STRADIVARIUS REX

No sé si os acordaréis de una de esas iniciativas que pusimos en marcha a través de este Blog, hace unas semanas: la de las biografías fingidas.

 

Se trataba, en un puñado de palabras, de contar quiénes nos hubiera gustado ser. O en qué época nos habría gustado vivir y a qué personas conocer. Se trataba de imaginarnos en escenarios imposibles, en viajes épicos o ante retos complejísimos. Era cuestión de haber sido los autores del Quijote o del descubrimiento de la penicilina. O de viajar a Marte. ¿Qué más daba?

 

¿Fui yo?
¿Fui yo?

Se trataba, por un rato, de ser otros.

 

Y, curiosamente, el excelente, rompedor, ácido e imaginativo libro de Román Piña, «Stradivarius Rex», publicado por la inquieta y necesaria editorial Sloper, trata precisamente de eso, de un protagonista al que cada día le toca vivir la vida de otra persona.

 

¿Se imaginan?

 

Te despiertas hoy y eres Clinton. Pero sólo durante veinticuatro horas. Porque mañana serás un marinero que viaja con Colón. Y pasado, un enfermo terminal de cáncer. Y un vagabundo, al día siguiente. Y el Papa de Roma, el otro. Y una prostituta, y un alcalde corrupto…

 

¿Se acuerdan de «Atrapado en el tiempo», cuándo Bill Murray vivía una y otra vez el mismo angustioso Día de la Marmota? Pues «Stradivarius Rex» es lo mismo, sólo que al contrario. Y, de esa forma, Piña puede pasar por la túrmix de su imaginación a cuánto personaje se le ocurre, aprovechando para ajustar las cuentas con un mundo globalizado, caótico y sin sentido en que nada parece estar en su sitio ni nadie en su sano juicio.

 

Pero es que, además, las coincidencias personales con este libro no terminan aquí. En uno de sus capítulos se cuenta una historia de plagios literarios que tiene mucho que ver con un cuento un tanto desquiciado que escribí hace unos años y que titulé «Lo maté porque era mía».

 

A veces, por razones de lo más extraño, se producen conexiones entre libros y lectores que resultan de lo más curioso y atractivo. Para mí, leer «Stradivarius Rex» ha sido una de esas experiencias que demuestran que el Efecto Mariposa existe y que viaja a través de los bytes de las computadoras, conectando ideas, proyectos e inquietudes. Una experiencia de lo más divertida, agradable y curiosa.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.