Varias entradas hemos dedicado ya a los amigos. Pero hay una modalidad muy reciente de la que no hemos dicho nada y que, sin embargo, cada vez consume más tiempo y recursos: los amigos virtuales.
Estos ciberamigos tienen ventajas e inconvenientes.
Entre las ventajas: con ellos expones sólo lo quieres y sólo estás cuando quieres estar. La pantalla es un filtro de lo más eficaz. Además, siempre muestras tu mejor cara. No estás nunca despeinado, legañoso o mal afeitado. Piensas lo que vas a decir y siempre eliges las mejores palabras.
Con los amigos internautas nunca estás cansado, no les pegas broncas ni tienes posibilidad de pagar con ellos tus frustraciones. Sencillamente, no te las aguantarían. En el universo cibernético, las opciones de «eliminar», «borrar» o «ignorar» son muy sencillas de usar y ese purgatorio virtual que es la Papelera de Reciclaje funciona a las mil maravillas.
Tengo un montón de magníficos amigos virtuales con los que he llevado adelante proyectos literarios y profesionales que han terminado saliendo a las mil maravillas. Además, de las amistades virtuales he terminado sacando un enorme caudal de amigos reales, ciertos y palpables, como tanto la peña de Las Verdes y la de los Blogueros granadinos pueden atestiguar.
Pero, item más, hay muchas personas a las que conocía en persona nada más que muy livianamente y a las que, a través del universo virtual, he descubierto en profundidad. Después, los encuentros y las charlas en vivo y en directo han sido mucho más productivos y cordiales.
Por no hablar de la cantidad de ciberamigos que andan perdidos por ciudades lejanas, españolas, europeas, africanas o latinoamericanas.
O sea que me molan los Ciberamigos.
Pero eso no priva de que tomarse una birra mirando a los ojos a un amigo de carne y hueso, escuchando su risa y viendo su expresión real, más allá de su avatar virtual, no tenga precio.
En esta vida acelerada que llevamos, cuesta trabajo encontrar tiempo para ver a los amigos tanto como nos gustaría. A fin de cuentas, no podemos estar todo el día de cañas, cafés o comidas. De ello hablábamos hace unas semanas en IDEAL, en este artículo, en que defendíamos la bondad del encuentro con los colegas aprovechando actividades gozosas, como ir a un concierto, salir a correr o ver una peli.
Porque, nos guste más o nos guste menos, la vida social es más llevadera a través de Internet que en la dura realidad exterior de todos los días. Esta tarde, sin embargo, muchos cíberamigos nos daremos cita física y real en la librería Negra y Criminal. ¡Todos estáis invitados!
CONTINUARÁ
Y nos queda esa otra cuestión, eterna, en la cosa de los amigos: las amistadas de género.
Jesús Lens, en plan amistoso-inquisitivo.