Querido Jorge Alberto, no pude evitar acordarme de ti a lo largo de toda la proyección de esa Obra Maestra Incontestable del cine argentino que es «El secreto de sus ojos», dirigida por Juan José Campanella e interpretada por ese monstruo que es Ricardo Darín.
Creo que fue en aquella húmeda y subyugante ciudad de la Mérida yucataneca donde hablamos de lo poco que te había gustado «Luna de Avellaneda», del mismo director, con aquella carga de nostalgia por un pasado que nunca volvería. A mí también se me hizo empalagosa y, por eso, me alegré de compartir tu opinión, un tanto decepcionado tras haber disfrutado enormemente con «La hija de la novia».
Entré al cine tarde, para ver «El secreto de sus ojos». Es decir, que he tardado mucho en ver esta película, aunque le tenía muuuuchas ganas. Y aún así, conseguí llegar a mi butaca sin saber prácticamente sobre ella, sobre su argumento y protagonistas. Sólo sabía que todo el que la veía, la recomendaba vivamente.
Y, de primeras, me encuentro con un Ricardo Darín, recién jubilado, al que aún le quedan fuerzas y ganas por hacer cosas. Y de contarlas. Un tipo tranquilo, pero vitalista que, mirando hacia atrás, quiere caminar hacia delante. Siempre adelante. Dando saltos en el tiempo, la película nos cuenta la historia de un hombre comprometido con su trabajo, un profesional concienzudo, serio y solvente; uno de esos profesionales como la copa de un pino al que, por cuestiones de conveniencia, intentan hacerle cerrar una investigación en falso. Pero él se niega a comulgar con ruedas de molino y, sin miedo a incomodar o resultar molesto, la lleva adelante, contra viento y marea.
Además, en la trama de la película, el fútbol, ese fútbol que tanto te apasiona, ocupa un lugar muy especial. El fútbol y unos colores, el azul y blanco de Rácing de Avellanda. Pasión y locura. El azul y blanco de esa elástica que me regalaste un buen día y que, no siendo pelotero balompédico, me pongo para salir a correr en mis trotes por la Fuente de la Bicha, paseando un pedacito de tu amistad por esta Granada en que nos conocimos y a la que tenéis que volver, aunque sea yo el que os deba una visita a la Argentina.
Y la fidelidad. La fidelidad a un amor, intemporal y eterno. Un amor en que no hay siquiera un beso, pero que es más fuerte y más intenso que tantos otros, fuegos de artificio, supuestamente más abrasadores.
«El secreto de sus ojos» es una película hecha de palabras, pero sobre todo, de SILENCIOS. Y de miradas. Y de complicidades, sonrisas, temores, respeto, paciencia, cariño, perseverancia y confianza. Una película que apela a lo mejor del ser humano. Una de esas películas que te apetece compartir con las personas a las que más quieres, respetas y admiras. Una película que te recuerda a esos seres humanos de talla excepcional que miran la vida con la expresividad, el compromiso y la honestidad que muestran los ojos de ese Ricardo Darín, amigo de sus amigos y amante fiel, aunque sea en la distancia y el abandono.
Jorge, un abrazo muy fuerte desde la nostalgia y Amistad.
Valoración: 10.
Lo mejor: Absolutamente todo. Pero destaquemos a Sandoval, el compinche fiel.
Lo peor: Que no se hagan más películas como ésta.