se cotizan alto en el mercado. Los buenos reposados de las mejores añadas alcanzan los precios de los Riojas del 82. Y del aloe va quedando poco por decir, sin contar con que el agua para mantener verdes los jardines de césped empieza a estar por las nubes.

¿Tienen nuestros viveros mucha variedad de cactus entre su oferta? Porque el primero que empiece a importar, por ejemplo, esas grandes nopaleras mexicanas de proporciones homéricas, puede ponerse las botas. Y el que aprenda a destilar el hidromiel y fabrique buenos mezcales y tequilas, lo mismo se hace de oro.

Las cosas (y el clima) están cambiando. Hay que adaptarse. Y si en este mundo hay una planta que ha sabido adaptarse a las circunstancias más duras y difíciles, a la aridez de los secarrales más aparentemente estériles e improductivos, ésa ha sido el cactus. Todo un ejemplo a tener en cuenta.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
25 de septiembre de 2005.