¿Visteis el nuevo IDEAL? ¿Qué os parece? ¿Cómo veis el cambio? Cambios. De ello hablamos, precisamente, en la primera columna del primer IDEAL del resto de nuestra vida…
Es duro, difícil y complicado eso de cambiar. Por mucho que nos confesemos como abiertos y proclives al cambio, en realidad intentamos evitarlo a toda costa. Y cuando se adivina como obligatorio y necesario, hacemos lo posible y lo imposible por postergarlo y aplazarlo al máximo.
Construimos nuestra vida en torno a unas rutinas en las que nos sentimos cómodamente instalados y cualquier variación de las mismas, la sola amenaza del más mínimo cambio, nos altera enormemente. O, directamente, nos aterra.
Los cambios en lo profesional, en lo personal y en lo afectivo suponen incomodidades, molestias y trastornos. Y, sobre todo, nos exigen una enorme capacidad de adaptación, algo para lo que muchas personas ni están preparadas ni dispuestas. Y entonces surge el conflicto.
En este siglo XXI que ya se apresta a devorar su primera década, una de las cualidades más necesarias para no quedarnos rezagados ante la vertiginosa vorágine de los cambios que la caracterizan es la capacidad de adaptación a un entorno siempre mutable, generalmente complejo y muchas veces áspero y hostil.
Pocas cosas y pocas relaciones son para siempre y para toda la vida. Ni los diamantes. Además, los ciclos cada vez se agotan más rápido y las etapas de cualquier proceso se consumen con mayor celeridad. Cada vez asistimos a más finales. Lo que conlleva nuevos principios. Nuevos retos. Nuevos desafíos. Porque cambiar también es crecer.
Una de las pocas cosas que me gustaron de la película «París, je t’aime» es este monólogo de Natalie Portman: «Hay veces en que la vida te pide un cambio, una transición. Como las estaciones. Nuestra primavera fue maravillosa, pero ahora ya ha terminado el verano. Hemos dejado pasar nuestro otoño y ahora, de repente, hace tanto frío, tanto frío que todo se está congelando a nuestro alrededor. Nuestro amor se ha dormido y la nieve lo ha tomado por sorpresa, pero si te duermes en la nieve, no oirás la llegada de la muerte. Cuídate.»
Renovarse o morir. Es un hecho. Una necesidad. Una obligación. Hace unos meses, cuando intentábamos definir la innovación, más allá de meternos en complejidades técnicas, decíamos que es una actitud para el cambio. En esta vida, todo es dinámico, móvil y activo: como los tiburones, si dejamos de nadar, nos ahogamos y nos morimos en el fondo del mar.
Hoy tenemos un nuevo IDEAL entre las manos. El primero de una nueva época. Un IDEAL histórico. Hoy, los lectores nos enfrentamos a un periódico que, siendo el de siempre, es completamente distinto. Curiosos y expectantes, nos habremos acercado al quiosco, habremos pedido el IDEAL de toda la vida y, sin embargo, el quiosquero nos ha entregado éste, diferente, que ahora hojeamos y leemos con ilusión renovada. Ahora toca familiarizarse con el nuevo formato, tipografía y secciones. Y determinar si también nos gusta. Ojalá. Seguro que sí.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.