Esta foto de John Demjanjuk, conocido como Iván el Terrible, me «inspira» los Cuaversos de hoy.
Unos Cuaversos inquietantes, cuando menos, llamados a no gustar. Unos Cuaversos visuales que nos muestran el rostro, la mirada del Mal. Con mayúsculas. Y, al final, el poema «Los rostros anónimos de la maldad», de Osvaldo Luis Palladino.
LOS ROSTROS ANÓNIMOS DE LA MALDAD
Los rostros anónimos de la maldad
No tienen rostros propios,
No tienen nombres propios,
Siquiera tendrán alma alguna…
Son los rostros de gente cobarde,
De gente fanática y enferma,
Enferma de locura y de poder,
Que se esconden detrás de una mentira
Llena de palabras huecas y discursos vacuos
Y ejercen el terrorismo de las ideas
Sobre los pueblos inocentes
Colocando bombas arteras,
Desalmadas y criminales,
Sin ninguna pizca de piedad.
Argumentan ser rostros de la venganza,
Dicen ser las voces inflamadas del odio,
Ser el puño de una justicia divina
e invocan a imaginarios Dioses,
Ofrendando su inmolación a una causa.
Palabras vacías y discursos altisonantes
Porque ningún Dios o Santidad
Podría avalar ésta violencia sin sentido.
Ellos simplemente son asesinos
Y no habrá ningún paraíso
Que cobije sus sueños enfermizos.
Sólo habrán logrado ganar
Una condena universal y perpetua
Sobre ellos mismos y sobre su gente,
A quienes en cierta forma
Condenan al atroz sufrimiento
De la vergüenza y del aislamiento.
Los rostros anónimos de la maldad
No tienen bandera, no tienen país,
Siquiera tienen un uniforme,
Tan sólo tienen la cobardía
Que los identifica y los iguala.
Osvaldo Luis Palladino