Haciendo recuento de los países que he visitado hasta le fecha, me salían treinta, aproximadamente. A medida que los cuantificaba, intentaba acordarme de momentos y vivencias de cada uno de los viajes que hice. Y no es fácil. El tiempo tiende a confundir, mitigar y mezclar recuerdos. Máxime, cuando a algunos países he ido en ocasiones diferentes y con personas distintas, en momentos vitales igualmente diferentes.
Bar Bozo. Mopti. Un amigo, dibujando en mi cuaderno de viajes
Hace unos días, una amiga me mandaba su plan de viaje para Etiopía. Nombres como Arba Minch, Jinka, Addis Abeba o Lalibela me volvieron a la cabeza, como un torrente, máxime porque no hacía mucho que estuve revisando fotos de aquel viaje, para el Picasa que tienen ahí, en la Margen Derecha.
Niñas Hammer. Turmi. Etiopía.
Me gustaría volver a mis viajes. Me apetece. Estoy barajando qué hacer en Navidad, pero en estos momentos me quedo con la serenidad de la reflexión, el recuerdo y la evocación, antes que con los proyectos y los planes más inmediatos.
Y para ello, voy a intentar utilizar un sistema inédito hasta la fecha: seleccionar una ciudad, un pueblo, un rincón, un paisaje, una región especial de cada uno de los países visitados, intentando explicar el porqué de dicha elección, en relación con aquel viaje en concreto y con el resto del país.
En algunos casos, viajes fugaces, rápidos y directos, la cosa será bien sencilla. En otros, mucho más complicada. Tanto que, incluso, tendré que hacerme trampas a mí mismo. A Marruecos, por ejemplo, he viajado varias veces. ¿Cómo no hablar de Chefchauen? ¿Cómo no recordar las dunas de Merzouga?
Aquí empezó todo…
Pero voy a procurar ser honesto y, de cada país, sólo elegir un lugar, intentando, además, no repetirme con algunas de las cosas que ya hemos escrito de viajes, procurando ser original y no ir a sitios de los que fácilmente se puede saber a través de una guía de viajes. Buscar ángulos insólitos, perspectivas personales y diferentes.
Lo primero debería ser, por supuesto, una lista. ¡Ay esas listas que tanto nos gustan! A ver si soy capaz de elegir un lugar para cada uno de esos treinta países y, después, “obligarme” a escribir una entrega quincenal sobre esos viajes, de forma que, aprovechando los fríos del otoño y el invierno granadinos, tengamos una ventanita abierta a esos espacios que proporcionan los viajes.
Finisterre. El fin del mundo…
Porque los viajes se viven, ¡tantas veces lo hemos dicho!, no sólo mientras viajamos, sino antes y después de emprender y terminar el periplo. Escribir sobre los viajes es una forma de revivirlos, reeditarlos y reivindicarlos.
Vamos con la lista, en la que, como digo, procuraremos no “ir” a los sitios más tópicos, aunque a veces será inevitable. Una selección que, como me conozco, iré cambiando y variando una y otra vez, a medida que vea fotos, lea libros o revistas o charle con los amigos.
Además, como quedará inconclusa, habrá que ir completándola poco a poco.
Se admiten, se necesitan y se requieren comentarios, propuestas y sugerencias, por supuesto.
La lista:
España: Finisterre.
Portugal: Oporto.
Francia: Saint Jean Pied de Port.
Bélgica: Grand Place de Bruselas.
Alemania: Museo del cine de Berlín.
Italia:
Irlanda: Cong (Innisfrie) y las Islas de Arán.
Inglaterra:
Croacia:
Montenegro: Kotor.
Serbia: Danubio.
Bosnia-Herzegovina: Sarajevo.
Eslovenia:
República Checa:
Hungría:
Austria: Dorotheum.
Marruecos: Chefchauen y Merzouga.
Senegal: Saint Louis.
Malí: Tombuctú.
Burkina Faso:
Tanzania: Kilimanjaro.
Etiopía: Turmi.
Egipto: Las Pirámides.
Turquía:
Jordania: El Mar Muerto.
Yemen: Shibam
Arabia Saudí: El desierto.
Siria: La frontera con Irak.
China: La perla de Oriente.
México:
Guatemala: La lava de un volcán vivo.
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