A ver si con la columna de hoy de IDEAL se monta el mismo pollo que con las ZaPatiestas del otro día…
A veces el PP mola mazo. ¿No les encantó, por ejemplo, cuando los Peperos despotricaban sobre la eterna permanencia de Chaves al mando del gobierno andaluz y, como candidato a Presidente de la Junta, presentaron a un Arenas que lleva el mismo tiempo que Manolo, o más, en estas lides? El mismo tiempo y, además, siempre perdiendo. Que ya es moral, la del PP andaluz.
Anda que no lo he oído veces:
Si en las autonómicas, el PP hubiera presentado a alguien nuevo, a alguien distinto, les habría votado. Que Chaves me sale por las orejas. Pero ¿Arenas? ¿Cómo iba a votar por Arenas, si está más visto que el «Cuéntame» y más repetido que una barba en Afganistán?
Son las contradicciones del PP, esos absurdos que le hacen ir a rebufo de los socialistas, con independencia de lo que éstos hagan o dejen de hacer.
Pero el mejor regalo que los Peperos nos han hecho a la vuelta de verano ha sido lo de los talibanes progres con que Sebastián Pérez bautizó a esos «rojazos» que han pedido que se retire el monumento a Primo de Rivera, ese anacrónico y vergonzante monolito que demuestra que, efectivamente, todo es posible en Granada.
Y, sin embargo, ahí está el PP granadino, en palabras de su presidente nada menos, para demostrar que si todos los políticos son iguales, unos son más iguales que otros. Porque si la cacicada del helicóptero demuestra que algunos de nuestros representantes públicos van sobraos de soberbia y suficiencia, ¿qué decir sobre esa pública, expresa y manifiesta defensa de la Falange? ¡Lo que le cuesta, a algunos Peperos del siglo XXI, renunciar a una herencia preconstitucional a la que siguen aferrados, con uñas y dientes, nadie sabe en razón de qué!
Por eso comenzaba esta columna diciendo que el PP mola mazo. Porque, cuando hay alguna salida de pata de banco de las izquierdas, se te plantean dudas e interrogantes. Y entonces llega la derecha, aquella Derechona que glosaba Umbral, y te las resuelve de un plumazo.
Ha querido la casualidad que, cuando esta polémica saltó a la palestra, anduviera leyendo «Operación Exterminio», de Alejandro Gallo (de la que muy pronto hablaremos en profundidad), en que se detalla cómo la Falange instrumentó una siniestra operación para asesinar a los guerrilleros que resistían en los montes, luchando por la legalidad constitucional, en los años 40. El monumento a Primo de Rivera, incrustado en la Plaza de Bibataubín, no es sino un insulto a la memoria de miles de personas asesinadas por los fascistas y la numantina resistencia a su retirada dice mucho de esos lobunos Peperos vestidos con piel de cordero.