EL RELATO DEL ZODÍACO

Tal y como propusimos en ESTA entrada, aprovechamos la Noche de Reyes para regalarnos cuentos, relatos, microrrelatos y ficción, basados en el horóscopo del día 31 de diciembre. Kaperusita ha dejado el suyo en los Comentarios y AQUÍ tenéis el de Gregorio.  

 

¡Salud y Felicidad!

 

31 de diciembre de 2009.

 

Horóscopo de IDEAL. Leído mientras tomaba café, por la mañana: Géminis. «Plena normalidad en su corazón. Cuenta con una habilidad especial para aumentar sus ingresos. El trabajo en equipo le enriquecerá. La salud, muy buena.»

 

 

Salió cuando el 2010 cumplía exactamente diez minutos de prematura vida. Había quedado en recogerla, en su casa, a las doce y media y calculó que con veinte minutos iba sobrado. Que ella le había insistido en que no llegara tarde. La vuelta sería más lenta, claro. Volverían paseando, bromeando y riendo. Eso ya le daba lo mismo. Lo que quería era estar con ella. Y brindar por el nuevo año, con el Moet Chandon que había metido en el congelador del frigorífico, para que estuviera bien frío al regresar a casa. No. Nada de cotillones, pubs o copas hasta el amanecer. Aquella Nochevieja iba a ser decididamente diferente a otras. La resaca del día uno sería muy distinta a la del 2009, que le tuvo baldado por completo, en Beirut, tras una noche de Chivas, tequilas y desenfreno etílico.

 

No podía evitarlo. Ni quería. Su corazón galopaba desbocado mientras avanzaba por las calles de Granada, escuchando los petardos que los chavales hacían explotar por doquier.

 

  • ¿Me dices la hora?

 

No le había visto aparecer. Estaban en mitad de las calles del Zaidín, las más oscuras y menos transitadas. Las que más rápidamente le llevarían hasta la casa de ella.

 

  • Serán las doce y veinte.
  • La vin, compae, ¿qué pasa contigo? ¿Es que no puedes mirar la hora y decírmela exactamente?

 

Era un tipo condenadamente grande. Se le había plantado justo delante y le estaba echando encima un fétido aliento cargado de alcohol. Y, lo que era peor, le estaba haciendo perder un tiempo precioso.

 

  • ¿Y el móvil? ¿Es que no tienes móvil?

 

No. No había cogido el móvil. Con las prisas se lo había dejado en casa. Y, lo que era peor…

 

  • Pareces un poco agarrado, ¿no? Joder. Ni la hora me quieres dar… Y yo que había pensado que me ibas a prestar diez o quince euritos, para celebrar la Nochevieja, que estoy más tieso que el prestigio de ZP…

 

… lo que era peor: tampoco había cogido la cartera. Total, si iba a ser ir y volver, ¿para qué la necesitaba?

 

  • Pues te vas a reír, pero es que también me he dejado la cartera en casa.
  • Vaya. Pues tenemos un problema, tú y yo. Y un problema no es algo para tomarse a risa, ¿no crees?
  • Ah, pero ¿tenemos un problema? No me había dado cuenta…
  • ¡Coño! Es Nochevieja, estamos en la calle, tú y yo, juntos. Queremos tomarnos unas copas y no tenemos guita. ¿No te parece que sí, que es un problema bastante gordo?

 

Pues sí. No terminaba de faltarle la razón a aquella bola de sebo. Tenían un problema. Y el problema era que, como llegara tarde, iba a empezar el año con una bronca. Porque si había algo que ella no aguantaba era la impuntualidad. Y entonces pensó que lo mejor sería…

 

  • Sé lo que estás pensando.
  • ¿Cómo?
  • Que sé lo que estás pensando. Estás pensando que, como tengo un leve problema de sobrepeso estos días, por culpa de los atracones navideños mayormente, nada te impide echar a correr y terminar, súbitamente, con lo que yo había pensado que era el comienzo de una hermosa amistad.

 

Se quedó mudo, claro.

 

  • Pero no te recomiendo que lo hagas. Tu no sabes quién soy yo ¿verdad? Claro. Como llevas poco tiempo viviendo en el Zaidín y, de hecho, estás poco integrado en el barrio, no me conoces. Pero yo a ti sí. Sé quién eres, sé dónde trabajas y sé dónde vives.

 

Sí. Le creyó.

 

Si alguien le dice, esa mañana, que iba a sentirse acojonado por un gordo que le suelta una frasecita como ésa, sacada de un mal chiste de barrio, le da la risa.

 

  • Vale. ¿Por qué no hacemos una cosa? Como pareces saber, vivo aquí cerca. Déjame que suba a casa, cojo la cartera y te doy esos euros para unas copas.
  • No. Veo que no me entiendes. Lo de darme unos euros habría servido antes, pero al calor de nuestra recién nacida amistad… no. Estaría feo eso de pegarle un palo a un amigo al que acabo de conocer. Vamos a hace una cosa. Seguimos andando los dos por estas calles y, a la primera persona que nos encontremos, te las ingenias para sacarle veinte euros. ¿Cómo lo ves?

 

¡Pues cómo lo iba a ver! ¡Como un puro disparate!

 

  • Mira, amigo, que yo creo que va a ser más fácil que suba a casa y te dé cien euros…

 

Pero no. La cara de su obeso amigo le decía que no. Que no había trato. Y, de repente, vio cómo aparecía un asomo de sonrisa en su cara de sapo glotón. Miró hacia dónde señalaban sus ojos y la vio.

 

  • Ahí la tienes. ¡Vaya suerte has tenido! No creo que te cueste mucho trabajo sacarle veinte euros a ese bombón, ¿verdad?

 

Cara de Sapo siguió sonriendo cuando vio que el pobre incauto, con paso titubeante, se acercaba a la víctima. Le vio hablar con ella y lo curioso fue que, tras un breve intercambio de palabras, la chica dejó atrás al muchacho y se dirigió directamente hacia el orondo provocador de problemas para hacerle la siguiente proposición:

 

  • Dame ahora mismo 20 euros y llama a un taxi, que tengo frío y ya llego tarde.
  • ¿Cómo dice usted?
  • Ya me has oído. Vamos, vamos. Que me des 20 euros y me llames un taxi.
  • ¿Está usted de broma, señorita?
  • Señora.
  • Perdón. Señora. Insisto: ¿está usted de cachondeo?
  • A ver, Cara de Sapo. Mírame fijamente y dime si te parezco estar para muchas bromas.
  • Yo creo que no sabe usted con quién está hablando…
  • Perdona. El que no sabe con quién estás hablando eres tú. ¿A que no?
  • Pues no tengo el gusto…
  • Señora de Benegas (*). Inspector de la policía nacional recién trasladado de Córdoba a Granada para reforzar este comienzo de año y al que, por su insolente carácter y proverbial mala leche, le han obligado a hacer la guardia de esta noche, por lo que me he tenido que comer las Uvas de la Suerte en una comisaría añosa y cutrosa, rodeada de maderos a los que no conozco de nada. ¿Entiendes que esté de mala leche y te parece razón suficiente para darme esos 20 euros y pedirme el taxi?

 

Lo que terminó de descuadrar a Cara de Sapo fue que, cuando llegó el taxi, en el mismo entraron tanto la autodenominada señora de Benegas… como el destartalado y desvencijado objeto de su cordial y amistosa broma de año nuevo…

 

  • Pero, ¿qué le has dicho? En serio. Tú estás loca. Pero, ¿cómo se te ocurre? Pero, pero… en serio, ¿qué le has dicho al animal ése para que, en vez de pulirte todo lo que llevaras en el bolso, haya sido él quién te diera 20 euros?

 

Y es que, ella, demasiado acostumbrada a su falta de puntualidad, en vez de quedarse en casa esperando a que apareciera y enfadándose por cada minuto de tardanza, decidió ir a su encuentro, siguiendo el camino que siempre recorrían para ir de la casa del uno a la del otro. Aunque no solía salir sola por la noche, y menos por aquellas calles, pensó que la Nochevieja era un día en que todo el mundo está de fiesta y que, al menos tan temprano, sería difícil tener un mal encuentro.

 

  • Pues le dije que era la esposa de un policía recién incorporado a la Jefatura, y que estaba de muy mala leche porque a mi marido le habían cargado la primera guardia del año. Ya sabes que, cuánto más grande e increíble es una mentira, más fácil resulta de creer, jajajaja.
  • Jajajajaja. Eres increíble. Ahora que, por nuestra propia salud, mejor será que mañana busquemos al Cara de Sapo para devolverle sus veinte euros.
  • Mejor será, sí. Y si le invitamos a una copa, mejor que mejor. Que en Navidad hay que cuidar a los «amigos», ¿no?

 

Riéndose a mandíbula batiente, regresaron a casa y, olvidando el champán en el congelador, disfrutaron del año recién nacido en la más excitante de las intimidades, no dando tregua a un corazón que llevaba latiendo violentamente desde que el año echara a andar. Lo deseablemente normal, por otra parte. 

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.

 

(*) Benegas es un poli cordobés del que hablamos hace unos meses y al que hacemos un pequeño, pero sentido homenaje en este cuento. Pero que nadie se alarme, que Benegas sigue en Córdoba. Tranquilos todos.

XX X

Cuando Sara Oblisar, nuestra artista de referencia del pasado 2009, nos felicitaba el año con la imagen que podéis ver a continuación, no entendía nada.

 

El X, un año por rellenar
El X, un año por rellenar

Vale. Lo reconozco. Estaba lento. La X es inapelable. 10. Vale. Es cierto.

 

Pero entonces caí en la cuenta de que, en realidad, este año se podría escribir, falsa e incorrectamente, de la siguiente manera:

 

XX-X

 

Si la pasada década fue la década de los Nada, fue la 00, la Doble Cero, el año que nos sacó de ella es, paradójicamente, el Triple X.

 

Y la X no es una letra cualquiera.

 

En primer lugar, porque la incógnita que los matemáticos tienen que despejar en las ecuaciones, una palabra cuya sola pronunciación ya me produce escalofríos. ¡Qué me costaba, siempre, despejar la maldita x, en el BUP, antes que tirarme como un loco por las letras puras!

 

Despejar a la pobre X. Todo un desafío
Despejar a la pobre X. Todo un desafío

Una pura incógnita, como los «X files», los famosos «Expedientes X» televisivos, se encargaron de recordarnos. Un misterio. Un enigma.

 

Matemáticamente, la x es el signo de multiplicar. O sea, de crecer. De expandirse. Y, en buena lógica, el lenguaje de los SMS adoptó la x en su significado básico: el de la preposición «por». Con la X rellenamos los tests y formularios y, también, es el signo con el que tachamos las palabras y conceptos equivocados de un examen o de un escrito. La X delata los fallos y errores.

 

La verdad está ahí fuera
La verdad está ahí fuera

Y sí. Lo sé. Todos lo estáis pensando y yo lo estoy soslayando. La X es la letra que identifica a todo lo pornográfico, del cine a las revistas. La X supone, en este caso, vicio, trasgresión, prohibición y desafío. La Triple X. Equivalente a la desmesura, al Extreme. Camisetas XXXL. Enormes. Gigantes. Brutales.

 

¿Por eso fuimos bautizados, en su momento, como la enigmática Generación X, antes de que la publicidad nos quisiera convertir en JASP?

 

Una pura incógnita
Una pura incógnita

Y, por supuesto, es el grafismo con que se identifica un Cruce de Caminos, el mítico Crossroads del que tanto se ha escrito y filmado. ¿Habrá una imagen más sugerente, poética y evocadora que la del cruce de caminos?

 

El mundo, una pura incógnita
El mundo, una pura incógnita

No. 2010 no puede ser un año vulgar. Ni mucho menos. Tras la inane década 00 y tras ese fiasco que fue el 2009 que tantas cosas nos debería haber traído, 2010, el año de la incógnita, del cruce de caminos, de lo prohibido y lo censurado; tiene que ser obligatoriamente especial, ardiente, apasionante y descubridor.

 

Jesús Lens, Xadicto.     

RULANDO POR LA PRESA DE RULES

Subiendo de Carchuna, Isabel paró en la Presa de Rules, una de las obras magnas de la ingeniería contemporánea andaluza. Y, a la vista de las fotos de hizo el 3 de enero, y que generosamente comparte con nosotros, nos preguntamos: de aplicar a la presa la teoría de los icebergs, sobre lo que se ve de los mismos y lo que queda bajo el agua, ¿qué pensáis del futuro de la presa, que apenas tiene un puñado de meses de vida? Antes de responder, pinchad en las imágenes, para verlas en todo su esplendor…

 

Presa de Rules
Presa de Rules

AVATAR

Hay películas que son mucho más que una simple película. Y los Globos de Oro así lo han demostrado, reconociendo los méritos de «Avatar», como vemos AQUÍ. ¡Qué pena que no nos diera tiempo a incluirla en nuestro libro de cine y viajes, en este «Hasta donde el cine nos lleve»!

 

«Avatar» es una de ellas.

 

«Avatar» es un signo, un símbolo, una revelación.

 

«Avatar», mi primera película del 2010. Significativo.

 

«Avatar», un proyecto en que su director empezó a trabajar hace nada menos que catorce años y que sólo ahora ha terminado de germinar. Catorce de años en la sombra, formándose, trabajando, desarrollando la tecnología necesaria y precisa para que ahora, sólo ahora y por fin ahora, «Avatar» termine de eclosionar, convirtiéndose en la sensación, en la revelación del momento, en algo más que la simple atracción con fecha de caducidad que tantos vaticinaban.

 

Porque «Avatar» es una historia arrebatadoramente hermosa, que pide a gritos ser contemplada y paladeada, lenta y primorosamente, en una buena sala de cine, con las ya imperiosas, necesarias y esenciales gafas 3D.

 

Hay una cosa que no entiendo de esa crítica especializada que, no pudiendo poner un pero al derroche visual y al arrebato formal de esta película revolucionaria, han arremetido contra el argumento en sí mismo. Contra la historia que ese visionario que es James Cameron nos ha contado. Y mira que el director lo tiene claro: «toda la tecnología que ha hecho avanzar al cine no ha cambiado lo esencial: la regla número uno es que tienes que tener una buena historia y la regla número dos es que tienes que contar con un buen reparto».

 

Así las cosas, ¿es buena la historia que nos cuenta «Avatar»? Para mí, indiscutiblemente lo es. Porque estamos ante una película clásica de indios y vaqueros en la que los buenos, como ya sabemos, son los pieles azules que vivían en comunión con la naturaleza y que fueron esquilmados por la voracidad del mismo hombre blanco que ahora mismo patrocina un genocidio silencioso en el Congo, en su conquista de ese Coltan que tan necesario nos resulta para actividades tan aparentemente inocuas como es hablar a través del móvil o poner SMS.

 

Lo que pasa es que los indios de Cameron adoptan el aspecto de unos atractivos extraterrestres, que montan dragones chinos alados en vez de caballos, que disparan flechas y cuyo hogar es un árbol sagrado, en comunión con esa naturaleza con la que todos deberíamos estar conectados en vez de enfrentados a muerte, como parecemos estar.

 

¿Verían «Avatar» los integrantes de las legaciones que fracasaron en el Copenhage del cambio climático, antes de tener sus reuniones, egoístas y cicateras? Pues deberían haberlo hecho. Y es que una película como ésta, tan tierna y contundente, es de las que dejan huella.

 

Vale. No es una obra maestra. En efecto. Los discursos de los protagonistas, en plena era de la Obamadicción, quedan demasiado pobres y carentes de fuerza. Y la apenas esbozada historia de amor, no termina de emocionar. Pero no pasa nada. Porque el derroche visual y la cantidad de referencias cinematográficamente bien digeridas que hay en la cinta, la hacen ferozmente atractiva. Por cierto que, si queremos aprender el lenguaje de los Navy, AQUÍ tenemos un Manual para comenzar su estudio.

 

Parece que habrá segunda parte. Y tercera. Un producto tan sólido y bien acabado como «Avatar» se merece, por supuesto, una buena trilogía, como viene siendo habitual en los últimos años. (Ya se confirma, AQUÍ, que será trilogía)  Económicamente, aunque no empezó siendo un taquillazo histórico, lo último de Cameron, de largo recorrido en las salas, terminará siendo otro pelotazo, por lo que las aventuras en Pandora tendrán una lógica, necesaria y anhelada continuación. Pandora. (De hecho, en 17 días, ha recaudado la nada desdeñable cantidad de 700 millones de euros, como podemos leer AQUÍ)

¡Qué universo más fascinante! ¿A quién no le gustaría darse un paseo por su geografía, escalando sus montañas, nadando en sus lagos y perdiéndose en sus bosques y jardines?

 

Sí. Habrá continuación de «Avatar». Y directores como Guillermo del Toro, Steven Spielberg o Peter Jackson ya están preparando sus nuevos proyectos utilizando los avances tecnológicos desarrollados por Cameron.

 

No. No han sido en vano estos catorce años de espera. Sin prisa, paso a paso, despacio, con las demoras que la situación requería, el visionario director americano ha vuelto a poner una pica en Flandes, desautorizando a tantos agoreros que estaban seguros de que se daría un barrigazo. Y no. «Avatar», la culminación de un sueño, demuestra que cuando hay talento, cariño, tesón y amor por un proyecto, nada ni nadie pueden frenarlo.

 

Valoración: 8

 

Lo mejor: Que sí. Que ya está aquí y que ha cumplido con las expectativas creadas. De sobra. Una nueva era para el cine ha comenzado y Cameron y Pixar son sus profetas.  

 

Lo peor: la endeblez de la relación entre los personajes principales.

 

A ver. ¿Qué os ha parecido «Avatar»? Además de vuestras opiniones y comentarios, dejamos una encuesta, en la Margen Derecha, para que rellenéis un máximo de dos respuestas…

LA IMPORTANCIA DEL 9

Hoy, los periódicos son un maremágnum de los eventos y acontecimientos que nos esperan en el 2010. Y es que a año muerto, año puesto.

 

Os invito, sin embargo, a echar el freno unos momentos y a echar la vista atrás. Porque los años terminados en 9 no han solido ser baladíes en la historia de la humanidad. A ver qué os parece esto y qué opináis…

 

 

Para los chinos, el 9 es un número afortunado, sinónimo de suerte y augurio de buena fortuna. De hecho, para algunos estudiosos del universo de los números, el nueve es considerado como la cifra del saber supremo que induce a la Totalidad, obviamente representada por el número diez. El nueve sería, también, el número de la creatividad.

 

¿Será por eso que los novenos años de cada década nos han dejado algunos de los momentos cumbres y estelares de la historia de la humanidad, tanto cultural como política y social? En 1789, la Revolución Francesa sacudió los cimientos de los estados absolutistas y doscientos años después, en 1989, asistimos otra revolución de signo muy distinto, aunque de efectos igualmente trascendentales: la caída del Muro de Berlín y el derrumbamiento de las potencias del Este de Europa, sin olvidar que, en 1969, el hombre protagonizó la epopeya viajera más importante de la historia, llegando a la luna. Supuestamente.

 

Musicalmente, en 1989 surgió el grunge, en 1979 se grabó el primer rap y, en España, Camarón parió su memorable «La leyenda del tiempo». 1969 fue el año de Woodstock y no podemos olvidar que en 1959, Miles Davis alumbró la que pasa por ser obra maestra de la historia del jazz, «A kind of blue», homenajeada este año en los festivales de música de todo el mundo. 1959, el año en que todo cambió, como lo define Fred Kaplan, no en vano llegó la nouvelle vague, aparecieron los microchips y la píldora anticonceptiva, Castro revolucionó Cuba y Kennedy se aprestaba a llegar a la Presidencia.  

 

Así las cosas, ¿qué ha pasado en 2009? La década 00 se termina con el mundo sumido en una crisis mucho más profunda y duradera de lo que queremos creer y, ¿cuál es el balance de este último año? Lo más definitorio es, posiblemente, que a Obama le han dado un Nóbel que ni él mismo se creía, ni nadie piensa que se merece. Es moneda común decir que los tiempos de crisis agudizan el ingenio y traen cambios perdurables, revolucionarios y neoparadigmáticos y, sin embargo, no parece que ello esté siendo así. ¿Será «Avatar», la puerta de entrada al cine del futuro? Musicalmente, ningún disco de los editados este año parece que vaya a pasar a la posteridad. Ninguna estrella en ciernes tiene pinta de ir a brillar en el cielo con la fuerza de Venus, en una noche despejada.

 

No se ha producido ningún cambio de tendencia apreciable, ninguna moda irresistible, ninguna corriente arrasadora. No. No parece que 2009 haya sido un gran año, precisamente. Y, sin embargo, lo mismo hay por ahí alguna perla que, de momento, ha pasado inadvertida y sólo el transcurrir del tiempo sea capaz de descubrir. O, quizá, es un año de transición en que los jóvenes valores están terminando de afilar sus dientes y sus garras para lanzarse al cuello del éxito y el reconocimiento en los próximos meses.

 

Cambio de década. Estaremos atentos a lo que nos trae el año diez, símbolo de perfección que, además de sacarnos de la crisis, tiene que hacer eclosionar la creatividad y el ingenio acumulados a lo largo de este tiempo.

 

Jesús Lens Espinosa de los Monteros.