La cámara, como el algodón, no engaña. Cuatro instantáneas que me manda José Antonio, desde Zaragoza, y que acreditan la importancia de mirar bien mirado por el visor de la cámara antes de hacer click.
Lo curioso es que, al final, “Diario de una ninfómana”, una película normalita y tirando a discreta, ha ocupado los titulares de los periódicos. ¿Será posible que todavía no hayan aprendido?
La exhibición del cartel de una chica en ropa interior cuya mano insinúa un decidido avance hacia sus zonas pudendas, fue prohibida en las marquesinas de Madrid, feudo de Doña Esperanza. La noticia saltó a la prensa, se abrió el debate y los foros de Internet, que habrían permanecido mudos ante el estreno de la película de marras, comenzaron a echar humo.
Así, y aunque en Granada haya sido estrenada en una salita muy pequeña, había un lleno total para ver la historia de esa chica que le confiesa a su abuela, una estupenda Geraldine Chaplin, que es presa de un furor uterino que empezó gustándole y ya no le genera sino problemas y sinsabores.
Basada en un best seller de Valérie Tasso, se supone que estamos ante la escandalosa historia de una niña bien, pijita, hija de buena familia, a la que el sexo y sus ganas de experimentar y disfrutar de todas y cada una de las sensaciones que éste le provoca, la conducen a una espiral descendente que la llevará a conocer la violencia, el miedo y la abyección más profundos.
El morbo surge cuando, por supuesto, queremos saber si la historia es real o se trata de pura ficción. Ahora mismo no sé si el texto original en que se basa la película pasa por ser autobiográfico, pero, desde luego, una vez vista la adaptación de Christian Molina, al espectador no le deberían caber dudas: ¡falsa! ¡Más falsa que la falsa moneda con que pagaron al falso de Judas su traición!
Porque la historia que nos cuentan es tan rocambolesca y forzada que resulta increíble. Que la chica aquejada de furor uterino lo pase mal y sufra algunas humillaciones, en mitad de su vorágine de sexo salvaje, pase. La aparición del Príncipe Azul ya empieza a ser menos creíble y su súbito desdoblamiento de personalidad en forma de un Jekyll y Hyde con acento porteño, ya no engaña a nadie. Y, después, la decisión de Val… bueno. Pues que no.
Y el caso es que la película se deja ver. Por separado, los segmentos están bien construidos, aunque tengan un cierto aroma al deja vú. Nada de lo que pasa en la película te sorprende, te extraña o te escandaliza. A fin de cuentas, lo hemos visto decenas de veces en películas y telefilmes de los pelajes más distintos.
Por todo ello, estimada Esperanza ¿qué sentido tenía montar una escandalera sin sentido acerca del cartel de una película bastante inane que no iba a durar ni diez días en cartelera?
En fin…
Valoración: 6.
Lo mejor: Es una historia desprejuiciada, bien interpretada y que toca temas de interesante actualidad.
Lo peor: Su radical falta de originalidad en todo lo que cuenta.