Subimos a esta bitácora, el día de las elecciones americanas, la segunda parte del reportaje publicado en IDEAL sobre los presidentes americanos televisivos. Así arrancaba “El tío Sam ante la cámara” y, si recuerdan, terminábamos hablando de Bill y Hillary. Por ahí seguimos. ¿Qué les parece la conclusión del reportaje, a todo esto?.
En “Presidente por un día”, en fin, la pareja formada por Kevin Kline y Sigourney Weaver se reían a mandíbula batiente del affaire Lewinsky, la becaria más famosa de la historia, en una sátira que, siendo divertida, no buscaba hacer sangre.
Pero no todo son demócratas en la filmografía presidencial yanqui. En “Ciudadano Bob Roberts”, un impresionante Tim Roberts dirigió e interpretó la historia de un cantante folk que, ataviado con sombrero de ala ancha y armado con una guitarra, se lanzaba a una teóricamente imposible carrera como senador, detrás de la que se agazapaba una trama racista, militarista y económicamente elitista, tal y como descubrió un desconocido periodista. Filmada con la apariencia de documental, la película sirvió para descubrir a un comprometido Robins que, en su faceta como director, rayó a la altura de su ya apreciable carrera de actor.
Pero volvamos a los padres fundadores de la patria norteamericana. Comenzábamos esta semblanza cinéfilo-presidencial habando de una serie de televisión, “John Adams”. En ella, aprovechando que se repasa pormenorizadamente la biografía del segundo presidente de los EE.UU. asistimos a la independencia del país, a la redacción de la Constitución y a las tensiones entre los Estados y el poder central. Y, por supuesto, en todo ello participaron Washington y Jefferson, primer y tercer presidentes americanos, respectivamente.
En “Jefferson en París”, James Ivory ya trabajó sobre la figura de una persona a la que Adams definiera como “una contradicción andante”, posiblemente la figura más interesante, novelesca o cinematográfica de aquella transición económica y política en el Nuevo Mundo. Sobre Washington también hay algunas series y películas, como “George Washington: la leyenda”, en que Jeff Daniels interpretaba al famoso general.
Sin embargo, fue Abraham Lincoln el presidente americano que más proyección tuvo en las pantallas de cine, desde que el mismísimo y pionero D.W. Griffith filmara su apasionante historia. John Ford, por su parte, filmó “Prisionero del odio” y “El joven Lincoln”, basándose en una figura histórica que le apasionaba especialmente. Y, mirando adelante, Steven Spielberg ha anunciado varias veces su intención de revisitar el mito, con Liam Neeson como protagonista.
LA OBSESIÓN PRESIDENCIALISTA DE OLIVER STONE
Ya hablamos anteriormente sobre el asesinato de Kennedy y las repercusiones que tuvo en la sociedad americana. La película que con más lujos de medios intentó arrojar luz al magnicidio de Dallas fue “JFK”, dirigida por Oliver Stone, que se había hecho famoso al ganar el Óscar con su drama bélico “Platoon”.
A través de un ingente reparto coral y de un preciosista ejercicio de montaje, “JFK” es una extraordinaria película que pareció abrir una especie de obsesión presidencialista en su director ya que, después de trabajar sobre Kennedy, Stone ha filmado las biografías de Richard Nixon y del propio George Bush Jr.
Comenzando por esta última, diremos que ya antes de su estreno, “W” viene revestida de una agria polémica, no en vano, el estreno europeo iba a producirse en el Festival de Roma y el mismísimo Silvio Berlusconi ha censurado su proyección. Promete ser, por supuesto, una película que dará mucho que hablar y que nos permitirá a los periodistas derramar litros de tinta.
Tras el fulgurante éxito de “JFK”, Stone fichó a Anthony Hopkins para que le ayudara a componer a un Nixon amargado, alcoholizado y paranoico. Una película oscura, tibiamente acogida por la crítica y a la que el público dio la espalda, quizá porque sobre el famoso Watergate, el listón que pusieron Robert Redford y Dustin Hoffman en “Todos los hombres del presidente” ya estaba demasiado alto.
Y, sin embargo, estos retratos de los políticos en activo resultan de lo más estimulante. En Francia o en Inglaterra, diversos cineastas se han acercado a las figuras de Mitterrand o de Margareth Thatcher. Incluso al de la reina Isabel II. ¿Y en España?
En España nada de esto es posible. ¿Por la baja talla intelectual, moral o histórica de nuestros presidentes? ¿Por cobardía? O quizá pensamos que al público no le interesarían… El caso es que en nuestro país, a lo más que llegamos es a esos documentales hagiográficos y de medio pelo, de encargo, cuyo único fin es ensalzar al personaje de turno, pero nunca analizar las luces y las sombras de sus vidas, públicas y privadas. Lo que en el paraíso del Tomate y la telebasura debería darnos que pensar.
Y, desde luego, por si alguien lo dudaba, la fiebre presidencialista no remite en el país norteamericano: en la nueva película de Philip Noyce, Tom Cruise sería un joven presidente que, a su llegada a la Casa Blanca, se tiene que enfrentar a un singular complot, película que contaría también con la presencia de Denzel Washington.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
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