Mes: enero 2009
BOSTON LEGAL
Fue en el Encuentro BIL (Birras & Libros) del mes de julio pasado, en Granada. Estábamos tomando cervezas, repartidos en grupos, cuando coincidimos cuatro personas en un extremo de la barra: Lorenzo Lunar, escritor cubano de novela negra; el Gran Rash, cinéfilo peculiar donde los haya, muy aficionado a la Ciencia Ficción y a los tebeos; Ratatouille Hoces, gastrónomo, as de los fogones y seguidor impenitente de Los Soprano; y un servidor, cuyas filias y fobias son bien conocidas por todos.
No sé cómo ni porqué, un nombre salió a relucir en la conversación: Denny Crane. Álvaro y yo nos miramos desconcertados mientras que Lorenzo y David empezaban poco menos que a levitar, alzando la voz, exclamando maravillas de un abogado de Boston del que yo, hasta el momento, ni había oído hablar, por mucho que la tele ocupe mis últimos desvelos como espectador, de John Adams a Ladrón.
Desde entonces, Rash se impuso como tarea y desafío personal el que viera la serie «Boston legal» y en nuestros correos y conversaciones, cada vez que salían a relucir temas como la amistad, la lealtad y la profesionalidad, sólo deslizaba dos misteriosas palabras: «Denny Crane».
Terminaba 2008. Me iba de viaje. Y como propósito de año nuevo me marqué, por fin, descubrir al tal Crane.
Y… ¡madre mía!
Quiénes me siguen a través del Twitter y del Facebook están aburridos de leer, estados días, frases que definen mi Estado de este cariz: «Comiendo mientras veo a Denny Crane» o «Es tarde, tengo sueño, pero me pincho otro episodio de Boston Legal».
Un día, a mi mensaje de «Me llamo Jesús Lens y soy adicto a Alan Shore y Denny Crane» recibí una contestación de Peter Man: «Me llamo Pedro y llevo dieciocho horas seguidas sin ver Boston Legal».
Y es que resulta que, de repente, surgen por doquier fans furibundos y apasionados de esta impresionante, extraordinaria, ácida, sarcástica y desopilante serie. Como nuestro querido y últimamente comedido Foces, sin ir más lejos. No me extraña que haya cosechado tantos sufragios en la encuesta que tienen en la Margen Derecha, ahí abajo.
Por eso, cuando noté que mi amigo Jorge andaba un poco bajo de moral, le mandé un SMS que sólo tenía dos palabras. ¿Las adivinan?
Jesús Lens.
PD.- En próximas entregas nos dedicaremos a hablar, más y en más profundidad de la que, de momento, es mi gran serie del 2009: «Boston Legal».
KANOUTÉ: EL COMPROMISO
Nueva entrada del Proyecto Florens. Quizá la de más actualidad…
El delantero del Sevilla C.F., Frédéric Kanouté, ha sido sancionado con una multa de 3.000 euros por levantarse la elástica de su camiseta, tras marcar un gol, y mostrar otra que llevaba impresa una leyenda muy sencilla: «Palestina». Cuando Kanouté hizo ese gesto, la ofensiva militar de Israel en la franja de Gaza, sobre la que la comunidad internacional y las Naciones Unidas venían reclamando su inmediata suspensión, se había cobrado la vida de centenares de palestinos, incluyendo varias decenas de niños en los ataques con misiles a dos escuelas protegidas bajo la bandera de la ONU.
La intervención militar de Israel ha adquirido unas dimensiones tan desmesuradas e injustas que la Cruz Roja, por primera vez en su historia, ha roto su proverbial neutralidad para criticar la barbarie con que el ejército israelí se está conduciendo.
Pero es cierto, sin embargo, que el gesto del futbolista choca con la legislación deportiva vigente, tanto en España como a nivel internacional. El artículo 120.bis de la Federación Española de Fútbol señala que «El futbolista que exhiba cualquier clase de publicidad, lema o leyenda, siglas, anagramas o dibujos, sean los que fueren sus contenidos o la finalidad de la acción, será sancionado como autor de una falta grave.»
Y algo muy parecido señala la FIFA: «Los jugadores no deberán mostrar en público ropa interior con lemas o publicidad. El equipamiento básico obligatorio no deberá tener mensajes políticos, religiosos o personales.»
Todo ello entronca con la polémica que si vivió en los pasados Juegos Olímpicos de Pekín, donde se controló hasta el delirio cualquier intento por parte de cualquier deportista de criticar al régimen chino. Con la excusa de que hay que mantener al deporte como algo puro y virginal, se procura por todos los medios evitar a los deportistas cualquier veleidad con la política, de forma que la camiseta de Kanouté ha levantado un reguero de pólvora y un sinfín de comentarios, tanto a favor como en contra.
Entiendo que, sin la normativa antedicha, más allá de defender las causas personales que los deportistas profesionales creen justas, lo que terminarían haciendo sería mostrar las imágenes de su usualmente espectaculares parejas o, lo que sería peor, venderse al mejor postor y convertir la camiseta interior en un nuevo vehículo para la publicidad.
O sea, que me parece razonable y lógica esa prohibición.
Pero eso no quita para que, en un mundo tan obsceno como el del fútbol profesional, en que algunos de sus más celebrados iconos han llegado a presumir de no haber leído en su vida un libro, y cuyas ambiciones más allá de lo futbolístico no suelen pasar de salir con la modelo de turno o comprarse el coche deportivo más moderno y caro del mercado; gestos como el de Kanouté resulten dignos de encomio y admiración. Sobre todo, porque no se trata de un gesto para la galería.
Una de las críticas que se han hecho al futbolista es que estaba defendiendo una religión, el Islam, frente a otra. Y eso no es cierto. Porque a lo largo de su vida, Frédéric ha demostrado que su compromiso con los más desfavorecidos va más allá de los religioso o lo político. De hecho, el futbolista va a recurrir la sanción que le han impuesto ya que, señala: «Palestina no es un mensaje, sino el nombre de un país como España o Malí.»
De primeras llama la atención que, habiendo nacido en la ciudad francesa de Sainte-Fois-lés-Lyon en 1977, el futbolista tomara una decisión tan extraña como la de nacionalizarse malí, la tierra de sus ancestros, además de convertirse al Islam. Cuando el sueño de millones de personas del Tercer Mundo es llegar a los países más desarrollados de Europa y conseguir los ansiados papeles que les permitan vivir de forma normalizada en ellos, Kanouté, francés de nacimiento, se hizo nacional de uno de los países más pobres del mundo, el Malí, según todos los baremos de la ONU.
Una muestra del carácter comprometido de Kanouté se puede observar en el gesto que tuvo a finales de 2007. Ante el riesgo de que se perdiera la mezquita sevillana de Ponce de León, al estar a punto de expirar el contrato de alquiler del local en que se alojaba, la Comunidad Islámica le solicitó su ayuda. La respuesta del conocido como Henry de los Pobres: comprar la Mezquita, por más de 500.000 euros, para asegurarse de que siguiera abierta al culto sin ulteriores problemas. Cuando le preguntaron por dicha adquisición, quitándole toda importancia, el futbolista se limitó a decir que había sido una inversión normal y corriente.
Y es que, como buen y practicante musulmán, además de dedicar a Alá todos y cada uno de sus goles, en ese gesto tan característico que le reconocen las fotografías, mirando al cielo cuando vuelve desde la portería contraria, en Ramadán no bebe ni una gota de agua hasta la puesta de sol y, sobre todo, Kanouté es un tipo enormemente humilde que profesa su credo en lo personal y, también, en lo profesional.
Pero el auténticamente impresionante proyecto humanitario de La Pantera Rosa está vinculado a la dura la realidad de su país de adopción. Para intentar paliar algunos de los estragos que la misma provoca, el jugador ha creado la «Fundación Kanouté» con intención de poner en marcha una «Ciudad de los Niños» en las proximidades de Bamako, capital del país africano. Esta «Ciudad de los Niños» reunirá varios servicios e instalaciones destinados a las necesidades de los niños huérfanos o desvalidos, contando con un orfanato, un centro de educación y formación y un centro de salud. Para la construcción y el equipamiento de este Centro de Salud, la Fundación Kanouté ha suscrito un acuerdo de colaboración con el Rotary Club Sevilla-Macarena, que se encargará de recaudar fondos para este proyecto.
Sus objetivos, según la web de la Fundación: «Todo niño tiene derecho a vivir como parte de una familia. En la Ciudad de los Niños, los niños se alojarán en instalaciones de tipo familiar, con padres adoptivos que serán sus principales cuidadores. La Ciudad de los Niños se ocupará de cubrir todas las necesidades de los niños, incluyendo instalaciones deportivas y recreativas. La escuela proporcionará a los niños la educación primaria y secundaria básicas. También estará abierta a los niños de zonas vecinas para contribuir a integrarlos en la sociedad en que viven. El centro de formación proporcionará habilidades vocacionales que preparen a los niños para la vida tras abandonar la Ciudad de los Niños.»
Por si fuera poco, el deportista también colabora con la UNICEF, organizando en mayo de 2008 el partido Champions for Africa, cuyo objetivo era recaudar fondos contra la malnutrición infantil de su país.
El Canuto es, por tanto, una persona de fuertes convicciones religiosas y morales al que un gesto honroso ha puesto en el centro de todas las miradas. Un gesto cuyas consecuencias resulta paradigmáticas e ilustrativas del mundo en que vivimos: mientras que mostrar la camiseta con la leyenda de Palestina le puede costar 3.000 euros de sanción al futbolista, su equipo se lucra luciendo publicidad en la elástica de un casino virtual que fomenta la ludopatía. De hecho, el propio jugador tachó una vez dicha publicidad de su camiseta a título de protesta al no estar de acuerdo con ella.
Curiosamente, el mismo día que saltaba a los medios en Caso Kanouté, otro icono del fútbol mundial compartió portada con él en las aperturas de las secciones deportivas: Cristiano Ronaldo había tenido un accidente con su deportivo de lujo, que quedó destrozado. Él, por fortuna, no sufrió daño alguno y pudo entrenar con toda normalidad.
A modo de conclusión, una humilde sugerencia: ¿y si Kanouté sacara a subasta en E Bay la famosa camiseta de Palestina para destinar el importe recaudado a su Fundación?
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
ENRIC GONZÁLEZ
Ustedes saben que, entre otros conceptos, me gusta defender el de “horizontalidad”, también llamado “transversalidad” por los más pijos y entendidos de la cosa.
Otros, más “enrollaos”, hablarían de “mestizaje”. Y los más apocalípticos, incluso, de “procrastinación” (concepto al que ya le dedicamos una comentada entrada).
Pero a mí gusta lo de la Horizontalidad. De hecho, es como una religión. Y su profeta mediático, hoy por hoy, sería el columnista de El País, Enric González.
Y si no, lean sus dos columnas de hoy, ambas en dos secciones supuestamente menores del periódico. Una está en la sección de televisión y se llama «Positivismo». La otra, en la de deportes. Y se titula “El fútbol líquido”.
Háganse un favor, dediquen un minuto a cada una de ellas y díganme si no son un prodigio de horizontalidad y talento, de una visión amplia, generosa y comprensiva de una vida que no admite compartimentos estancos. Así, no es de extrañar que, para su chat de los martes, se invite a los lectores a charlar con Enric González… de lo que tú quieras. Un lujo. En pocas palabras, lo dicho: si la horizontalidad (transversalidad y mestizaje) fuera una religión, Enric González sería su profeta.
Jesús Lens.
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PD.- ¿Saben quién ha vuelto a viajar y lo está contando, con su arte habitual? Nuestro amigo Manolo Pedreira, uno de los discípulos putativos de Enric. Esta vez se ha ido a Argentina. No dejen de leer su Blog. Impagable.
LÍBANO, UN VIAJE EN EL TIEMPO
Hoy salió en IDEAL el reportaje del Líbano. Una doble página muy sugerente, con sus fotos y extraordinariamente maquetada.
Es un puro reportaje de viajes. Espero haber conseguido transmitir la esencia de un país tan pequeño como rico en historia y cultura. También lo pueden leer, todo ello, en la edición digital del periódico, viendo la galería de fotos. A golpe de click: «Líbano, un viaje en el tiempo».
Ojalá les guste.
Jesús Lens.