¡SIGUES SIENDO EL REY!

Sí, amigo Carlos. Sigues siendo el Rey. Si por algo se caracterizó el extinto 2008, literariamente hablando, fue por el descubrimiento de los estupendos autores publicados en la editorial Salto de Página. Si en Semana Negra, los grandes triunfadores fuisteis Leo Oyola y tú, con el permiso de Juan Ramón Biedma; este año le auguramos muy buenas perspectivas a Urra, cuya «A timba abierta» es una de esas novelas que se leen de una sentada y se disfrutan con frenesí. Y mirad lo que ha publicado El Cultural de El Mundo sobre los nombres imprescindibles del 2009.

 

Pero, amigo Carlos, tú sigues siendo el rey. Y bien sabes por qué lo digo. Entre mis amigotes más fieles ya tenemos una consigna clásica: cuando uno empieza con la frase «Si hay miseria…» el otro la termina con su consecuencia lógica: «que no se note».

 

Desde dentro de poco, de muy poco, espero; añadiremos una nueva consigna a la colección. Ya sabes cuál: «Lo importante no es ganar… si no hacer que pierda el otro.» Y es que nuestro amigo Soldati no tiene precio.

 

Está claro, pues, que he leído ese texto que me mandaste hace unas semanas. Aunque lo correcto sería decir que lo he devorado, casi literalmente. Porque tu último manuscrito no se lee: de cómo entra por los ojos, de cómo te engancha por las tripas, esa novela se bebe, se come y, después, se eructa con satisfacción, gracias al excelente gusto que te deja.

 

Hasta aquí la parte buena. Espero haber conseguido, querido Carlos, ganarme tu favor. Porque ahora viene la parte en que te cabreas conmigo. Y con razón. Pero tengo que confesarlo: querido Carlos… confieso que he repartido tu novela inédita. Y confieso que la he repartido a medio mundo.

 

Lo sé.

 

Es intolerable.

 

Absurdo.

 

Inexplicable.

 

Pero déjame que te cuente, amigo Carlos, antes de que cojas el teléfono y me denuncies al mismísimo Número Uno.

 

Verás.

 

El caso es que me iba de viaje. Y a la hora de decidir qué libro llevarme, pensé que nada mejor que los trescientos y pico folios de la nueva e inmaculada novela de Carlos Salem.

 

La comencé en Madrid. Leí allí un par de capítulos. Y, cerrando la bolsa de viaje para ir al aeropuerto, como si un rayo de lucidez me hubiese iluminado, pensé que esta novela sólo iba a hacer un camino. ¿Lo adivinas? Claro que sí. Camino de ida. Así que dejé los dos primeros capítulos de la misma en la capital del reino. Después, otro par más se quedaron en Barajas. Uno en el avión que me llevara a Estambul. Tres en la antigua capital del Imperio Otomano. Dos más en el avión para Damasco. En la capital de Siria descansa otro buen puñado de folios de tu novela y, por fin, la resolución de la misma está repartida entre Baalbek, Byblos (la ciudad más antigua de la humanidad, según la Biblia) y Beirut, capital del Líbano.

 

Porque siendo una road-novel protagonizada por personajes desaforados, pensé que era de justicia poética ir dejando su huella allá por donde yo la iba leyendo. Pero no temas. Como sé que esto de la literatura es un peligro y que hay más piratas bibliográficos que cibernéticos, fui extremadamente cuidadoso. Cada folio fue depositado estratégicamente en lugares inaccesibles para un posible plagiador que me anduviera siguiendo los pasos para hacerse con tu manuscrito.

 

Y es que, la verdad sea dicha, si no fuera porque nos llevamos bien y un día de estos espero pasarme por Madrid a que me invites a un buen Tequila Reposado, ya habría registrado la novela a mi nombre y andaría buscando a un buen agente que me negociara la venta de sus derechos cinematográficos. Porque si España fuera un país serio, tu nueva novela escalaría a lo más alto de las listas de ventas y, después, la película rompería taquillas.

 

Porque, querido Carlos, tu novela, a caballo entre lo negro y criminal, lo humorístico y lo aventurero, protagonizada por un puñado inolvidable de personajes principales y pespunteada por un reparto coral de secundarios de lujo es precisamente eso: un lujo. Un despelote cargado de ironía, inteligencia y desparpajo. Una novela que habría hecho las delicias de Rafael Azcona y que sería capaz de sacar de su retiro al mismísimo Luis García Berlanga. Una novela que daría lugar a una película que se convertiría en un clásico del estilo de «Amanece que no es poco.» Si España fuera un país serio, claro 🙁

 

Termino ya, querido Carlos. Sé que tienes que darle un repaso, dejarla reposar y darle otro vistazo a la novela, para que quede perfectamente niquelada. En otro mail te comentaré un par de cosas al respecto, a ver qué te parecen. Pero, querido amigo, siendo tiempo de magia, siendo día de Reyes, sólo te puedo decir una cosa:

 

Carlos, colega… ¡sigues siendo el Rey!

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.             

MEDIO EN CASA

Aunque esta mañana dejaba unas notas desde Estambul, no puedo evitar esta actualización tipo Revista de Prensa: Todos estos días he estado blogueando desde Siria y el Líbano. incluso en los transbordos desde Estambul. Ergo, he tenido conexión a Internet. Ergo he podido leer la prensa. Pero no. Y esto me gustaría hablarlo con Barrera y Torres largo y tendido. Es imposible leer la prensa, en el sentido tradicional del término, de forma cibernética.

 

Ha sido bajarme del avión, comprar El País, pedir una caña y una de bravas y disfrutar largo y tendido de la atenta lectura, entre otros, de estos tres reportajes, noticias y artículos de opinión.

 

El primero, «Visión del campo», de Julio Llamazares, cargado de ironía, mala leche y que esputa verdades como puños; se lo quiero dedica a Jose, de CR, uno de mis compis del viaje al Líbano. Un tipo cabal que llama a las cosas por su nombre y no se casa con nadie. M-O-D-E-L-I-C-O ¿A que sí, compañero?

 

El segundo, va sobre acontecimientos parcialmente ocurridos en la zona de la que vengo, miles de años ha, pero que me ha parecido apasionante: «La madre de todas las retiradas». Lo difícil no es entrar en Mesopotamia (Irak) Lo difícil es salir. ¿Les suena?

Y el tercero enlaza con la última serie que vi antes de partir, de la que aún no hablé pero sobre la que me quiero despachar largo y tendido: «Roma»

Y, por supuesto, deseando estoy de llegar a casa de mi hermano y ver cómo salió el reportaje de cine que publiqué ayer en IDEAL, del que también hablaremos pronto. Además de leer las columnas de Esteban y Pedreira, de Cárdenas, los artículos de opinión, la página de Inma, los grandes reportajes de Vivir… volver a disfrutar, papel en mano.

Lo hablamos.

 

Jesús Lens, blogueando desde la Estación Sur, a punto de tomar su autobús para Granada.

DE NUEVO EN ESTAMBUL

Y de nuevo en tránsito. Pero antes de nada, una buena noticia. Hace unas semanas hablábamos de José Cendón, periodista secuestrado en Somalia. Hoy es un buen día. Ha sido liberado. Menos mal. Un tránsito a horas más insensatas que a la venida. Al final, apenas dormí. Estuve leyendo «Tokio Blues» cuando cayó la noche sobre Damasco y después salí a comprar unas tortas horneadas, de queso y tomate, para cenar algo. Y seguí leyendo.

 

Y, después, la vorágine del transporte, las colas, los visados de salida, el pago de las tasas… en este caso, muy facilitado todo por el buen trabajo de Talan, nuestro hombre en el Damasco más burocrático y pesado.

 

El avión, el sueño, el desembarco en Turquía, pasar los controles del Tránsito Internacional… En estos momentos, uno pagaría mucho dinero por tener una varita mágica que le depositara en su cama del Zaidín granadino. Pero todo esto forma parte del viaje, claro.

 

Las ojeras me deben llegar por los suelos. Había pensado descargar las fotos y empezar a trabajarlas, pero no hay ganas.

 

En vez de subirlas a las entradas viajeras ya escritas, haré como con las fotos de Senegal: aprovechar cada una de ellas para añadir un párrafo que sirva para contextualizarlas. Y así, recordar momentos, paisajes y personas, pero primando la imagen por encima de las palabras. Aunque no tengo mucha confianza en estas fotos, la verdad.

 

Pero será mañana. Hoy aún me queda llegar a Madrid y de allí coger el bus en la Estación Sur. Voy a llegar hecho una piltrafa integral. Menos mal que me esperan un poquito de jamón y un Roscón de Reyes esta noche. Y, sobre todo, el calor de la familia, que se echa de menos cuando uno se va a dar tumbos por esos mundos.

 

Ya van llegando nuevas propuestas de viajes. Ideas. Sugerencias. Invitaciones…

 

Pero es tiempo de descansar. Es momento de aposentar todo lo visto, de digerir las sensaciones vividas y de gozar con el evanescente recuerdo del viaje que termina.

 

Es tiempo, también, de trazar esos necesarios propósitos de año nuevo y empezar a cumplirlos desde el principio. Correr, leer, estudiar, ver buen cine, estrechar lazos con los amigos… lo normal, vamos. Es tiempo de volver a una normalidad que, después de este viaje será mucho más tranquila y reposada que en los meses recién terminados, afortunadamente.

 

El principio de año, por tanto, se presenta sereno y ordenado. Hay que aquilatar los conocimientos adquiridos en este viaje, hay que volver a la montaña y hay que leer y estudiar más. Y escribir, claro. Escribir sin prisas pero sin pausas.

 

En fin, que tengan ustedes un buen lunes ya que el mío, cansado y somnoliento, no lo será hasta que termine de traspasar la barrera que supondrá la Cabalgata de Reyes entre la estación de autobuses de Granada y la casa de mi hermano.

 

Eso sí, leer, estoy leyendo una jartá 😉 Y Murakami, como preveía a en mi salida, será mi personal primera gran revelación del 2009. Lo está siendo, de hecho.

 

Buen día para todos.

 

Y no gasten mucho. Que la belleza está en el interior 😉

 

Jesús Lens.  

DAMASCO & LIBANO: PUNTO Y FINAL

Punto y final. Se acabo lo que se daba. Son las cinco y media de la tarde en Damasco, la noche ha caido y ya me retiro a mis cuarteles de invierno, a descansar unas horas dado que viajo de vuelta a Granada esta noche, via Estambul, en lo que sera un viaje largo y pesado que me devolvera a la capital nazari, con suerte, a eso de las 8 o las 9 de la noche de manana.

Hoy me he comportado cmo un egoista y al levantarme no conecte la tele ni me enganche a Internet para saber como iba la ofensiva israeli en Gaza. Queria ser un turista normal en la monumental capital de Siria. Y lo hice. Sali cuando el sol ya estaba alto. Antes estuve leyendo un buen rato en mi suite 307. Pero de esa lectura hablare mas adelante. Me eche a las calles con el objetivo de comprar tres o cuatro cosas lo mas rapido posible para, despues, poder deambular tranquilamente, sin tener que fijarme en escaparates o calcular los precios de las cosas.

Soy un pesimo comprador. Excepto de libros, peliculas o discos, mi pulsion compradora es nula. Veo dagas muy chulas, o lamparas, o atriles para mis libros. Pero me aturullo con los precios. Ademas, cuando me dicen que algo es antiguo, salgo despavorido ya que es la antesala de una clavada monumental. Por ejemplo, vi en un escaparate un libro con unas miniaturas muy coloristas. Entre a preguntar por el, lo estuve viendo (despues de mostrar interes por otras piezas, para despistar, consejo numero uno para comprar en los paraisos del regateo) y me gusto. Era una version corta de las Mil y Una Noches con dibujos muy vivos. Y pregunte el precio: «Dibujos hechos a mano. En Euros, 125» Me dio la risa y me fui, por supuesto, sin hacer una contraoferta, camino mas directo que hay a la perdicion cuando se trata de regatear. Segui mirando pashminas, cajitas, laminas y demas parafernalia y, en otra tienda, vi el mismo libro, convenientemente envejecido, para dotarle de un halito atractivo y misterioso.

-How much?

– My friend, handmade drawns. Very beautiful. For you… 300 euros.

-Only?

Y me fui descojonado de la risa. Total, que decidi no conmenzar a regatear hasta encontrar a algun vendedor con los cojones lo suficientemente gordos como para pedir, de entrada, 500 euros. Y, como no lo encontre… pues me quede sin mi libro.

Y, a partir de completar las compras, me dedique a dar el paseo mas tranquilo y relajado que recuerdo haber dado en mi vida. Sin horas, sin rumbo, me dedique a vagabundear por una ciudad que me tiene arrebatado el corazon, a la velocidad de los caracoles. Me asomaba en todos los rincones, me detenia en todas las esquinas y me deleitaba en cada balconada, en cada recodo, en cada curva. Ya dije, hace unos dias, que el Viejo Damasco esta a punto de desaparecer. Por eso, estos largos paseos resultan tan especiales. Esos callejones humedos y atiborrados de cables, esas vigas de madera vistas, esos balcones que chocan unos con otros…

Las puertas de madera, el cemento desportillado, las farolas de hace lustros, los carteles inunando las paredes… En un momento pase por un Museo de la Caligrafia Arabe. Fue un mal momento. Pero entre. A modo de recuerdo y homenaje. A quienes nos gusta escribir, nos encantaria tener una hermosa caligrafia. Me gustan los textos hermosamente escritos. Porque la caligrafia es un arte. Y la arabe, mas que ninguna, dado que es motivo principal de su decoracion. Pase un buen rato viendo inscripciones en piedra y en papel, textos historicos y manuscritos hermosamente decorados. La chica, muy maja, se conformo con coger un billete de dolar, al no tener cambio de mi billete de 1000 libras sirias. Muy simpatica, se reia cuando le saque todas las monedas que llevaba encima para que se cobrara. Al final, prefirio el dolar contante y sonante.

Segui mi camino. Escuchando las alocuciones de las mezquitas y las radios de las tiendas. O vislumbando las televisiones, monotematicas, por supuesto. Pero segui mi lento deambular, impregnandome del ambiente de la capital, del transito de sus gentes, de los vendedores de cafe, de los hornillos de carbon, de lo tes de medio dia, de los hornos de pan. Ora buscando recachas de sol, ora sumergiendome en los callejones mas oscuros. Damasco es una ciudad vieja, sabia, amable, feliz, que lleva sus achaques con la mayor dignidad.

Comi en mi restaurante favorito, el Leylas, los inevitables hummus y moutabel. Escribi en mi cuardeno, ordene las entradas y tickets recolectados estos dias y sali de nuevo, esta vez, a despedirme de Damasco. Espere a que cayera la noche y sonara la llamada a la oracion, por las cercanias del embriagador Mercado de las Especias, despues de haber paseado por la Llamada Via Recta, acordandome de mis amigos de viaje, que ya estaran en casita.

Y con el olor de las especias en la pituitaria, la vision de mi ultimo atardecer en Damasco y el embujador sonido de la voz de los muecines, repetido hasta la infinito, me voy al hogar. A mi hotel. A descansar unas horas. Pero esto ya se lo he contado verdad?

Y les dije que, en Damasco, me llamo Hesh al-Lens?

Entonces, nada mas me queda por decirles. Solo «adios» a Damasco. O, mejor dicho, hasta la vista. Porque espero volver. Y, a ser posible, antes de que desaparezca su esencia embriagadora. Algun voluntario para venir? Bueno, ya hablaremos tranquilamente, en los proximos dias.

Pasen buena tarde. Esero conectar desde Estambul, para amenizar la espera del trasbordo. Animense a dejar comentarios, que esta noche sea larga, triste y melancolica.

Les quiere Hesh al-Lens, dentro de poco reconvertido, de nuevo, en Jesus Lens.

 

ADIOS LIBANO, HOLA DAMASCO

De vuelta en Damasco, en este ordenador sin acentos. Que voy a decir cuando acabo de entrar en la edicion digital de IDEAL y me encuentro con la noticia de que Israel ha comenzado su ataque terrestre a Gaza, matando a decenas de milicianos?

Deberia hablar del Museo de Beirut, con una estupenda coleccion de piezas, sarcofagos, etc. sobre todo tras ver el video de como quedo el edificio tras la guerra civil y como se salvaron algunos de sus tesoros, gracias al empeno del director, que blindo las piezas mas importantes con cemento y traslado las piezas mas delicadas a la caja fuerte del Banco Central, maxime sabiendo que el Museo estaba en plena Linea Verde y por tanto fue escenario de guerra.

Deberia de hablarles del Monte Carmelo, donde se adoraba al Dios Baal, una mole recubierta de nieve que tanto me recordaba a mi Sierra Nevada. Y de una ciudad omeya, una especia de pabellon de verano de la Dinastia de Damasco. Pero veo las noticias, los muertos, las barbaridades religiosas que se cometen, veo como el derecho internacional es burlado y como se actua con total impunidad, y lo veo aqui, en Damasco, y me produce especial repulsion. Porque el regimen islamista de Hamas es vergonzoso. Pero lo que esta haciendo Israel es de juszago de guardia. Y los que pagan, los de siempre. Los pobres y los miserables que no tienen donde caerse muertos.

En la zona del Monte Carmelo. el famoso Monte Hebron, muy cerca de la frontera con Siria, en la zona de los Altos del Golan, la presencia militar, alerta, era brutal. Y mientras escribo esto, la tele no deja de emitir imagenes de ninos palestinos muertos. Ayer, antes de acostarme, en Beirut, mandaba un SMS en que mostraba, una vez mas, mi estupefaccion por estar disfrutando de los placeres de un viaje, de haber conocido a un grupo estupendo de personas, y de gozar del hedonismo del Mediterraneo estando tan cerca del corazon del Infierno.

Me sigue pasando lo mismo hoy. No siento miedo ni inquietud alguna. Me acabo de despedir de Montse, Carmen, los dos Joses, Fernando y Lilliam, que vuelan hoy para Espana. Y aun cansado, me da mucha alegri el poder disponer de un dia mas en Damasco para prolongar este viaje estupendo. Pero siento culpable por estar preocupado por la historia, la cultura, la religion, el arte y la gastronomia de una zona del mundo que vio nacer la historia de la humanidad y que, a la vez, sufre en sus carnes la inhumanidad de la guerra. Una guerra basada en algo tan supuestamente peregrino como las religiones, mucho mas que opio para elpueblo. Mucho mas negativo, por supuesto: coartada para que la sangre se siga derramando, de forma impune, en medio mundo.

Si. Pasamos la frontera. Y fue un tramite engorroso. Y hemos venado pasta y una sopa de cabolla, charlando de viajes y de proyectos de futuro. Pero nada de ello tiene mucho sentido ahora. Me voy a dormir. A leer un rato y a planchar la oreja, comodamente tumbado en mi cama del Hotel Europa, donde el recepcionista, muy majo y con el que me llevo de maravilla, me ha reservado una suite de pitufa madre para rematar mi estancia en Damasco.

Y, sin embargo, a un punado de kilometros hay una guerra ahora mismo. Y acabo de volver de un pais que todavia no se ha recuperado de la ultima contienda civil y que mantiene una paz de lo mas precario. No se si tiene algun sentido todo esto, pero era lo que el cuerpo me pedia escribir y asi lo he hecho.

Buenas noches.

Jesus Lens.