¡NO A LA P@RNOGRAFÍA INFANTIL!

Ustedes lo saben. Me gusta, soy un mordido de la novela más negra y criminal, oscura, violenta y comprometida. Asomarse a los abismos más abyectos del ser humano a través de las páginas de un libro es una forma cómoda y sencilla, poco peligrosa, de intentar comprender a esos monstruos, esos Golem que corrompen nuestras sociedades: la corrupción, la violencia, la falta de ética y moral…


Uno de los temas que más me han afectado y que siempre me han puesto los pelos como escarpias es el de la corrupción y la violencia ejercida contra los menores. Y la novela negra, por supuesto, ha tratado ese tema.

Un día empecé a reseñar diversos títulos que hablan sobre la violencia contra las personas más indefensas de nuestra sociedad. Y lo que iba a ser un reportaje de dos o tres páginas, fue creciendo y creciendo hasta terminar convertido en un documento de catorce páginas al que no he sabido qué utilidad dar.


Por ahí lo tengo, guardado en las tripas de algún ordenador.

Sí recuerdo dos cosas sobre el mismo.

La primera, que estaba dedicado a Alicia Núñez Castillo y al resto de trabajadores del Servicio de Protección de Menores de Granada, con todo el respeto y la admiración por su trabajo.

La segunda, que estaba encabezado por estas dos citas, de Alfred de Vigny y Antonio Machado, respectivamente:

“Las personas fuertes crean sus acontecimientos;
las débiles sufren lo que les impone el destino.”

“Enamoróse de una tierna niña,
subiósele el amor a la cabeza
como el zumo dorado de la viña
y despertó su natural fiereza.”


Y hoy, Día Universal del Niño, me acordé de todo ello y tenía ganas de comentarlo con ustedes.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

PARA LIZZ

Hace unos días, escribíamos arrobadas palabras de amor a Lizz Wright, después de haber gozado de un impresionante concierto en el Festival de Jazz de Granada.

Movido por aquél recuerdo, escribí estos horribles ripios, iniciadores de una serie de Poesía Criminal, por lo negro de su sustancia, sí. Pero también, porque es un crimen llamar poesía a esto…

En fin. AL menos, se pueden solazar con las fotos de Lizz que Juan Jesús García ha tenido la generosidad de enviarme, y cuyo Blog no deben perderse: No hay futuro.


“Come with me, old man”, me susurraste al oído.
Y yo te hice caso. Excitado como un animal
al que llevan al matadero, sin un titubeo
me puse en camino, siguiendo la estela de tu andar.

Todo fueron besos y caricias, tórrido sexo,
calor, sudor, música y pura sensualidad.
Después llegaron las dudas, las miradas esquivas
y, por fin, el silencio, gélido y sepulcral.

Pero yo no renuncié y, como una geisha,
me arrastraba por polvorientos caminos sin principio ni final,
siguiendo tus pasos, jadeante, como un perro fiel,
al que arrojabas piedras, pretendiéndole alejar.


Los días transcurrían monótonos y mortecinos,
caminando sin rumbo fijo, viajando al azar
girando como peonzas, de pueblo en pueblo, de taberna en taberna,
hasta que tu mirada se cruzó con la de aquel tipo, y nada volvió a ser igual.

No era trigo limpio. Te lo advertí. Pero no atendías a razones
y te fuiste con él, maldiciendo mi destino, con tu voz gutural:
“Olvídame y déjame en paz, pata de perro,
sigue tu camino y olvida que me conociste, un día fatal.”

Noches y días, mañanas y tardes de soledad, frío y calor,
sin querer perder vuestro rastro animal
de música, humo, sexo y cerveza,
pero también de peleas, broncas y violencia brutal.

Tu bello rostro desfigurado, sangrando, amoratado
después de sufrir una paliza bestial
propinada por aquel patán, de dulce mirada y
puños de criminal.

Pero entonces tampoco me buscaste.
Cerraste los ojos, evitando ese manantial,
esas lágrimas que brotaban de lo más hondo,
deseando derramarse de forma torrencial.

Lágrimas de impotencia, rojas de sangre,
lágrimas negras, de odio; translúcidas: lágrimas de cristal
lágrimas frías, lágrimas de fino acero,
acero como el del cuchillo, el vil metal.

Nunca debiste enterarte
de cómo le arranqué los ojos a aquel semental,
de cómo lloraba al sentir que la vida se le iba,
que la perdía por siempre jamás.


Y tú seguiste tu camino, susurrando
“Come with me, young man”
volviendo locos a esos hombres
a los que después, yo, les metía puñal.

Y así seguimos, vagando por el mundo,
en un viaje que no tiene final.
Tú, cantando, amando, riendo, abandonando…
Yo, de lejos, aplicando mi propio código penal.

Cuídate, Lizzie. O no te cuides.
No importa, no pasa nada. Da igual.
Porque detrás de ti, siempre tendrás a un ángel de la guarda
que te vigila, te cuida, te ama y te protege de todo mal.

Joe Louis.

CUAVERSOS JULIANOS

Hoy es un miércoles especial. Claro. Toca hablar en verso. De poesía. Tenía preparado un puñado de horrorosos ripios para ustedes, pero la actualidad manda.

Y la actualidad nos lleva, por un lado, a la sección Vivir de IDEAL, donde encontramos este reportaje, escrito por un servidor, con la colaboración de muchos de ustedes: Entre los bytes y los libros. En él hablamos de esto: Liblogs, Cuaversos, las 200 palabras…

Pero es que, además, mi amigo Ignacio me pasa esta sentida “Carta a Julia” (Mi no ahijada), creo que, sin saber, que el de Julia es un nombre muy, muy importante en vida.

Así que, mis ripios pueden esperar. Hoy, miércoles de poesía, les dejo con esta especialísima Carta a Julia, dedicada a todas las Julias de mi vida.

Carta a Julia (Mi no ahijada)

Me dice tu madre que te escriba,

más que nada porque sepas algo de mí.

Tu padre eligió mal a tu padrino.

No se lo reproches.

Cuando se bebe y se fuma

como él y yo lo hacíamos,

dándolo todo,

se dicen muchas tonterías.

Y aquel cava -de 1,51 euros la botella-

nos envenenó para siempre.

Pero tu madre tiene razón.

He de escribirte, al menos,

para que sepas algo de mí,

nada nuevo que tu padre,

en las primeras cañas que con él

tomabas, te contara a escondidas.

Cuando pienso en ti,

y créeme que lo hago,

sostengo que a los dos nos separan diferentes caminos

y mientras tú disfrutas viajando

-se supone que para aprender idiomas-,

yo me siento a esperar que se pase mi propio aburrimiento.

Malvivo, duermo poco, bebo y fumo a destajo

para olvidar qué aprisa pasa el tiempo.

Yo, querida Julia, al menos,

pienso cada vez más,

y siento cada vez menos

y con los años

nada parece ser que era

tal como yo lo quise

cuando mi edad primera.

Tu padre tiene razón,

aunque yo en aquellas noches de entonces

tratara de disuadirlo:

la vida es una mierda.

No quiero, sin embargo,

que pienses que de nuevo

oigo las mismas notas sombrías.

Ya me atrevo a salir más allá

de estas cuatro paredes

donde estuve tantos años

enredando en las redes del alma,

herido en la conciencia, ahogado en su profundo

fondo de mar.

Y a flote salí, o eso creo,

o eso dije para convencer

a tantos loqueros que me trataron,

que el tiempo, si te sirve,

cura la ansiedad, la desgana,

el miedo y la locura.

Y ya que nada tiene respuesta,

no pregunto.

Al fin todo pasó.

Y ahora, paso a otro asunto.

Ya se por tu padre

que le distes calabazas a Antonio David

y que por ello entró en depresión.

Lo que no sé es si sus padres siguen juntos o separados,

qué mas da, ¿no?

Hace frío. Desnudan sus árboles sus hojas de oro viejo,

y si llueve huele a campo e infancia.

Ya la tarde es más breve y más larga la noche.

Y yo, como siempre, en el aeropuerto,

en los cines, en las esquinas, dentro de mí siento

que algo raro me aprieta el corazón y busco,

detrás de la careta el rostro y, tras el rostro,

una certeza, un sueño, algo que sé que no es nada.

Ya no trabajo, como sabes, todo lo dejé.

Vivo de recuerdos. Esos que construían un mundo

que era una mierda, sin saber que no era verdad.

Que la mierda de mundo vendría después.

Eso sí, escribo. Tonterías. Muchas tonterías.

Mientras tanto pretendo no hacer nada:

vivir sin hacer nada, que es para lo que valgo

y es para mí la única manera de hacer algo.

Echo de menos a tu padre, pero no se lo digas.

Donde estarán -me pregunto-

las noches salvajes de ayer.

No salgo fuera, ni quiero hacer viajes,

no porque aquí esté bien, sino porque cansado,

aquí me encuentro igual de mal que en otro lado.

En fin, que vivo como si no existiera.

Y con esto ya acabo.

Mis mejores deseos

te mando.

Y ven cuando quieras.

Acompañada, por supuesto que puedes,

no se lo diré a mamá,

pero a papá nada puedo ocultarle.

¿PODRÁ OBAMA? PARTE II

Terminaba la primera parte de este artículo sobre Obama con una pregunta: “¿Contará Obama con tantos apoyos y complicidades?”

Ser presidente del país más poderoso del mundo, además de la lógica responsabilidad inherente al cargo, debe arrostrar un efecto colateral muy difícil de digerir: la inmensa soledad del líder. Las representaciones gráficas de una estructura de poder siempre son piramidales y, en el vértice del triángulo, está la figura solitaria del jefe.


Por muchos asesores que tenga, por mucho que su Gabinete sea el mejor formado, preparado y comprometido, al final, Obama estará solo. Y las decisiones que tome le competerán y le comprometerán a él y sólo a él. Personalmente. Porque él ha prometido cambiar el mundo y a él se le va a exigir que lo cumpla. A él solito.


Y el reto, por supuesto, no es pequeño. ¿Has leído ustedes todas las cosas que se están escribiendo estos días? Parece que un nuevo Mesías se haya hecho carne, presto a ocupar la Casa Blanca. A título de ejemplo, Peter Singer, Catedrático de Bioética de Princetown señala que “el presidente electo debe hacer cambios en Guantánamo, Irak, África y el medio ambiente.” Ahí es nada. Para Lluís Bassets, “El futuro presidente no tiene tiempo que perder ni se puede permitir error alguno”.

El propio Obama parece tenerlo claro: “Mientras disfrutamos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas: dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiero desde hace un siglo.”


Y, sin embargo, creo que equivoca cuando supone que la gente se va a movilizar: “Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu patriótico, responsable, en que cada uno eche una mano y trabaje más y se preocupe no sólo de uno mismo sino también del otro”.

Con resonancias al mítico discurso de Kennedy: “conciudadanos del mundo: preguntad, no qué pueden hacer por vosotros los Estados Unidos de América, sino qué podremos hacer juntos por la libertad del hombre”, creo que la historia se ha encargado de demostrar que no. En la fiesta y la celebración, todos somos uno. Pero, a la hora de trabajar, estamos solos. Y a la hora de exigir responsabilidades, siempre miramos hacia arriba. Y arriba, arriba del todo, en lo más alto y completamente solo, está Barack Hussein Obama.

Y, sin embargo, no podemos sospechar que el presidente electo de USA es un cándido. Me gusta una frase de su autobiografía “Los sueños de mi padre”, brillantemente editada por la editorial granadina Almed: “Lo que más me choca cuando pienso en la historia de mi familia es su inocencia constantemente puesta a prueba, una inocencia inimaginable incluso a los ojos de un niño.”

Ojalá que Obama haga bueno el sentido de su nombre. En árabe, la palabra Baraka significa “bendición divina” y, en general, tener baraka es sinónimo de suerte y buena fortuna. Pues eso. Que la mejor Baraka acompañe a Obama.

Jesús Lens Espinosa de los Monteros..

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¿PODRÁ OBAMA?

Yes. They could. Sí. Pudieron. Lo consiguieron. Ganaron los demócratas y, haciendo buenas a las encuestas y sondeos de opinión, los Estados Unidos de América tienen como Presidente a Barack Hussein Obama, un afroamericano, pero de los de verdad y, para más inri, con ascendencia islámica.

A lo largo de estos meses hemos recibido un sugestivo y alentador caudal de mensajes que, apoyando a Obama, apelaban a conceptos tan ilusionantes como hacer posibles los sueños, culminar un viaje histórico, cambiar el mundo, etcétera. “El triunfo del genio viajero de la palabra”, leíamos en IDEAL.

Y todo ello, bajo un lema tan sencillo como efectivo. “Sí. Podemos”. Una primera persona del plural amplia, generosa, integradora, que hace cómplices a quiénes la oyen, que invita a sumarse a la causa, a apoyarla y, en el momento de la victoria, a felicitarse y congratularse, juntos.


Por fin. Se ha conseguido. Lo logramos. Estamos ante un hito histórico que tiene proporciones simbólicas de una trascendencia que, posiblemente, van mucho más allá de lo que la sociedad española, bastante más homogénea e igualitaria que la estadounidense, es capaces de vislumbrar. “Obama abre la puerta a un nuevo mundo”, podemos leer en un aparatoso titular de prensa. Y fíjense qué dice Moisés Naím sobre las cualidades que se le atribuyen: “En ciertas culturas indígenas el chamán es un personaje muy importante. Es un ser espiritual dotado de energías especiales y que tiene visiones que le permiten anticiparse a los demás. Quizá lo más importante es que posee dones curativos: es un hombre medicinal.”


Ahora bien, ¿será capaz, Obama, de estar a la altura no sólo de la imagen que nos hemos forjado de su persona, sino, sobre todo, del reto que él mismo se ha impuesto? En su discurso de la victoria decía lo siguiente: “El camino por delante será largo. La cuesta será pronunciada. Pero os prometo que nosotros, como pueblo, llegaremos. Habrá percances y pasos en falso… pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos esperan.”

Dando por supuesto que todas las consignas que hemos reseñado anteriormente son algo más que meras proclamas publicitarias o añagazas electoralistas, la carga que Obama se ha echado sobre sus hombros parece desmesurada. Homérica. Titánica. Tanto que nos tenemos que preguntar si dará o no dará la talla. Porque en la celebración del triunfo, ese ya famoso “podemos” ha sonado con mucha fuerza, pero, cuando haya que arrimar el hombro y trabajar duramente, sacrificándose para transformar las consignas en hechos, ¿contará Obama con tantos apoyos y complicidades?

CONTINUARÁ.