Pocos virales tan buenos como éste. ¿No os da pena? ¿No es para comérselo?
Los enlaces:
El vídeo: www.youtube.com/watch?v=Xfu8mNPgK98
Y la web de la película. Imprescindible: «El lince perdido».
Pocos virales tan buenos como éste. ¿No os da pena? ¿No es para comérselo?
Los enlaces:
El vídeo: www.youtube.com/watch?v=Xfu8mNPgK98
Y la web de la película. Imprescindible: «El lince perdido».
Luego creo que me atreveré a subir un abominable intento de Haiku que escribí el otro día. O quizá no. Pero ahora os dejo con estos versos de él. El más deseado. La persona que ha convertido a los miércoles en el día más esperado para los seguidores de esta Bitácora.
Ignacio, que nos habla sobre ellas… ¿quiénes? Tras los versos dedicados a Julia y los referidos al dolor y la derrota, hoy las protagonistas son ellas. ¿Quiénes? ¿De quiénes piensas que habla Ignacio en esta entrega de los Cuaversos?
Cuando cautivaron nuestras vidas
llevaban pinturas de guerra en sus rostros
y todas admiraban a algún cantante inglés.
Les gustaba la nieve, el mes de febrero
y los años impares, pero también el mar,
las playas y los bikinis.
Y sobre todo, llamar la atención,
eso sí, sin querer.
A veces se ponían un poco tristes
con un ramo de lluvia entre sus manos
como a la espera de una fotografía.
Buscaban -sin saberlo- la imperfección de la hermosura,
los labios con aristas,
los besos que se consumían de anhelo en nuestras lenguas.
Aguardaban la madurez lejana
en que resultaría tan fácil ser mujeres…
porque la madurez era entonces, tan sólo, una palabra.
Las primeras que recorrieron nuestras vidas
se fueron disolviendo en la nostalgia
y volvieron a surgir algún tiempo después,
creciendo en la clausura de otros labios,
existiendo en unos ojos ajenos,
despertando en el molde de unos cuerpos
que ya, no eran los nuestros.
Mientras, las cenizas de tardes sucedidas
se extinguían entre los dedos no tocados
pero ahora, sin la tenaz urgencia del deseo,
sin la mínima voracidad de la costumbre.
Y ya no nos queda más asidero que la melancolía
ni más inminencia que el olvido.
Pues no debemos tener derecho a que nos duela
aquello que no nos pertenece
o lo que tal vez jamás pudo ser nuestro.
O no…