CUAVERSOS PARA LA GENTE

Leyendo «Cuando el rojo es negro», de Qiu Xiaolong, me encuentro con estas célebres palabras, del poeta inglés John Donne, recogidas por el Maestro Hemingway al principio de su famosa novela,: «Ningún hombre es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es una pieza del continente, una parte de la tierra… la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la Humanidad. Por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti.»

Gracias al atento lector Rodrigo Escobar por corregir mi error.

 

En ese sentido de las palabras de Donne, los Cuaversos de hoy nos llegan a través de La Parida de Andreu Martín, como cortesía de Vicente Carballido.

 

GENTE

(Evgeni Evtushenko)

 

No existen hombres poco interesantes.

Sus destinos son como historias de planetas.

Cada uno es único, solo, él solo,

No hay nadie más que se le parezca.

 

Y si alguien ha vivido en silencio,

Feliz en su rincón,

Su misma insignificancia

Lo ha hecho interesante.

 

Cada cual posee un mundo secreto, muy suyo,

Donde se esconde el mejor instante,

Donde se esconde la hora más terrible.

Pero nosotros no lo conocemos.

 

Y si un hombre muere,

Muere también su primera nevada,

Y el primer beso, y el primer combate…

Todo se lo lleva.

 

Sí, quedan libros y puentes,

Máquinas y telas de pintores,

Sí, muchas cosas se quedan aquí

Pero algo se va.

 

Así es la ley de este juego sin piedad.

Desaparecen mundos, no personas.

Los hombres, pecadores y terrenales, los recordamos,

Pero, en realidad, ¿qué sabíamos de ellos?

 

¿Qué sabemos nosotros de nuestros hermanos, de nuestros amigos?

¿Qué sabemos de nuestra persona amada?

 

Incluso de nuestro padre,

Sabiéndolo todo, no sabemos nada.

Se va la gente, no podemos recuperarla.

No podemos hacer renacer sus mundos secretos.

Y cada vez,

Tengo ganas de chillar ante tanta impotencia.

LA ALHAMBRA, EN EL CINE

Hace unos meses, la presencia de Antonio Banderas en Granada causó una gran sorpresa, no en vano, venía a ver los posibles exteriores para la filmación de una película sobre Boabdil.

 

Su foto en la Puerta del Perdón por la que el Rey Chico salió definitivamente de la Alhambra dio la vuelta al mundo y la rumorología se desató de inmediato ya que, según parece, la película va a ser un de un presupuesto enorme, tipo «Gladiator», contando para la recreación virtual de la Alhambra y la Granada del siglo XV con las recreaciones virtuales en que están trabajando los activos, premiados y alabados chicos de Kandor Graphics, cuyo «El lince perdido» ganó recientemente el Goya a la Mejor Película de Animación.

 

Y es que pocos platós de cine más atractivos para una película, a priori, como la Alhambra.

 

¿Se acuerdan del follón que se montó hace unos años, cuando Steven Spielberg quiso rodar algunas secuencias de la tercera parte de Indiana Jones en el monumento nazarí y no consiguió los permisos necesarios, por aquello de la conservación del monumento?

 

Para quienes tenemos una concepción horizontal y transversal de la vida, las artes y el entretenimiento, aquello fue un auténtico despropósito.

 

Y lo más curioso es que IDEAL nos cuenta que la Alhambra ha servido como privilegiado plató cinematográfico en la filmación de más de doscientas películas, desde una linterna mágica del siglo XIX a la recientísima «Morente sueña la Alhambra», de José Sánchez-Montes, tal y como pueden leer en el enlace.

 

Para ver cómo luce palmito nuestro querido monumento en el cine, la siempre inquieta y admirable Biblioteca de Andalucía, en la sala Val del Omar, ha programado un excitante ciclo de películas bajo la denominación de Memoria Audiovisual de la Alhambra, cuya interesantísima programación se puede seguir a través del enlace señalado.

 

Así las cosas, ¿imaginaban que la Alhambra había salido en tantas películas? ¿Qué les parece este ciclo de cine con ella de protagonista absoluta?

 

Y alguna otra cuestión:

 

¿Qué les parece el proyecto de Banderas de filmar en el monumento nazarí? ¿Les habría gustado ver a Harrison Ford y Sean Connery corriendo los patios más afamados de la joya arquitectónica granadina? ¿Creen positivo que las puertas de la Roja se abran para el cine más espectacular y comercial?

 

Jesús Lens.       

PROXÉMICA

Otra entrada sobre palabros, como aquella de la procrastinación que tanto juego nos ha dado. En este caso, se trata de la Proxémica, «ciencia encargada de de estudiar el uso y percepción del espacio social y personal».

 

Que así explicado no queda muy claro, pero que se refiere a esa sensación de incomodidad que nos asalta cuando tenemos que entrar en un ascensor atiborrado de gente o a las ganas de partirle la cara a ese sujeto que, nada más verte, te enlaza por los lomos y se pone a darte palmaditas en los michelines, parte del cuerpo de un hombre con tendencia a acumular grasa y a temblar como la gelatina al más mínimo contacto.

 

Marcar territorio.

 

Por mucho que digan que el saludo entre hombres, dándose un apretón de manos, tiene que ver con la época en que los humanos llevaban armas y que tal gesto era una muestra de confianza… la verdad es que, por lo general, somos reacios a los sobeteos con los desconocidos. Y, muchas veces, hasta con los conocidos. Y por eso, el chocar las manos o un sencillo abrazo viril nos resultan más fáciles de asimilar que los besos, las carantoñas y los largos abrazos acariciadores.   

 

Nos gusta que nos respeten ese espacio personal que, se calcula, es de más o menos un metro. Y es que, según los entendidos de la Proxémica, eso de que, cuando eres bebé, te obliguen a rular de brazos en brazos, sufriendo todo tipo de arrumacos, besuqueos y achuchones, sin que nadie te pida opinión, termina marcando.

 

Por eso, en China, no conseguía acostumbrarme a la ausencia de ese espacio personal. Allí, lo normal, es ese rozamiento continuo con los demás, choques, golpes, tropezones. En África, sin embargo, el contacto, siendo también habitual, es más cordial, más cálido… Todo lo cual, conste, no digo yo que sea ni bueno ni malo. Sólo digo que resulta extraño, cuando no estás acostumbrado.

 

Proxémica.

 

¡Ay que ver de lo que se entera uno!

 

Pregunto: ¿Os gustan esas personas generosamente sobadoras, cordialmente invasivas, cercanas y acariciadoras o, más bien, sois de los que os molesta que os okupen el espacio personal, esa burbuja invisible de individualidad en que nos encontramos cómodamente instalados?

 

Jesús Lens, proxémico.         

CORAJE DE MUJER

El día 8 de marzo, de la Mujer Trabajadora, IDEAL publicó esté artículo sobre cinco mujeres con coraje que, gracias a un microcrédito de la Fundación Desarrollo Solidario de CajaGRANADA, han puesto en marcha un negocio que les permite ganarse la vida por sus propios medios.

 

Como veréis, todas ellas apelan a la imaginación, el esfuerzo, el tesón y el trabajo duro que es necesario realizar para salir adelante en esta sociedad. Como señala Andrés Cárdenas en el reportaje: «Saben que no se van a hacer millonarias, pero se conforman con mantener la dignidad en su quehacer laboral, aunque para ello tengan que echar más horas que un reloj.»

 

Espero que lo leais y que os guste el reportaje, consiguiendo despertar vuestro interés. Ya sabéis que el microcrédito es parte esencial de mi vida, que es un tema en el que trabajo a diario y que me apasiona, no en vano, le he dedicado un libro enterito, escrito a cuatro manos con Antonio Claret: «Microcréditos: la revolución silenciosa», publicado por la Editorial Debate. 

 

Microcrédito, un concepto, una palabra que nunca deja de sorprenderme y de conducirme por los caminos más felices, insospechados e inexcrutables que imaginarse puedan.

 

Para contactar con los comercios señalados, dejamos esta pequeña Guía on line:

 

SONIA GONZÁLEZ

Laboratorio de Redes microbianas

 

C/ Teatihuacan, bajo local 4. Santa Fe. Granada.

Teléfono: 653694602

Web: www.redesmicrobianas.com

 

MAR ROCÍO Y LETICIA GARCÍA

Tangram (Asesoría pedagógica, sexológica y terapia de pareja)

 

C/ Nueva de San Antón, nº 27 bajo. Granada

Tfnos.- 665985092 y 658772832

Web: www.centrodepedagogiatangram.es

   

MARÍA DEL CARMEN SÁNCHEZ

Jade Peluqueros

 

C/ Almona de San Juan de Dios, 16 bajo. Granada.

Tfno.- 958 293872

 

JUANA RIVAS

La Huerta de Pascual (Alimentos ecológicos)

 

C/ Nueva de San Antón, nº 17 Bajo-Dcha. Granada.

Tfnos: 626263469 y 661722565

Mail: pascuala_jazz@hotmail.com

 

 

MAR BLANCO

AireA (Cátering y Espectáculos)

 

Plaza Cementerio San Nicolás, nº 4. Granada.

Tfnos.- 958296125 y 654280264 

Mail: marblanco@airecatering.com

LOS RENGLONES TORCIDOS DE DIOS

Para la última edición de los Liblogs se decidió que la lectura compartida fuera «Los renglones torcidos de Dios», una novela antigua de Torcuato Luca de Tena, clásico entre los clásicos, reeditado en bolsillo por Booket.

 

Como no llegué a la cita de los Liblogs, me limité a poner un par de citas sobre la locura, auténtica protagonista de la novela.

 

La primera no podía ser sino la clásica cita de Eurípides: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero le vuelven loco». Y puse esta cita porque estaba al principio (o al final) de un peliculón de ese maestro tan minusvalorado: Samuel Fuller. Efectivamente, «Corredor sin retorno» (Shock corridor. 1963) cuenta la historia de un periodista que, con el fin de hacerse con el Pulitzer, no duda en ingresar en un psiquiátrico en que se ha producido un asesinato y del que los únicos testigos son los propios pacientes del hospital. Una película terrible, durísima, con uno de esos finales que te dejan mudo, rascándote el cogote, absolutamente impactado.

 

Y claro, al saber que el autor de «Los renglones torcidos de Dios» estuvo visitando hospitales psiquiátricos para documentarse para su novela, no pude evitar la evocación, aunque una cosa es dejarse caer por los manicomios y otra muy distinta, hacer como el periodista de la película de Fuller o la propia protagonista de la novela, Alice Gould: ingresar como un paciente cualquiera en el infierno, voluntariamente, sin cinturón de seguridad alguno. Un salto al vacío, sin red.

 

Así, toda la primera parte de la novela de Luca de Tena me parece muy interesante. A través de la descripción de los enfermos que la protagonista se encuentra al ingresar en el manicomio, el autor hace un repaso por distintas patologías mentales de las que tanto hemos oído, pero de las que tan poco sabemos: fobias, esquizofrenias, paranoias, etcétera, tratando a los dementes con sumo cariño y respeto.

 

Pero después la novela se desliza por una pendiente, para mi gusto, mucho menos interesante: ¿está loca o no lo está la protagonista? ¿Es, efectivamente, víctima de una conspiración o padece realmente de una afección mental?

 

Y es que, como aficionado a la novela negra y criminal, ya he dicho en innumerables ocasiones que lo importante no es el famoso quién-lo-hizo, el who-do-it de la novela-enigma; sino el porqué, el trasfondo, las razones, el marco… el concepto, que diría Manquiña.

 

A mí, la locura, me da pánico. No es que piense que estoy muy bien de la azotea, pero más o menos, controlo. Y, sin embargo, cuando leo novelas como ésta, o como la célebre «Alguien voló sobre el nido del cuco», de Ken Kesey; o la propia «Tokio blues» de Haruki Murakami; me dejan muy tocados. Porque ¿quién nos puede asegurar que estamos libres del peligro de ese clic que se rompe dentro de la cabeza y desemboca en cualquier manifestación de locura, de la paranoia a la depresión?

 

Y por eso, el jueves pasado dejé otra cita, a modo de provocación, sin que nadie recogiera el guante: «La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.»

 

Y es que, curiosamente, la locura tiene buena prensa. La singularidad del loco, su radical independencia, su renuncia a los convencionalismos, su individualidad a ultranza; están muy bien considerados… desde la normalidad burguesa de una vida tranquila, sana y cómoda claro.

 

Si buscamos por la Red citas sobre la locura, encontramos un buen puñado de ellas que aluden a unos aspectos creativos, ingeniosos y positivos con los que me resulta muy difícil congeniar.

 

De Goethe: «La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma»

A Nietzsche: «En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón»,

pasando por Ambrose Bierce: «Todos son locos, pero el que analiza su locura, es llamado filósofo» o

Samuel Beckett: «Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre».

 

A mí, sin embargo y a qué engañarnos, la locura me da miedo. Mucho miedo. Pavor. Terror, incluso.

 

Y vosotros, ¿cómo lo veis?

 

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

Razonablemente cuerdo, creo.